Procesiones Semana Santa 2025
Sobriedad, respeto y silencio en una multitudinaria Procesión de la Vera Cruz
Perdón, promesa de salvación, entrega, dolor, sacrificio, anhelo y redención. Siete Palabras para la reflexión y la fe que han sonado con fuerza en el silencio de una Cuenca nazarena rendida al Santísimo Cristo de la Vera Cruz. Herencia de amor y misericordia "que enriquece el patrimonio espiritual”, reflexionaba el obispo de Cuenca, José María Yanguas, en su prédica ante una abarrotada Plaza Mayor que esperaba con ganas la celebración de la Procesión Penitencial del Lunes Santo.
Este año, la Muy Ilustre y Venerable Hermandad Penitencial del Santísimo Cristo de la Vera Cruz ha estrenado el adelanto horario de la Procesión Penitencial, como estaba previsto en 2024. Una decisión que ha sido clave para poder terminar el desfile, puesto que a su fin llegaba la lluvia.
La ciudad ha acompañado en masa, y cuando a las 21:30 se abrían las puertas de la Catedral para dejar salir a la comitiva procesional, en la plaza ya no cabía un alma. A hombros de sus banceros, el Santísimo Cristo de la Vera Cruz abandonaba las naves catedralicias tras recorrerlas en procesión interna. A su paso, una multitud esperaba en la Plaza Mayor, enmudecida por la solemnidad del Cristo que expira sobre la Cruz, imagen de redención y esperanza.
Sobriedad, respeto y silencio han caracterizado una noche que desde sus inicios ha sido espléndida. Cuenca se ha echado a la calle en este Lunes Santo de Vera Cruz. Había ganas y se ha notado en las filas y en las aceras a lo largo del recorrido del vía crucis penitencial, que ha dejado momentos de gran belleza y emotividad.
“Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”, predicaba monseñor Yanguas ante el gentío que aguardaba el inicio del cortejo en la escalinata catedralicia, este año precedido por las voces del coro Alonso Lobo. La primera de las Siete Palabras de Jesucristo en la Cruz. “Un testamento espiritual, una herencia que Jesús entrega a la humanidad en la hora de su muerte, que por su peso obliga a respetarlas y cumplirlas”, reflexionaba monseñor Yanguas enfatizando sobre que Jesús "da la cara por nosotros" en el instante mismo en que la Cruz muestra con toda su crudeza el dolor de nuestros pecados.
Le han seguido las voces de hermanos y hermanas de la Vera Cruz como la del sacerdote Mario Valverde, que reflexionaba sobre la victoria del amor sobre la muerte como promesa de salvación. Fernando Díaz, Clara Urango, Julio María Checa, Celia Casanova y el vicario general Antonio Fernández Ferrero han completado las Siete Palabras en un recorrido penitencial con siete estaciones, siete templos, y en cada uno de ellos, una Palabra, una reflexión de fe y una enseñanza de la cátedra que dejó Jesucristo en la Cruz.
El Coro de Cámara “Alonso Lobo”, bajo la dirección de Luis Carlos Ortiz, ha acompañado el recorrido del cortejo, que de forma impecable, elegante y sobria ha transcurrido por Alfonso VIII, Andrés de Cabrera, calle del Peso, Solera, Alonso de Ojeda, Puerta de Valencia, Las Torres y Aguirre hasta su final en San Esteban, con un gran gentío en la calle animado por las suaves temperaturas de la noche.
El recibimiento en el Oratorio de San Felipe Neri ha sido espectacular. Una multitud aguardaba a la Vera Cruz. Allí, el hermano Fernando Díaz Miranzos evocaba con voz emocionada las palabras de Jesús a María y a Juan: “Mujer, ahí tienes a tu hijo. Hijo, ahí tienes a tu madre”. La entrega, ternura y comunión con la humanidad de estas palabras resonaban entre los muros mientras el cortejo alcanzaba El Peso con una perfecta maniobra de los banceros y la caricia del coro sobre el silencio resonando a golpe de horquilla, tambor velado y campanilla de reo de muerte.
“Ahora estás padeciendo toda la amargura, pero no se puede terminar así. Eres el Dios del abandono pero también el de la esperanza, y a ella debemos aferrarnos para alcanzar esa seguridad que tantas veces nos hace falta”, reflexionaba en San Andrés la hermana mayor 2025, Celia Casanova Torres, ante un conmovedor silencio.
Con mucha gente en el recorrido, el desfile llegaba con retraso al Salvador, quinta iglesia de prédica en la que Julio María Checa Pérez reflexionaba sobre el anhelo de Cristo por el amor humano, más que una necesidad física, de nosotros, de la fe, entrega y conversión. “Todo está consumado”, declamaba Clara María Urango en la Puerta de Valencia, ante un abarrotado público encarando ya un final que pronto desluciría el buen desarrollo del desfile.
Con los hachones siempre encendidos, las largas filas del cortejo –este año, por primera vez con niños sin capuz– han transcurrido de forma muy ordenada durante todo el recorrido, que finalizaba pasadas las 00:40 horas. Pocos metros antes, cuando el desfile se acercaba a la Diputación, comenzaba a llover, obligando a acelerar el paso hasta la Iglesia de San Esteban, donde el coro Alonso Lobo cerraba con el Miserere tras la Séptima Palabra que pronunciaba el párroco Antonio Fernández, que meditaba sobre la necesidad de hablar con Dios, y pedirle, agradecerle y aprender de su experiencia ... "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu", resonaba en una Cuenca hecha ya oración. Fuera, la lluvia cobraba fuerza después de un Lunes Santo espectacular en solemnidad, recogimiento, belleza, participación y asistencia de público, que deja un hermoso y memorable desfile procesional cuando se cumplen 30 años de la Procesión Penitencial de la Vera Cruz.