Una mano tendida. Una atención imprescindible para la salud. Un salvavidas para la sociedad. El Servicio de Urgencias del Hospital Virgen de la Luz de Cuenca brinda una puerta abierta a las personas las 24 horas del día.
Treinta y seis enfermeros y enfermeras, veinticinco auxiliares de enfermería, veintisiete médicos y veinticinco celadores velan por el bienestar de los conquenses día a día. A ellos se suman los residentes y los empleados encargados de la limpieza, indispensables para el funcionamiento del área.
Como si se tratara de una orquesta perfectamente sincronizada, este equipo de profesionales trabaja codo con codo para atender a 230 pacientes al día. Félix González, jefe del área de Urgencias del centro hospitalario define la labor de la plantilla como “un proceso complejo en el que se requiere de una cadena de montaje en la que ningún eslabón puede fallar”.
González, José Manuel Cañamares, Cristina Melero y Fernado García son algunos de los nombres del amplio equipo que cuida la salud de las personas las 24 horas durante toda la semana. Los cuatro sanitarios comparten una complicidad palpable, un factor elemental para el buen funcionamiento de este servicio. Gónzález destaca que, si no hay ambiente positivo, las labores pueden llegar a complicarse.
“Este es un trabajo duro que implica trabajar de noche y a cualquier hora. La gente que me rodea es especialmente buena y comprensible. Sabe trabajar en equipo”. González ilustra el vínculo que se crea en el área de Urgencias a través de una anécdota. “Cuando termina la guardia, los residentes adjuntos se despiden con un beso como si hubieran pasado juntos un mes”, relata. “Estar veinticuatro horas conviviendo, trabajando, sin dormir y con estrés hacen que este equipo se convierta en una gran familia”, expresa.
José Manuel Cañamares, supervisor dentro de este servicio, asegura que es un área “bastante complicada” y señala que “no todas las personas´ están preparadas para trabajar en urgencias”. Según este profesional es necesario tener un cierto bagaje dentro de la profesión.
Cuando una persona acude al hospital para ser atentido el primer paso que se da es llevar a cabo el triaje. José Manuel Cañamares, supervisor dentro del serivicio, explica cómo es su funcionamiento.
Se trata de un proceso en el que los pacientes son clasificados según la patología que presentan y, una vez determinada esta cuestión, es derivado a urgencias, a la zona de reanimación en caso de que se trate de un asunto de especial atención o a la sala de observación si necesita una valoración en ese área. Se traslada a una zona u otra en base al problema de salud que manifieste. González destaca que este sistema no sigue el orden de llegada. Más bien son los síntomas y los signos los que marcan quién tiene prioridad a la hora de ser atendido. El objetivo es tratar a la persona según la inmediatez que requiera su dolencia.
Los motivos por los que las personas necesitan esta atención médica urgente son muy variados. González asegura que dentro de este servicio existe una estacionalidad. Esto quiere decir que en cada época del año aumentan las visitas al servicio por una patología concreta. Las de origen respiratorio tienen más peso en otoño e invierno mientras que en el periodo estival son más habituales casos relacionados con el ocio, como, por ejemplo esguinces o golpes.
RETOS
Los dos grandes desafíos que afrontan los sanitarios en este servicio es la atención a personas con un estado crítico y el sobreuso que existe dentro de esta prestación. Los cuatro sanitarios coinciden. “Hay una serie de pacientes que posiblemente, con un filtro adecuado, no deberían haber llegado a urgencias hospitalarias”, explica.
Aquellos que acuden por una patología menor generan una sobrecarga de trabajo a los profesionales y causan un perjuicio en un sistema ideado para las dolencias de mayor gravedad. “Ello genera un trabajo extra que limita a los profesionales en el cuidado de otros pacientes que lo requieren un poco más”, explica. González pide a la sociedad usar el servicio de urgencias hospitalarias con criterio. Fernando García, uno de los enfermeros de la plantilla, traslada sus impresiones. Este profesional achaca esta saturación de la prestación a una falta de formación sobre cuestiones de salud.
García señala que cuando una persona desarrolla un problema de salud, en muchas ocasiones un paciente no sabe a qué centro debe acudir. “Hay que incidir en la educación para la salud”, expresa. García comenta que esta es tarea de los sanitarios y que hay que indicar a los pacientes cuándo es realmente necesario ir a urgencias.
Esta situación a su vez genera un contexto de estrés para estos profesionales. “Vivimos, en muchas ocasiones, con mucho estrés laboral y mucha sobrecarga. Siempre estamos tirando de favores especiales para que todo funcione lo más rápido posible”, manifiesta González. El verano no mejora esta circunstancia al ser un periodo en el que los turistas que visitan Cuenca acuden a este servicio hospitalario. “La situación de verano de este hospital es muy compleja por la asistencia a este tipo de oriundos que vienen”.
A ello se suma la dificultad para acceder a sus informes al tratarse de pacientes que residen en otras ciudades, casos en los que la única forma de saberlo es si ellos mismos proporcionan los datos.
En ocasiones se dan situaciones que llegan a desbordar emocionalmente al paciente y esto puede desembocar en momentos tensos e incluso en agresiones hacia el personal sanitario. “Para cada persona lo suyo es lo principal y todos quieren ser los primeros en recibir atención”, señala José Manuel Cañamares, supervisor. Este profesional explica que no es posible atender a este deseo porque, de ser así, las urgencias serían “algo caótico”. Los momentos tensos no son desconocidos para estos profesionales. “Hay pacientes que no entienden que la urgencia se ve desde un punto, el de la gravedad”, expresa Cristina Melero, auxiliar de enfermería. “Vienen muy nerviosos. Se intenta calmarles, explicarles la situación en un momento en el que el sanitario tiene que atender a otro paciente”, detalla.
González y sus compañeros aseguran que este tipo de incidentes han aumentado en los últimos años. Fernando García cree que ello se debe a que “la sociedad demanda inmediatez”.
Felix, Fernando, Cristina y José Manuel recorren los pasillos de urgencias y vuelven a sus labores para, junto al resto de sanitarios del servicio, velar de nuevo por la salud de las personas.