Los trastornos alimentarios se disparan tras la pandemia
Durante el confinamiento del año pasado debido a la pandemia, la hija de Isabel, que entonces tenía 17 años, empezó a cuidar la alimentación y a hacer deporte. “Al principio, lo vimos bien”, reconoce su madre. Sin embargo, llegó un punto en que su nuevo estilo de vida en teoría más saludable comenzó a ser problemático y a la joven le cambió el carácter. La situación se fue agravando hasta que el pasado septiembre decidieron acudir a Atención Primaria, que derivó a la chica al área infanto-juvenil de Salud Mental del hospital Virgen de la Luz de la capital. El diagnóstico despejó las dudas: sufría un trastorno de la conducta alimentaria (TCA).
Este es uno de los casos que este año han recalado en la Asociación de Familiares y Enfermos de Bulimia y Anorexia de Cuenca (AFEBAC), colectivo nacido en 2005 por iniciativa de un grupo de madres afectadas por diversos trastornos de la conducta alimentaria con el objetivo de ofrecer un recurso especializado para abordar la enfermedad. En la actualidad, cuenta con unos 80 asociados de la provincia.
Hasta junio, han llegado al colectivo 17 pacientes nuevos, habiendo ofrecido en total la asociación apoyo psicológico en lo que va de año a 53 personas, entre afectados y familiares mientras que en todo 2020 fueron 39, incluyendo también a los enfermos y sus allegados, según detalla Ana Valencia, una de las dos psicólogas con las que cuenta la asociación.
El aumento en el número de personas atendidas ha implicado un consecuente incremento en las citas de atención psicológica: 218 en lo que va de año, habiéndose superado ya el dato de todo 2020, lo que apunta a que, si sigue la tendencia, se van a duplicar en este ejercicio.
Además de la atención psicológica, también han realizado en lo que va de año 32 citas de apoyo nutricional.
Hasta junio, AFEBAC ha registrado 218 citas de apoyo psicológico a afectados por trastornos de conducta alimentariaDesde la asociación apuntan que la pandemia ha tenido una gran repercusión en estos trastornos pero no achacan todo el aumento de pacientes a este hecho dado que también consideran que las campañas de sensibilización que desarrollan tienen su efecto y hacen aflorar casos que antes tardaban más en salir.
En el ámbito nacional, FEACAB, la federación que agrupa a todas las asociaciones de familiares y afectados del país, calcula que los casos se han incrementado un 30% a raíz de la pandemia. Además, son más graves y la edad de inicio es más temprana. “Aparte del impacto emocional que supuso el confinamiento para todos, también hubo un bombardeo a través de las redes sociales para fomentar el deporte y el cuidado de la alimentación. Al principio, bien pero luego hubo personas que se obsesionaron”, señala Valencia.
Desde AFEBAC hacen especial hincapié en que el apoyo que ofrecen desde el colectivo debería ser un “complemento” a la atención que se presta desde la sanidad pública. En este punto, la presidenta de la asociación, Ana Sepúlveda, señala que el gran reto sería que el futuro hospital de la capital contara con una unidad específica de TCA ya que actualmente no la hay y son los psiquiatras y psicólogos clínicos quienes atienden de forma ambulatoria a los afectados en el área de Salud Mental, en el Centro de Especialidades.
Pero ¿qué son los TCA? Este tipo de trastornos implican una conducta alterada frente a la conducta alimentaria o la aparición de hábitos desmesurados para controlar el peso. En el caso de la anorexia y aunque hay varios tipos, se caracterizan por una reducción drástica de la ingesta, lo que conlleva una bajada significativa de kilos. Por su parte, en la bulimia se suceden los episodios recurrentes de atracones. En los dos tipos, el afectado puede recurrir al vómito autoprovocado.
Sin embargo, esta profesional matiza que esto es solo la punta del iceberg dado que debajo de esta parte más visible pueden subyacer dificultades para relacionarse, problemas emocionales o una baja autoestima. Y aunque en el imaginario colectivo se asocian estos trastosnos con una pérdida muy acusada de kilos, esto solo ocurre en algunos casos y puede haber personas con un peso normal que estén afectadas.
Desde AFEBAC señalan como síntomas que pueden hacer despertar las alarmas cambios bruscos en la alimentación como dietas, eliminar drásticamente ciertos alimentos más calóricos, saltarse comidas y evitar comer con la familia, además de ir al baño después de las ingestas y pesarse con frecuencia.
Paralelamente, estos comportamientos van acompañados de cambios en el carácter como irritabilidad, aislamiento, inestabilidad y decaimiento.
Este tipo de trastornos afectan mayoritariamente a las mujeres (un 90% del total) y suelen darse durante la adolescencia y la juventud. “Nos han llegado pacientes de 14-15 años pero también de 20 o incluso de 30”, indica la psicóloga.
El tiempo de recuperación varía mucho de una persona a otra, dependiendo de la gravedad del caso y de si se ha detectado de forma precoz, pero desde esta asociación hacen hincapié en que “se sale”. Para ayudar en ese proceso, desde AFEBAC ofrecen información, orientación y asesoramiento; terapia psicológica individual y familiar; servicio de nutrición, con talleres para los afectados y sus allegados; talleres terapéuticos para afectados y de orientación familiar; grupos de apoyo; actividades de prevención en centros educativos; y charlas de detección precoz dirigidas a padres y educadores; entre otros.
La psicóloga recalca que la detección precoz es determinante en el éxito de la recuperación por lo que la asociación hace especial hincapié en la prevención, especialmente en el ámbito educativo, habiendo desarrollado charlas -en Cuenca capital y en otros pueblos de la provincia como Iniesta, Huete y Motilla del Palancar- en las que se han trabajado cuestiones como la autoestima y la imagen corporal.
Además, están llevando a cabo una investigación en entidades deportivas para detectar posibles conductas peligrosas. En este punto, consideran que podría haber más varones afectados de los que se cree.
En el caso de Isabel, la citada madre de una afectada, la mujer reconoce que AFEBAC fue su tabla de salvación, complementando la atención de la sanidad pública. “El camino es largo y habrá recaídas pero está avanzando. La familia tiene que estar toda a una y acompañar al afectado”, dice. Su hija, que ha sacado unas excelentes notas, se marcha en septiembre a la universidad y hay miedo y esperanza a partes iguales de lo que puede suponer el cambio: “Ella está muy ilusionada. Esperemos que le vaya bien”.