Cuenca Lee 2024
Sonsoles Ónega pregona Cuenca Lee con un discurso muy poético y con acento conquense
La periodista y escritora Sonsoles Ónega ha pregonado este sábado una nueva edición de la feria del libro Cuenca Lee 2024 en una Plaza de España repleta donde no cabía ni una coma y donde lectores y libreros han podido disfrutar de un discurso muy poético que ha tenido un marcado acento conquense.
Minutos después de las siete de la tarde, Ónega se ha subido al escenario, que este año se ha ubicado en la calle Gregorio Catalán Valero. “Nunca pensé que que podría haber tanta gente y venía con el pánico por pensar que quizás no habría nadie escuchándome”, ha asegurado en un primer momento, para después desvelar ante su público varias reflexiones.
La primera ha sido se orgullo, porque nunca hubiera pensado ser invitada para pregonar la feria Cuenca Lee y una segunda de miedo, quizás por esa falta de experiencia pregonando ferias.
Aun así, ha asegurado que subirse al escenario de Cuenca Lee 2024 has ido “más importante que ganar el Planeta”, porque aquí el jurado ha sido el público. “No vengo a hacer un pregón, eso se lo dejo a Raúl del Pozo, José Luis Perales o José Luis Coll, porque yo prefiero rebosar de humildad”, destacaba.
Al mismo tiempo, reivindicaba un día cada mes para celebrar “la felicidad de la lectura”, y mandaba un mensaje para los libreros, ante quienes se arrodillan ya que ellos, “guardianes de nuestras historias, son doctores del alma que recetan literatura en vez de pastillas”.
También ha tenido mensajes hacia esta profesión: “no habrá Inteligencia Artificial que suplante vuestra inteligencia construida en las páginas de los libros contra los vientos y mareas del tiempo que nos ha tocado vivir. Sabios, sabidos y críticos, recibid esta tarde mi cariño y mi emoción”, enfatizaba.
“Qué haría el escritor sin vosotros, sin el pueblo, sin la gente que sea soma a las casetas o a las librerías buscando a ese creador de carne y hueso para confirmar que existe como el devoto busca al santo”, recitaba la periodista y escritora.
Porque como bien ha asegurado Ónega, “los libros no caducan ni pasan de moda, permanecen siempre y, gracias a Dios, sobreviven”, por lo que de este modo ha querido hacer un pregón centrado en los ilustres de las letras conquenses.
“Quisiera ser Raúl del Pozo que aquí aprendió a hablar y escribir, o ser Mary Carmen, sorda como Doña Rogelia para no oír el reproche si me equivoco, porque aún la vemos cada tarde con Macario, justo cuando la luna baña la Cuenca del río. Y quisiera ser también Perales, que cantó a los nidos de águilas. Quisiera sus retiros, su teatro y su boda feliz, una tarde de julio, que como contó el Diario de Cuenca, anulaba envidioso el sol cuando jurándonse amor eterno Manuela la de Castilla y José Luis el de Castejón. Yo solo soy soldado de un ejército que dispara letras, sin más pretensión que recaudar vuestro cariño y no los impuestos que decían que venía a recaudar por aquí, Cervantes”.
Y al hilo del escritor más universal, ha asegurado que fue todo un error que el escritor no hiciera caminar a Don Quijote por Cuenca, por lo que se la ha ocurrido hacerle viajar.
“Habría delirado con la orejita de La Ponderosa, una cervecita en Marlo y unos zarajos del Bodegón. Por culpa de Don Miguel se perdió las codornices y truchas escabechadas, el pisto manchego y el queso viejo en manteca, la tortilla de ajos tiernos, el puchero de judías pintas y sin un resoli aún grabado en la memora de tantos niños como ese primer sabor adulto de licor y café”.
Por último, Sonsoles Ónega, con símiles de su etapa de periodista en el Congreso de los Diputados, ha reivindicado el libro como un elemento al que nadie hace oposición y que siempre gana por mayoría absoluta y, sin meterse en política, ha dejado claro que en unas elecciones, ella votaría a quien mandara un libro en la publicidad electoral, a quien subvencionara la apertura de librerías y a quien perdonara el IVA de los libros”.
“En Cuenca uno puede perder la vista, pero no la mirada. Uno puede perder el aire, pero no la bocanada. Uno puede perder la cabeza, pero no la palabra. Así que yo acabo diciendo, que yo quisiera ser libro para quedarme siempre en Cuenca”, ha concluido una Sonsoles Ónega que ha recibido al terminar un pregón una gran ovación y no sin antes desear sus mejores augurios a la Balompédica deseándole la victoria.