Seis años han pasado ya desde que la actual Asociación de Vecinos de La Paz de la capital iniciara su andadura en 2015 con Faustino Muñoz al frente. Seis años duros, no exentos de sinsabores y frustraciones ante los constantes intentos fallidos por conseguir “cosas” para el barrio, después de más de 20 años sumido en el olvido.
Una situación que, tal y como reconocen tanto su presidente, Faustino Muñoz, como su secretaria, Ana Pilar Cañas, pasa factura y mina bastante la moral de “todos cuantos estamos implicados en mejorar este barrio tan abandonado desde hace tantos años”.
Tal es el desgaste psicológico que no dudan en confesar que “a veces llegas a plantearte tirar la toalla”, pero “los ánimos y las palabras de agradecimiento de gran parte de los vecinos por tus esfuerzos y dedicación, totalmente altruista, te ayudan a ver las cosas de otra manera y compensan los desvelos”.
Espíritu reivindicativo
A pesar de todo, el espíritu reivindicativo de la asociación vecinal sigue muy presente y en estos seis años no ha dejado de “luchar” para que “La Paz sea un barrio como cualquier otro de la capital y no una isla a la que nadie hace caso”. Aunque han sido muy pocas las intervenciones que se han acometido en el barrio en este tiempo, desde la asociación ven el futuro “algo más prometedor”, aunque, como dice el presidente, “hasta que no vea a las máquinas trabajando, no me lo creo”.
Y es que el Ayuntamiento de la capital les anunció hace ya más de ocho meses dos grandes actuaciones con las que se va a mejorar de manera integral el barrio de La Paz, permitiendo, a juicio de Muñoz, “dejar atrás su lamentable estado actual, que viene arrastrando desde hace varias décadas”. Se trata de la renovación de las redes de abastecimiento de agua y saneamiento, a través del Plan de Obras y Servicios (POS) de 2019, con una inversión de 156.000 euros cofinanciada entre el Ayuntamiento y la Diputación, y de un proyecto de urbanización integral del barrio con un presupuesto aproximado de 730.000 euros procedentes de fondos propios del Consistorio.
El caso es que a finales de noviembre se acometieron los trabajos previos a ambas intervenciones con la retirada de varios depósitos de combustible en desuso, pero desde entonces, tal y como recalcan tanto Muñoz como Cañas, no han vuelto las máquinas. Eso sí, siguen con atención los trámites de la obra incluida en el POS de 2019 y “parece ser que está en evaluación”.
Y es que, según recuerdan, esta es la primera que debe de ejecutarse para, a continuación, y así esperan que sea, sin dilaciones en el tiempo, se proceda a la urbanización integral del barrio, con la pavimentación de calles con plataforma única, la renovación de las escaleras que comunican la Plaza del Romero con el barrio de La Paz y la adecuación de los espacios libres de los depósitos de combustible como zonas de juegos infantiles y verdes.
"Una vez quede desocupado el antiguo colegio Primo de Rivera, volverán a solicitar ese espacio para contar con un centro social"
Entre sus principales objetivos no han dejado a un lado el ansiado centro social. Lo consideran un elemento clave para el barrio, no solo por poder ser sede de la asociación, sino también porque permite desarrollar un programa de actividades y ser un espacio de encuentro entre vecinos; en definitiva, favorece el sentimiento de vecindad y contribuye a “hacer barrio”.
Para ello, siempre se ha hablado de la cesión de algunas dependencias del antiguo colegio Primo de Rivera, pero, según dicen, hasta ahora todo han sido trabas y trabas. Aún así llaman la atención sobre el hecho de que en pandemia se están utilizando estas aulas por el Colegio La Paz, por lo que tienen muy claro que cuando todo esto termine, volverán a solicitar el uso de este espacio para albergar ese “indispensable” centro social.