El proceso de desescalada en Cuenca comienza a dejarse notar en la medida en la que han cambiado las actividades rutinarias de hace sólo meses atrás. Los usuarios de la clínica Sunne lo comprueban de primera mano a la hora de volver a este centro de fisioterapia y rehabilitación.
La clínica volvió a reanudar su actividad desde el pasado 4 de mayo. “Cancelamos nuestra actividad el mismo fin de semana en la que se instauró el estado de alarma mediante un comunicado conjunto de los centros especializados del gremio en Cuenca, desde entonces hemos afrontado un proceso de información necesaria para la reapertura”, nos cuenta Ramón Gómez, fisioterapeuta y gerente de la clínica de Sunne.
“Desde el 20 de abril a esta parte, comenzamos a planificar lo necesario para volver a trabajar, ello incluía el contar con equipos de protección individual (EPI), además de un protocolo que garantizase la salud tanto de los trabajadores como de nuestros pacientes”.
El proceso de atención está elaborado al detalle gracias a la colaboración de trabajadores sanitarios que a su vez forman parte de la clientela habitual de este centro. “Hemos tenido comunicación constante y contamos con las mismas medidas que tiene el propio Hospital”. Para empezar, la atención se debe realizar siguiendo una cita previa comunicada telefónicamente, “aunque también nos han contactado desde nuestra vuelta gente por redes sociales”, confiesa Ramón. Una vez se cita al paciente, éste recibe vía telemática un documento PDF con las instrucciones del protocolo a seguir.
Cuando el usuario llega al exterior del centro, los turnos entre una visita y otra guardan un tiempo de unos 15 minutos para desinfectar la sala y materiales y para evitar la coincidencia de los pacientes. Cuando hay ‘luz verde’, nada más poner un pie en el interior, es necesario limpiarse el calzado en un felpudo con una disolución de cloro para descalzarnos posteriormente para circular por la clínica.
“Tras quitarse el calzado, se aplica gel hidroalcohólico mediante un dispensador con sensor, de manera que no hay contacto, y se le toma la temperatura. Si todo está en orden se procede entonces a la sala”, nos explica Ramón mientras nos atiende enfundado en un buzo de proyección, con sus respectivos guantes, gorro, mascarilla y visera protectora. “Al final, pese a que se ha limitado la actividad a sólo un usuario por zona y sesión, no deja de entrar en salir y gente, por eso es necesario este procedimiento”, nos explica añadiendo que “la recepción por parte de los usuarios ha sido muy positiva por la sensación de seguridad que se les transmite, hay cierto respeto por la situación existentes ahora mismo y eso hace que el cumplir con estas normas sea algo que se lleve mejor”.
Además de todo este meticuloso proceso hay que añadir un factor muy importante una vez se está dentro de la sala. “Contamos con un purificador de aire doble filtro HEPA que está en constante funcionamiento. El de mayor tamaño cuenta con filtros especializados que garantizan así la ausencia de malos olores, aire enrarecido, etc.”.
Además, durante la práctica, en el caso de las sesiones de rehabilitación o ejercicio físico, existen compartimentos para dejar los utensilios para desinfectarlos una vez termine la consulta. Una vez concluye la sesión, el pago se realiza “bien por Bizum (transferencia bancaria por móvil) o por tarjeta contact-less, de esta forma evitamos la manipulación de elementos como el dinero en efectivo para reducir los riesgos”.
Cabe destacar que en toda esta ruta de prevención, la responsabilidad también es de los usuarios, es por eso que es necesario cumplir con una norma de anular la cita en el caso de presentar algún tipo de síntoma o si por en cambio han estado en contacto en los últimos 20 días con un positivo por COVID19.
Si bien, todo este procedimiento medido al detalle tiene sus inconvenientes. Obviamente las condiciones de trabajo son diferentes al estar enfundados en equipos de protección, además de que la actividad de la clínica se ha reducido de manera considerable a un número menor de pacientes a los que visitar, “no obstante, con la fase 1, se reincorporará otro fisioterapeuta más, lo es otro paso más hacia adelante”.
Pero pese a las dificultades que ha supuesto el cierre de estos 50 días, la clínica no ha perdido el contacto con aquellos que lo han requerido en base a su vocación deontológica, tal y como nos explica Ramón: “Obviamente, con el parón pues pilló a gente en pleno proceso o tratamiento. En esas circunstancias lo que hicimos por nuestra vocación y confianza con ellos fue realizar un seguimiento y recomendaciones a aquellos que lo necesitaban. Pese a que ha pasado casi dos meses desde entonces, te sorprendes al ver cómo han cumplido a rajatabla esas recomendaciones”.
“PÓNTELA, PÓNSELA”
Otra de las iniciativas que llama la atención que impulsa Sunne es la del uso de las mascarillas a sus pacientes. “Se trata de unas mascarillas personalizadas que damos a nuestros pacientes para su uso, sobre todo en el caso de aquellos que realizan carrera o bicicleta ahora que es posible. Entendemos que nos un elemento que siempre haya que llevarlo, pero si por ejemplo salimos a correr y nos vamos a cruzar gente, lo ideal es ponérsela”.
Mientras que en el aspecto de las salidas en bicicleta, Ramón explica que esta recomendación es igual de importante, pues “las distancias entre ciclistas deben ser mayores para evitar que las partículas que podamos expulsar o segregar alcancen de forma directa al que está detrás de nosotros”. De esta forma y emulando al conocido lema de los años 90, Sunne aboga por usar el “póntela, pónsela” en lo que a mascarillas se refiere.
La esperanza pasa por ir acomodándose a esta nueva situación que si bien, para este fisioterapeuta tendrá un lado positivo, “puesto que nos hará ser más responsables con nosotros mismos y con el restos de la población. Por ejemplo, pasará como ocurre en Japón, que si alguien tiene un catarro, irá siempre con mascarilla para evitar el contagio”.
Mientras tanto, en este centro sigue mejorando la situación de las personas que les visitan en un ambiente seguro y que sigue al pie de la letra las prevenciones para poder desarrollar su actividad.
"Ha sido un golpe brutal, pero no hemos parado durante el estado de alarma por que somos una familia"
En Magdala Sport la vuelta a la actividad desde que Cuenca entró en fase 1 ha sido un "pequeño alivio" ante la dura situación que ha supuesto para este centro la paralización por el estado de alarma por el COVID19. Si bien, la imagen que se visualiza es bien distinta.
Lo que antes era una sala de gimnasio y rehabilitación abarrotada con usuarios realizando sesiones de entrenamiento, yoga o circuitos específicos, además de los espacios de fisioterapia, podología o nutrición, ahora se han convertido en escenarios compartidos por dos personas (usuario y especialista).
"Para nosotros ha sido un golpe tremendo, la vuelta es muy triste, siempre hemos tenido mucho ambiente y mucha gente en la instalación y ahora sólo estamos los cinco profesionales, todos con cita previa y los entrenamientos se han restringido a los que eran de tipología personal, con un sólo alumno", explica Ramón Fernández, fisioterapeuta y gerente del centro Magdala Sport.
"Ya no es el simple hecho que tenga que estar de fisioterapeuta y recepcionista a la vez, sino la imagen totalmente diferente que tenemos, algo que para un negocio que comenzó hace apenas un año, es muy duro de afrontar y un golpe de realidad tremendo. Antes en la zona nunca encontrabas aparcamiento, llegabas a trabajar y te asomabas para saludar a las tres o cuatro personas que siempre había. En rehabilitación teníamos siempre entre seis y siete personas, ahora tenemos que ir de uno en uno, la instantánea es muy diferente y te das cuenta del alcance tan duro que está teniendo esto, no sólo para nosotros, sino para todo tipo de negocios", explica Fernández.
Por lo demás, la metodología funciona de manera similar en esta situación excepcional: atención con cita previa, utilización de elementos de protección como gel hidrioalcohólico, guantes y mascarilla, además de un periodo de tiempo extra que se añade a cada consulta de unos quince minutos que se utilizan para desinfectar materiales y espacios entre visita y visita.
Pese a la limitación de su reactividad, Magdala no ha parado durante la pandemia, ya que ha ido ofreciendo de lunes a viernes desde que se instauró el estado de alarma entrenamientos mediante redes sociales, al igual que atención en la medida de lo posible para los distintos casos que estaban en tratamiento en el momento que aterrizó la pandemia.
"Con el tema de los entrenamientos es algo que tenemos que agradecer a los chicos porque lo han hecho de manera totalmente altruista para hacernos a todos más llevadera esta complicada situación. Lo hemos entendido así porque al final los que pasamos por aquí somos una pequeña familia, y la recepción fue espectacular. En el ámbito de la fisioterapia ya ha sido más a nivel privado, los pacientes de post-operatorios o similar le hemos mandado vídeos y ejercicios que pudieran hacer en casa. La gente que nos ha pedido ayuda hemos estado ahí a través de nuestras redes porque lo hemos entendido necesario".