Día Internacional del croissant: tradición y vanguardia
En el siglo XVII, las fuerzas otomanas intentaron conquistar la ciudad de Viena. Los pasteleros de la ciudad austriaca, únicos que trabajaban de noche, consiguieron frenar la ofensiva, y para conmemorar esta hazaña, crearon un bollo en forma de luna creciente. Con el paso de los años ha evolucionado hasta lo que hoy conocemos como el croissant.
Con sus capas doradas y su interior esponjoso, se ha convertido en un símbolo icónico de la pastelería, llegando incluso a tener un Día Internacional, que se celebra este martes 30 de enero. Por todas sus cualidades, nunca falta en las tiendas de repostería de la capital. Es el caso de Casamayor, porque como explica su maestro pastelero, Peter Guba, es un bollo muy especial, que aquí se elabora de forma 100% artesana seleccionando la mejor materia prima.
Elaborado con mantequilla, el croissant es una pieza que se vende a todas horas del día, puesto que el sabor que desprende invita a consumirlo en cualquier momento de la jornada.
Con harina de trigo de gran fuerza, la levadura, el azúcar, la sal y la mantequilla, se elabora la masa del croissant, que se deja reposar en la nevera. Al día siguiente, en Casamayor le añaden la mantequilla y se le da vueltas para que salga el típico hojaldrado. Después esa masa se estira, se corta en triángulos y de ahí se forman los croissants tras haber estado fermentando en torno a una hora y media. Luego se pintan con el huevo para darle un tono brillante y se introduce en el horno para que comience a coger la forma de media luna y ya esté listo para hacer las delicias de todos los paladares.
Las formas de consumirlo, como expone Guba, pueden ser muy variadas: mojándolo en leche o café, tostándolo en la plancha y añadiendo mermelada, introduciéndole chocolate, nata o crema, o comiéndolo de forma mixta con queso fundido y jamón de york o con un relleno vegetal de lechuga, huevo, tomate y atún, por ejemplo.
Derivados del CroissantAdemás, dada la cremosidad de la masa del croissant, desde Casamayor también se elaboran otros productos derivados de este producto que poco a poco son también muy consumidos entre la clientela conquense. Son el caso de los New York Roll, la napolitana o el Palmerón de León, productos pasteleros esponjosos y con ese característico sabor a mantequilla.
“A estos productos no se les puede llamar croissant puesto que tiene su forma característica”, sostiene el maestro pastelero de Casamayor, pero con la misma masa existen otras variaciones que visualmente parece otro producto pero que mantienen el mismo sabor.
En esta pastelería conquense también se elabora este típico producto del mundo pastelero sin gluten, para que así las persona que tienen intolerancia a este producto puedan disfrutar de su desayuno o merienda con el bollo más común.
Desde Bollería Máxima, negocio centenario de Tarancón, también elaboran día tras día el croissant. Allí mantienen la receta tradicional de mantequilla y, junto a los históricos borrachos, son otro de los productos estrella del céntrico establecimiento. Luis Herrero, la cuarta generación de propietarios, explica que, en este establecimiento, se elabora la masa la noche de antes, que se deja toda la noche fermentando para que, a la mañana siguiente, se hornee y quede “gordito”.
En el horno lo dejan estar muy poco tiempo para que se quede muy crujiente por fuera pero tierno por dentro.
El Día Internacional del Croissant es una oportunidad para celebrar este bollo de múltiples capas en un disfrute gastronómico que conquista paladares ya sea con su forma tradicional o con el añadido de diferentes productos que dan un plus de sabor en cada bocado.