Y como no hay dos sin tres (o eso dicen), la lluvia obligó a suspender el Santo Entierro y dirigirlo por el Peso al empezar a llover cuando el cortejo se encontraba en las inmediaciones de esta calle. A pesar de que las previsiones de lluvia que se manejaban en Cuenca por la mañana hablaban de lluvia con alta probabilidad durante todo el día, lo cierto es que a la salida de ninguno de los tres cortejos procesionales llovía.
El Santo Entierro salía puntual y sin rastro de lluvia por la Puerta de Piedad de la SIB Catedral a las 21 horas para encontrarse con una Plaza Mayor abarrotada a pesar del frío y en un respetuoso silencio.
Cabeceras (especialmente notable la presencia de las de la procesión de la mañana y de algunas del mediodía, así como la de la hermandad de la procesión del Duelo), hermanos mayores y cetros y muchos hermanos de tulipa encabezaban el cortejo, que empezó a bajar pasadas las nueve de la noche hacia Alfonso VIII. Lo hizo rápido y de forma fluida, de tal modo que la Cruz Desnuda (que cumple 90ª Aniversario) escuchaba su miserere sobre las 21:30 y en el lapso de diez minutos más tarde cantaba el Coro del Conservatorio el miserere para el Yacente en el 75º Aniversario de su llegada a Cuenca y el Stabat Mater para Nuestra Señora de la Soledad y de la Cruz.
Los del Santo Entierro no solo son los últimos momentos en que canta el Coro del Conservatorio en la Semana Santa: también fueron este año los único que se escucharon el Viernes Santo.
La Banda de la JdC, con los guiones a la espalda, bajaba por la segunda curva de la audiencia cuando empezaba a llover. Y lo hizo con fuerza, de modo que se decidía suspender la procesión y llevar a los pasos por el Peso hacia su final: el de la Cruz Desnuda en San Andrés y los dos de la Congregación en El Salvador. La entrada definitiva se producía al filo de las 22:30 y nos dejaba un Viernes Santo en el que las tres procesiones hubieron de dar por válida la opción de acortar por la calle del Peso.