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Terapia con animales

Terapia con perros para combatir el estigma de los trastornos mentales

Voluntarios realizan labores con perros del Albergue Provincial de Animales para servir a la comunidad al mismo tiempo que conquistan su inclusividad
Fotos: Saúl García
21/06/2023 - María Valverde

Los perros son el mejor amigo del hombre. Ahora los peludos del Albergue Provincial de Animales ayudan, sin saberlo, a personas diagnosticadas con trastornos mentales. 

Esta innovadora terapia nació como una idea en la mente de Cecilia Suay, que ahora es una de las voluntarias dentro de este proyecto nuevo en Cuenca. “Es una posibilidad inmejorable. Da mucha vida y nos afloja unos sentimientos especiales”, asegura.  

Esta propuesta no solo ayuda a quienes participan de ella. Aporta su grano de arena para los animales que residen en el recinto, que cada vez más crecen en número ante la actual oleada de abandonos. Ella ya tiene  experiencia.  Trabajó en una clínica veterianaria en Valencia, pero se marchó por  su problema de salud mental. A Cecilia le quedó un pequeño vacío que decidió resolver con esta propuesta que ahora disfrutan otros usuarios con trastornos mentales. El proyecto empredió el vuelo hace menos de un mes. 

El resto de compañeros se muestran satisfechos con su ocupación en el centro. De hecho, uno de ellos se quiere dedicar al rescate de perros. Ella y el resto de voluntarios  están en un proceso de aprendizaje y, sobre todo,  “de estar en conexión con los animales. Considero que son una terapia que no se ve mucho”, detalla. 

La propuesta otorga a las personas con problemas de salud mental una ciudadanía activa y responsable

Suay confiesa que para ella estar en el albergue le ayuda a despejarse de los problemas cotidianos. Le aporta una paz que recibe y que ella misma también da a estos peludos, con los que tiene un vínculo especial. “Hoy venía cabreada por cosas personales y con estar aquí  se me han pasado todos los males”, expresa. El día a día de estas personas en el albergue va más allá de paseos y cuidados básicos. Hay, sobre todo, mucho amor y un camino hacia la ruptura del estigma que hay en torno a los trastornos mentales.Hay quien ya se ha encariñado con alguno de los perros, comenta. Ella no es una excepción. 

Su favorito es un galgo, un macho “mayorcete” que está en el albergue desde hace dos años y que tiene un daño en una de sus patas. “Los galgos son muy cariñosos sobre todo porque son unos animales que han sufrido mucho. Los manipulan muy mal, los maltratan y sufren mucho”, explica. Suay no logra entender cómo algunas personas pueden abandonar a estos animales y pide a los conquenses que adopten. La idea de Suay se hizo realidad con la ayuda de Beatriz Villejo, coordinadora del centro psicosocial y laboral de las personas con trastorno mental grave de Cuenca. Suay estuvo durante un año en contacto con ella para que le diera luz verde a esta iniciativa,  que fue “mucho más bonita”. Decidió sacar adelante a este proyecto para darle a estas personas la oportunidad de desempeñar “un ejercicio de ciudadanía de pleno derecho”. A esto se añade la contribución con una buena causa con lo que aportan “a la comunidad un valor muy importante”, asevera.

Efectos positivos  

Originalmente, los proyectos de esta índole nacieron en los Estados Unidos en la década de los años 60 y desembarcaron mucho más tarde en España, en torno al 2004. 

Esta experiencia consiste en darle una formación a personas con problemas de salud mental para que lleven a cabo un servicio  en la comunidad. Villejo hace hincapié en la gran fuerza que tiene esta acción que, a primera vista, parece simple.  “Estas experiencias tienen un alto poder inclusivo porque van a partir de sus capacidades y de sus intereses”, explica. 

A través de las labores ejercidas con estos perros se crea una viviencia con la que se cimenta “una ética de cuidado que contribuye a que las personas con problemas de salud mental tengan una ciudadania activa y responsable”, asevera. A su vez, en este proyecto se fomenta sus interacciones con la sociedad y con la naturaleza. Asimismo, se generan una serie de relaciones positivas con uno mismo. “Ellos crecen”, señala Villejo. Su colaboración con el Albergue Provincial de Animales les permite involucrarse en “una ocupación significativa y normalizada para reconstruir su identidad y roles sociales valiosos”. La coordinadora del centro psicosocial y laboral de las personas con trastorno mental grave de Cuenca cuenta cómo es el contexto vital de aquellos que paceden un trastorno mental. “Han vivio en el oscurantismo. Estos aspectos son, en muchas ocasiones, más dañinos que el propio problema de salud mental”, expone. 

Villejo quiere dejar claro que este colectivo es mucho más que una diagnóstico. Afirma que, en muchas ocasiones la vida de estas personas está marcada por momentos de sufrimiento psíquico, pero la mayor parte del tiempo “tienen grandes capacidades, intereses, fortalezas hobies”.

Ahora, gracias a la iniciativa,  se abre una nueva ventana a la inclusión y a la protección de los animales. 

Aumentan los casos de abandono animal registrados en la provincia de Cuenca

“No paran de entrar”. Esta es la frase que resume la actual oleada de abandono animal en la provincia. Susana Caballero, trabajadora y voluntaria en el Albergue Provincial de Animales asegura que, como mínimo, cada dos días reciben a un nuevo perro procedente de pueblos o de la capital.  De hecho, el pasado 14 de junio, arribaron tres perros.  

Caballero explica que en estas circunstancias influye el descenso de acogidas. “Hace dos meses adoptaron a bastantes más”, especifica. Tampoco ve un horizonte esperanzador en los próximos meses. “Cada vez más. Estamos entrando en verano y eso es el acavose”, afirma. 

Actualmente en el centro se alojan 73 perros, una cifra muy superior a noviembre del año pasado donde el albergue velaba por 45 canes. La situación es “muy difícil de gestionar”. Caballero cuenta cómo es el día a día. “El volumen de trabajo es bestial. Estamos las mismas personas, pero el trabajo es el doble”, explica. Estas circunstancias incluso llegan a hacerle mella, pero asegura que, sin lugar a dudas, seguirá haciendo su labor “por ellos”. Caballero explica que la gran mayoría de los animales que llegan al centro tienen una edad entre los 12 y los 13 años, aunque asegura que “hay de todo”. Normalmente recogen perros sin chip. “La mayoría probablemente tendrán dueño”, expresa. Esta trabajadora no encuentra motivos para el abandono. “Nunca lo entenderé”, afirma. Pide ante esta situación ser más conscientes con lo que supone dejar en la calle a un animal. “Animo a todo el mundo a adoptar”, concluye.  

Caballero asegura que los perros brindan un “amor incondicional” y asegura que ellos “no te van a abandonar nunca”.