Histórico, porque contó con dos pasos de San Pedro Apóstol en su noche de Aniversario. Emocionante, porque estuvo lleno de gestos nazarenos. Y fluido de principio a fin, pese a rebasar ligeramente el horario previsto. Así transcurrió el Silencio en este Miércoles Santo.
El cortejo salía puntual desde San Esteban, templo al que este año por primera vez se ha regulado el acceso en la salida a fin de mejorar el desarrollo de la misma. Ante el gentío y sonando Al Señor del Rescate en la Banda de la JdC daba sus primeros pasos la Oración, que llevó largas filas (doblando a tramos) y muchos niños en todo el recorrido. Tras ellos el Judas, los 30 denarios de Pataco al frente emulando a los que recibió el discípulo traidor y, haciendo escolta un año más, la Guardia Pretoriana de la Pasión Viviente de Tarancón.
El paso por Aguirre y Las Torres hacia la Puerta de Valencia fue fluido y vistoso, bien llevados los dos pasos de olivo. La Banda de la JdC encaraba las puertas abiertas del Salvador al filo de las 20 horas y regalaba a la Virgen de la Amargura y San Juan una interpretación conmovedora de El Sacramento de Nuestra Fe, marcha que incorporaban al repertorio en 2017 y que se ha revelado como todo un acierto.
Rápido ascendió el Huerto hacia el Peso por Solera. Tras él, los banceros del Judas – demostrando una vez más la raza que tienen – obsequiaron a los presentes con una subida por Solera de las que hacen afición, de una sola tirada, sin dejar de bailar, sonando impecable Mi Amargura en la Asociación Musical La Concepción de Horcajo de Santiago.
San Juan y la Virgen salieron a la Plaza del Salvador sobre las 20:30 horas para iniciar su ascenso, con paso corto y elegante, sonando Camino de Lágrimas en la Agrupación Musical San Clemente de la Mancha, que estuvo un año más extraordinaria tras la Madre. El cortejo alcanzó la Plaza Mayor a las 21 horas, tras subsanar algunos desajustes de espacio entre las hermandades de cabeza. Fue especialmente bonita la llegada bajo arcos de los dos pasos de olivo, así como la entrada en el Obispado de la Amargura con San Juan.
Pero a la noche le quedaban muchos momentos por vivir dignos de ser recordados. Tras la salida de la Santa Cena de la Catedral después de haber rezado, llegaba a la Plaza Mayor el San Pedro Apóstol en el 75º Aniversario fundacional de la Hermandad, precedido del paso de San Pedro que gubiara Leonardo Martínez Bueno y que forma ahora parte de la Semana Santa de Belmonte. En los aledaños de la iglesia de San Pedro tuvo lugar un emotivo acto de unión entre las dos hermandades. Nazarenos conquenses y belmonteños unidos por una misma devoción.
El cortejo inició su bajada pasadas las 22 horas. Con cuatro pasos de olivo, las curvas de la Audiencia, Calderón de la Barca y Carretería se convirtieron en olivar evangélico para que se cumpliera en Cuenca la Escritura a hombro de bancero. Muy notable también el desfile de la Negación, bien llevada y con muchos hermanos en su bajada; volvieron a escuchar el motete Ter me negabis en San Felipe, compuesto en 2017 por Pedro Pablo Morante, director del Coro del Conservatorio, por el XXV Aniversario de la Hermandad. Y el Santísimo Ecce-Homo de San Miguel, conmovedor, se volvía hacia un balcón de la anteplaza en recuerdo de un hermano difunto.
Tras una bajada fluida y compacta en la que las bandas sonaron mucho y muy bien, la Santa Cena entró bailando en Diputación al filo de la una de la madrugada, tras la despedida con la Banda de la JdC al son de Tu Humilde Mirada. Los dos San Pedros hacían resonar sus horquillas al son en el homenaje a los caídos con la Muerte no es el Final y, un poco más tarde, con la saeta en Aguirre justo antes de su final. Comedidas y elegantes fueron las despedidas del Judas, la Negación, los dos San Pedros, el Ecce-Homo y la Madre con San Juan en Aguirre. Mucho público a pesar de la hora – la temperatura acompañó – y más silencio que en otras ocasiones.
El Santísimo Ecce-Homo de San Miguel, acompañado en todo su desfile por una voluntariosa Asociación Musical Moteña, y San Juan y la Virgen con la de San Clemente, hicieron en la intimidad el último tramo de procesión, muy juntas las hermandades en todo momento y con una buena coordinación musical que hizo que la subida por Alonso de Ojeda fuera preciosa. La Virgen entró al Salvador antes de las 3:30 horas y el Ecce-Homo, tras un tramo final por Solera y el Peso con xxx que conmovió a todos los presentes, entró en San Andrés con el Himno Nacional alrededor de las 3:30 horas.
Cuenca, ya en Jueves Santo, velaba la Pasión. Cuando vuelva a ver al Señor, será Reo de Muerte y Jueves Santo.