Basta con detenerse frente a él y mirar, sin necesidad de hacerlo con detenimiento, para comprobar el avanzado estado de deterioro que el Arco de Jamete de la Catedral de Cuenca presenta en algunas zonas. La piedra está sufriendo un proceso de deterioro preocupante, que hace temer por la pérdida irremediable de elementos decorativos de esta joya renacentista, obra de Etienne Jamet, conocido como Esteban Jamete, que en 2021 entraba en la Lista Roja de Patrimonio de la asociación Hispania Nostra.
Una situación contra la que ya se han comenzado a dar los primeros pasos, gracias a la colaboración de un grupo de profesores de la Escuela Politécnica de Cuenca y de la Facultad de Informática de Ciudad Real, junto a un investigador del Instituto Geológico y Minero de España (IGME), que están elaborando desde hace más de un año un minucioso y exhaustivo estudio sobre la degradación de los pétreos de este arco.
Un trabajo multidisciplinar puntero que, en palabras del director de la Catedral, Miguel Ángel Albares, jugará un “papel crucial” a la hora de acometer tanto la rehabilitación y conservación de este destacado elemento arquitectónico de la seo conquense como el tratamiento específico para detener el proceso de deterioro de la piedra.
De hecho, una vez ha concluido la fase de recogida de datos y antes de que se hayan estudiado y analizado con detenimiento, ya se ha podido constatar que estas zonas del Arco de Jamete sufren una severa degración por sales, por lo que el siguiente paso será determinar de qué tipo de sales se trata para, de esta manera, ver cuál es la actuación más eficaz contra este problema, según explica el profesor de la Escuela Poltécnica de Cuenca, Enrique Torrero, uno de los miembros del grupo de investigación. Si bien, tal y como aclara, “aún hay mucho trabajo por realizar con todos los datos recabados y el proceso es largo”, de ahí que estime que no se podrá contar con unas conclusiones definitivas probablemente hasta finales del presente ejercicio.
Durante algo más de un año, este equipo investigador ha estado monitorizando los dos parámentos del Arco de Jamete. Para ello han instalado ocho sensores en las partes más afectadas por el conocido popularmente como “mal de piedra” con el objeto de ir midiendo cada 15 minutos la temperatura y la humedad e ir analizando el comportamiento de la misma según las condiciones ambientales de cada momento. De ahí que hayan monitorizado estas zonas durante un año completo con el fin, según Torrero, de ver la evolución de la degradación de la piedra en cada una de las estaciones.
Una monitorización que se ha complementado con una digitalización en 3D del Arco de Jamete y un seguimiento exhaustivo de las condiciones ambientales del exterior de la Catedral mediante la instalación de una estación meteorológica en la zona del patio de la Limosna.
Datos todos estos muy importantes, a juicio del profesor de la Politécnica de Cuenca, porque “los cambios de temperatura y humedad provocan una hidratación en las sales minerales, que lo que hacen es reventar el sistema poroso de la piedra y la van degradando paulatinamente; parámetros que varían dependiente de la época del año”.
Algo que han podido estudiar también con la colocación a los pies de cada paramento del arco de una “trampa de sedimentos”; es decir, unos plásticos para recoger los residuos que se desprenden de la piedra y que han ido retirando cada dos o tres semanas para su posterior estudio.
Ahora toca procesar y analizar todos estos datos. Así, por ejemplo, se van a enviar las sales recogidas a un laboratorio para determinar su tipología, además de tratar de saber cómo han llegado hasta esas zonas del arco. Cuestiones que permitirán, según subraya el investigador, poder establecer los tratamientos y soluciones más adecuados; sin olvidar, tal y como pone de manifiesto el director de la Catedral, que estos resultados también sean válidos para interventir de manera eficaz en otros puntos del templo.
Lo que está claro para los investigadores es que el grado de deterioro del Arco de Jamete es tal que es necesaria una intervención urgente para detener esta degradación.