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"Turismo" de cementerios

El camposanto de las personalidades conquenses, en el que están enterrados figuras como Zóbel, Marco Pérez y Zapata, recibía con frecuencia visitas de viajeros antes de la pandemia
Fotos: Saúl García
01/11/2022 - Dolo Cambronero

Aunque en nuestro país el llamado “turismo de cementerios” no está tan arraigado como en otros lugares de Europa, los camposantos nacionales también tienen su público. Más allá de por su función expresa, muchos los visitan por su valor artístico, por su belleza o por las personas que allí descansan. En Cuenca, un ejemplo singular de este tipo de enclaves es el Cementerio de las Personalidades Conquenses, que está ubicado junto a la ermita de San Isidro Labrador (Vulgo de Arriba), un lugar en el que también se entierran, por otro lado, los miembros de la Hermandad y, por otro, canónigos, estando los tres espacios debidamente delimitados.

El Cementerio de las Personalidades Conquenses recibía con frecuencia antes de la pandemia la visita de grupos de turistas, si bien estas no se han reanudado en la actualidad, precisa José Vicente Ávila, secretario de la Hermandad de San Isidro, quien nos acompaña en el recorrido por este espacio junto a Florián Belinchón, presidente del colectivo.

MAGNÍFICAS VISTAS

Asomado a la hoz del río Júcar, por lo que también ofrece el atractivo de unas magníficas vistas, en este camposanto reposan siete figuras emblemáticas de la ciudad o vinculadas con ella. El primero que fue enterrado en este lugar fue el escritor y poeta Federico Muelas y Pérez de Santa Coloma, cuyos restos fueron trasladados en 1980 desde el Cementerio del Santísimo Cristo de Perdón de la capital. 

Después, en 1984, llegaría a este lugar que rezuma paz y tranquilidad el pintor Fernando Zóbel, fallecido en la ciudad italiana de Roma. El que fuera fundador del Museo de Arte Abstracto Español en las Casas Colgadas era hermano numerario de San Isidro, por lo que también podría haber sido enterrado en este lugar pero en el cementerio reservado a los miembros numerarios de la Hermandad –los integrantes honorarios no tienen derecho a nicho–. Como curiosidad, a su funeral asistieron diversas personalidades, entre ellas el entonces vicepresidente del Gobierno central, Alfonso Guerra.

MÁS ARTISTAS

En 1985 serían trasladados a este espacio los restos del escultor Luis Marco Pérez, que había muerto dos años antes y estaba enterrado en Madrid. A iniciativa de la Hermandad de Jesús Nazareno de El Salvador, y con el apoyo del resto de cofradías de la ciudad, se decidió que el ilustre imaginero de la Semana Santa conquense reposara en este enclave.    

También están en este cementerio las cenizas del pintor Bonifacio Alfonso Gómez (2012), que también era hermano numerario de San Isidro; el escritor Florencio Martínez Ruiz (2013); el pintor y escultor Miguel Zapata (2014); y Víctor de la Vega (2016), el profesor de pintura y miembro de la Real Academia Conquense de Artes y Letras (RACAL) que firma el gran mural de la Diputación Provincial de Cuenca.

En el caso de Miguel Zapata, una de las escenas que conforman las emblemáticas puertas de la iglesia del Salvador de Cuenca, obra de este reputado artista conquense, está recreada en bronce en la lápida bajo la cual están sus restos.  

Por otro lado, también descansa en San Isidro el pintor y escritor Antonio Saura –junto a sus hijas– aunque en este caso, en el cementerio reservado a los hermanos, donde están sus cenizas. 

Hermanos de San Isidro, famosos y canónigos conviven en el triple cementerio

En la ermita-cementerio de San Isidro Labrador (Vulgo de Arriba) conviven tres camposantos: el destinado a los propios miembros de la Hermandad, el de las personalidades conquenses y el de los canónigos –ocupándose del mantenimiento de este último la Iglesia–.

La ermita –que ha sufrido los desastres de tres guerras– fue edificada en el año 1729, construyéndose el cementerio expresamente para los hermanos. Ángela Villalba Olivares fue la primera persona inhumada en el cementerio destinado a los miembros de San Isidro Labrador. En concreto, la mujer descansa en este espacio desde el 11 de noviembre de 1878. No obstante, en el camposanto de religiosos hay enterramientos anteriores.

Todos los hermanos están en nichos a excepción de Antonia Soria, camarera de la Hermandad y una persona muy implicada con este espacio, que reposa en una tumba. La Hermandad tiene unos 260 socios –para ingresar, es necesario ser descendiente de un integrante del colectivo– pero desde hace unos años no admiten a nadie, por el momento, porque no habría espacio para enterrar a todos allí.