“No llevo la cuenta de cuántas horquillas he restaurado o hecho desde que empecé en los años 80, pero... muchas”. El taller de Rafael Redondo – más conocido en Cuenca como “el herrero de la Pasión”, sobrenombre que lleva con orgullo – suena a Semana Santa. La Pasión centra las conversaciones y el trabajo en las semanas previas al inicio de las procesiones e incluso sale, en forma de marchas procesionales, de la radio colgada en una de las estanterías. Lo mismo sucede en la carpintería de Juanjo, uno de los dos Hermanos Soria, o en la Cristalería Cervera, donde Juanma restaura con pulso y paciencia los faroles que acompañan en procesión al Santísimo Cristo de Ecce-Homo de San Gil.
Rafa, Juanjo y Juamna forman parte del trabajo entre bastidores de la Semana Santa. Su labor, tan necesaria como desconocida o poco vistosa en ocasiones contribuye, junto al de tantos profesionales como ellos, a que los desfiles procesionales luzcan en todo su esplendor y sean lo que son. Herreros, carpinteros, cristaleros, bordadoras, restauradoras… son los valedores de la Semana Santa y en sus manos está, también, que las procesiones salgan bien cada año. Por eso, la palabra que les une al preguntarles por su trabajo es la misma: responsabilidad. “Trabajar para la Semana Santa de Cuenca es una responsabilidad, porque es algo que tenemos muy arraigado” destaca Juanma desde Cristalería Cervera.
Manos a la obra
Dos meses antes de la Semana Santa, los talleres de restauración y reparación de enseres reciben la carga principal de trabajo relacionada con la Pasión. “Aunque tenemos de todo, dependiendo de la reparación que sea, sí que hay cosas que nos llegan a última hora siempre, como las horquillas, cetros, banquillos y el repaso de banzos” explica Juanjo Soria.
“Cuando la reparación ya es de andas el encargo suele ser nada más terminar la Semana Santa” puntualiza. “Cuando va llegando la Cuaresma es cuando más cosas se hacen” confirma Juamna. “Muchos enseres se empiezan a preparar unos meses antes de desfilar y es entonces cuando se ve si hay alguno en mal estado, si está roto… o si se decide cambiarlos y poner unos nuevos o distintos, ya que hay hermandades que lo que quieren es que les elaboremos algo nuevo, original” precisa.
“Casi todos los años viene gente a última hora. Este año, tengo unas horquillas del San Juan Bautista que me acaban de traer. Y yo también suelo dejar este trabajo para última hora, porque en Cuaresma es cuando más te ambientas para estas cosas – ríe Rafa Redondo – Imagínate ponerse a esto en el mes de agosto, que estás pensando en otra cosa. Aunque lo he hecho para alguna fiesta de algún pueblo” recuerda.
En cuestión de enseres, lo que más sufre son las horquillas: “Todos los años tenemos que hacer nuevas, es lo que más se deteriora con los golpes contra el suelo y la mala colocación bajo el banzo” cuenta Juanjo.
“La fuerza con que se da el golpe influye mucho” aclara Rafa, y es que la orografía conquense, unida al brío de los banceros al desfilar, hace que las horquillas “se rompan y, sobre todo, se doblen, porque nuestro recorrido procesional tiene mucha subida y mucha bajada y la mayor parte del tiempo no se puede colocar la horquilla en posición recta”.
Por si esto fuera poco, los casquillos “al golpear contra los guijarros se van clavando y se van comiendo la madera, de modo que le van haciendo abajo una rebaba y hay que arreglarlos todos los años”. La demanda es elevada, por eso “cuando no tenemos mucho trabajo aprovechamos para ir haciendo casquillos, horquillas el carpintero... Siempre tenemos preparativos de casquillos, porque es lo que más se suele estropear. Y entre las hermandades que sabemos que suelen romper más horquillas, tenemos siempre reserva” explica Rafa.
Y… ¿Qué hermandad de la Semana Santa rompe más horquillas? Rafa se ríe: “Los de la borriquilla rompen muchas… pero porque tienen dos pasos” matiza. “Y porque, al ser el primer día… salen con muchas ganas y claro” ríe de nuevo. “En el Ecce-Homo de San Miguel rompíamos muchas, al tener la procesión y el traslado. Ahora lo que hacemos es que tenemos dos juegos de horquillas: unas para la procesión y otras para el traslado” apunta.
Esto en cuanto a las horquillas pero ¿qué hay del resto de enseres? “Las andas son reparaciones menos comunes pero llevan más tiempo. Se suelen limpiar de barnices viejos, reparar piezas que les faltan, piezas carcomidas… Y luego hay que volver a barnizarlas o dorarlas, según qué tipo de andas sean” relata Juanjo Soria. En cuanto a los banzos, el principal problema “suele ser el deterioro que sufren al colocar mal las horquillas, de modo que acaban marcando los banzos e incluso sacando astillones” explica Juanjo.
En esos casos “los tenemos que lijar, reparar los astillones y volver a barnizar”. Además, los que no son “laminados o partidos se tuercen, aunque cada vez se da menos, ya que la tendencia en los últimos años es hacerlos de aluminio”. Las restauraciones de elementos con cristal también son laboriosas y requieren de paciencia y precisión: “Son piezas bastante pequeñas y casi siempre llevan más dificultad que piezas más grandes. Los faroles del Ecce-Homo, por ejemplo, tenían muchos cristales rotos, el plomo en mal estado… hemos decidido restaurar lo que se podía restaurar y hacer nuevo los que no” explica Juanma.
Cuidar el patrimonio: tarea de todos
“Uno de los momentos en que más se deterioran los enseres es en los traslados desde los locales a las iglesias” cuenta Juanjo Soria. En el caso de andas y banzos, el momento crítico tiene lugar “al desplazarlos en los camiones, ya que se suelen arrastrar, forzando mucho la sujeción de los abarcones a las andas” precisa. Por eso, “el mejor consejo que se puede dar es que, a la hora de manipular los enseres, los tratemos como si fueran nuestros, como cualquier objeto de nuestra casa”.
Para los tres entrevistados, la conservación del patrimonio en la Semana Santa ha mejorado mucho en los últimos tiempos y se ve ya como una tarea imprescindible de las hermandades. “Las juntas directivas buscan cada año innovar, desfilar con algo nuevo, recuperar lo antiguo... están muy concienciados” opina Juanma.
“Las hermandades cuidamos más nuestro patrimonio, que es como debe ser” asegura Rafa. “Todo es mejorable, pero creo que nos estamos concienciando de que hay que conservar el patrimonio de las hermandades, tanto el recibido como el que se está creando. También contribuye a esto el que las hermandades estén adquiriendo locales para establecer las sedes, locales donde se pueden guardar y exponer los enseres que tienen, obligándonos así a tenerlos todo el año bien conservados y protegidos” destaca con buen criterio Juanjo.
Y, en las últimas décadas, el patrimonio no solo se cuida: también se amplía. En Cristalería Cervera tienen una amplia experiencia al respecto: “Desde que tomamos el ramo más artesanal en nuestra cristalería, empezamos a trabajar para la Semana Santa” destaca Juanma. Suyos son trabajos como los nuevos faroles de la M. A. I. V. H. P. de Ntro. Padre Jesús con la Caña, los de la Soledad del Puente, los que desfilan con Las Angustias en Viernes Santo o la restauración de los faroles de madera antiguos del San Pedro Apóstol. “Al Descendimiento le hicimos unos faroles nuevos, muy originales, para el año del Vía Crucis de la JMJ en Madrid. Y en sedes de hermandades también tenemos obra, por ejemplo en las de la Amargura, la Soledad del Puente o el Medinaceli” detalla Juanma, para quien crear es preferible a restaurar – pese a que “hay que ir con pies de plomo y buscando siempre colores y motivos que sean acordes a la hermandad” - pero quien también encuentra belleza en la restauración: “La restauración también es algo muy satisfactorio. Ver el resultado tras recuperar una vidriera en muy mal estado o con un plomo muy deteriorado, es muy satisfactorio”.
La Procesión Infantil ha supuesto, también, una vía de ampliación del patrimonio de las hermandades. “Este año, aparte de las horquillas, hemos hecho la andas infantiles de la Virgen de las Angustias, horquillas infantiles y un juego de banquillos” cuenta Juanjo. Nuevas iniciativas que enseñan a los nazarenos del futuro la importancia de cuidar de lo que tenemos.