El alcalde de Cuenca, Ángel Mariscal, ha sido el encargado de presidir la procesión de San Roque que, como cada 16 de agosto, ha tenido lugar este jueves por las calles del Casco Antiguo.
La mañana amenazaba lluvia, pero el patrón de los empleados municipales y azote de la peste ha podido procesionar hasta el final, cuando han empezado a caer las primeras gotas. La imagen, obra del escultor Bieto Masip, partía desde la iglesia de San Felipe Neri a las 10 horas acompañada de los acordes del himno nacional, interpretado por la Banda de Música Municipal y de decenas de conquenses.
Entre marchas procesionales y a hombros de los fieles, San Roque ha ascendido por la calle Alfonso VIII hasta la Plaza Mayor donde, a los pies de la Catedral, ha comenzado su camino de regreso hasta el punto de partida.
Una vez en la iglesia de San Felipe Neri, donde recibe culto durante todo el año, se oficiaba la solemne Misa y se procedía al reparto de la caridad.
La celebración de San Roque es una de las tradiciones religiosas más antiguas de Cuenca.
Se remonta al siglo XVI, cuando la ciudad, asolada por la peste, jura encomendarse al santo y celebrar su festividad. Hoy no con tanto esplendor y brillantez como antaño, pero con la misma devoción por parte de los conquenses, la Cofradía del Glorioso San Roque, con más de un centenar de hermanos, se encarga de mantener esta costumbre llena de historia y fervor, al igual que ocurre en otras pedanías como Valdecabras o Mohorte donde también celebran actos religiosos con motivo del Día de San Roque.
