Pan, leche, huevos, azúcar, canela y aceite de oliva son los ingredientes principales de este producto de origen humilde con sabor a Semana Santa. Cada pastelería le da su toque especial pero todas ellas mantienen la receta original que han elaborado durante generaciones.
El alajú, las rosquillas fritas y las torrijas son los dulces tradicionales más vendidos durante estas fechas y los días previos a la Semana Santa, pero esta última es la que más triunfa ya que solo se vende en esta época del año.
José Sánchez Pérez, pastelero de la confitería Casa Mayor, asegura que se venden tanto porque son un producto típico y muy rico. Al día elaboran entre 150 y 200 unidades y, además de la receta tradicional, con miel o leche, también producen una variedad diferente introduciendo crema Chantily tostada y el resoli. Aunque este tipo de torrija se vende menos pero también tiene su demanda.
En la confitería Ruiz de Cuenca mantienen la receta original, siendo la variedad de torrijas de miel las más pedida por los clientes y las bandejas llenas de este dulce se quedan vacías a lo largo del día.
En todas las pastelerías conquenses comienzan a elaborar ese producto quince días antes de Semana Santa y desaparecen de los escaparates después del Domingo de Resurrección.