Queda un verano por delante lleno de diversión y valores. Los niños y niñas de las escuelas de verano públicas de Cuenca ya disfrutan de un programa repleto de actividades para jugar y aprender fuera de las aulas. Una vez finalizadas las clases, los más pequeños tienen la oportunidad de desarrollarse a nivel personal y formativo.
El arranque de este año cosecha cifras que superan los 300 alumnos matriculados en los tres centros en los que se desarrollan, en concreto, 449. El CEIP La Paz cuenta con 185 niños y niñas, el centro educativo Fuente del Oro con 188 inscritos y, por último, Casablanca, con 76. Los plazos siguen abiertos y se puede solicitar este servicio por días, semanas, quincenas, meses o el periodo estival completo. Las escuelas de verano están enfocadas a niños desde los tres a los trece años.
El programa impulsa una serie de beneficios y, a su vez, facilita la conciliación familiarEstas escuelas ofrecen a las familias con menos recursos la posibilidad de asistir con la ayuda de una subvención del Área de Intervención Social del Ayuntamiento y de la Delegación de Bienestar Social de la Junta. Hay aldedor de 14 estudiantes que han recibido este apoyo. A estos se suman cinco niños a los que Cruz Roja ha ayudado con su financiación. Asimismo, cuentan con un servicio de comedor. Cada vez más estudiantes se suman a la diversión y al aprendizaje. La afluencia va en aumento y las empresas gestoras reciben “constantemente llamadas”, tal y como detalla Alberto Castellano, concejal de Educación, que ha felicitado a las entidades a cargo, a los técnicos municipales, a las compañías y a los padres “que confían en nosotros al dejarnos a sus hijos en esta época estival para que sigan formándose y creciendo”.
El colegio La Paz este año está en manos de EMOCIONA, con diez años de experiencia en otros municipios. Es la primera vez que participan en las escuelas de verano del ayuntamiento. Cuenta con un equipo formado por seis monitores, una coordinadora y diez alumnos en prácticas del curso de monitor de actividades juveniles. “Los que más tenemos son de infantil. La mayoría son niños de 3 a 7 años. Hay otro grupo de 4º,5º y 6º de Primaria”, comenta Jesús Cañas, director del negocio, quien asegura que les brindan “mucha atención”. La escuela ha comenzado sin incidentes y con buenas sensaciones. “Las familias están super contentas”, afirma Cañas.
“Hay niños que presentan algún tipo de dificultad a nivel de conducta. La idea es su inclusión”Los alumnos disfrutan de un programa lúdico y divertido diseñado para ellos en el que se integran con otros niños. “Hay familias que optan por este tipo de actividades inclusivas”. A nivel educativo el alumno logra mantener un patrón de rutinas y actividades una vez terminado el periodo escolar. El programa no solo impulsa una serie de beneficios para los niños. Las escuelas de verano también son relevantes para contribuir a la conciliación familiar. “Son fundamentales. Son espacios de desahogo familiar”, afirma Cañas.
EDUCACIÓN INCLUSIVA
“Hay niños que presentan algún tipo de dificultad a nivel de conducta. La idea es su inclusión”, explica el director. De hecho, esta inserción está presente en sí en este servicio del ayuntamiento, que asegura que es pionero en la puesta en marcha de una escuela de verano inclusiva “para que los niños y niñas con cualquier tipo de diversidad puedan participar”, según Alberto Castellano. “Tenemos ahora mismo siete personas matriculadas con distintos tipos de diversidad, cuatro de ellos con más del 66% de discapacidad”. Estos estudiantes cuentan con personal especializado para cubrir y atender sus necesidades.
El grupo EMOCIONA también cuenta con una plantilla preparada para todos los niños y niñas. “Trabajamos en la psicología, la logopedia, la psicopedagogía y en los refuerzos adaptados”, destaca Cañas. El director asegura que cuentan con un personal profesional “muy acostumbrado al trabajo con niños que presentan dificultades” y con una “multitud de perfiles”. Desde la compañía fomentan actividades adecuadas para todos los niños llevadas a cabo por monitores entre los que hay profesores de educación especial.
Cañas asegura que la escuela de verano tiene un impacto positivo para los más pequeños. “Hay un componente educativo en las actividades y otro de convivencia que generan una multitud de beneficios en un ambiente más distendido que el escolar”, explica. A través del juego y de la enseñanza, se inculcan en los niños valores de igualdad y solidaridad. “Trabajamos mucho en el aspecto de la no violencia, en que no haya conflictos y en la empatía; que entiendan cómo se siente el otro niño. Intentamos que desarrollen una serie de habilidades sociales”, explica.
Esta escuela de verano ofrece un amplio abanico de actividades, desde las más educativas hasta otras que fomentan la psicomotricidad. La oferta incluye escritura, repaso escolar para los alumnos de Primaria, visitas a la piscina para darse un chapuzón, salidas urbanas para conocer Cuenca, talleres de manualidades, actividades en inglés, excursiones y prácticas deportivas.
Estos niños tienen a sus pies un verano prometedor. No faltará la diversión y, mucho menos, una educación primordial en valores.