Sonido de tambor velado y toque de campana de reo de muerte. Silencio, respeto, y reflexión de fe encarnada en las Siete Palabras de Cristo en la Cruz. Lunes Santo, memorable y multitudinario. Cuenca ha salido a la calle después de tres largos años de espera para vivir el desfile penitencial de la Santísimo Cristo de la Vera Cruz, que ya queda para la historia.
Emoción y fe a partes iguales en una hermosa noche que antes de las diez empezaba a congregar a un numeroso público en la Plaza Mayor mientras los hermanos de la Muy Ilustre y Venerable Hermandad Penitencial del Santísimo Cristo de la Vera Cruz se preparaban y celebraban una misa y procesión en el interior del templo.
Puntual en su cita con Cuenca, la hermosa talla de Cristo en el momento de su Expiración iniciaba salida a las 22.30 horas a hombros de sus banceros, dirigidos por el capataz, Eusebio Jiménez. En el estandarte de la Vera Cruz, crespón negro en señal de duelo por todos los que nos han dejado durante estos años a consecuencia de la pandemia.
Acompañado de los guiones y cetros de las hermandades de la Vera Cruz de La Peraleja, Mira y Villar de Domingo García, el Cortejo paraba en las escalinatas del templo catedralicio para escuchar la primera de las Palabras entre una multitud que aguardaba con expectación la prédica: “Padre perdónalos, porque no saben lo que hacen”, recitaba el obispo de Cuenca, José María Yanguas, quien reflexionaba sobre el sacrificio redentor de Cristo por el perdón de los pecados.
Los hachones del Santísimo Cristo de la Vera Cruz iluminaban como nunca la fe de Cuenca en la noche penitencial “envuelta en un silencio hondo, reverente, roto por el sonido de la Compaña y por el canto antiguo que acompaña a los hermanos de la Vera Cruz”, enfatizaba monseñor Yanguas, mientras la polifonía gregoriana en las voces del Coro Alonso Lobo solemnizaba el inicio de un recorrido que ya no dejarían hasta su final.
A destacar el numeroso público congregado en la plaza y también flanqueando la bajada. El cortejo, muy organizado y fluido, ha contado desde el inicio con largas filas de hermanos en un recorrido que ha sobrecogido por el silencio y por la emoción en el mensaje de las prédicas a cargo de los que han estado esperando tres años para pronunciar las palabras de Cristo en la Cruz. Misericordia y perdón, clamaba en el convento de las Esclavas del Santísimo Sacramento, el sacerdote José María Martínez Cordente.
Las altas temperaturas de la jornada se desplomaban en la noche del Lunes Santo que ha escapado a las previsiones que anunciaban lluvia, pero el frío no ha frenado las ganas por ver de nuevo las calles de Cuenca hechas templo vivo en la Semana de Pasión que comienza. Largas filas de gente flanqueaban el recorrido del desfile penitencial. A su paso, en señal de respeto, la hostelería apagaba luces y música.
Especialmente multitudinario ha sido el recibimiento en San Felipe Neri, en cuyo entorno se agrupaba la gente para ver pasar la comitiva, muy elegante y compacta en su bajada. En la Iglesia Oratorio, Israel Casanova Valero, Hermano fundador de la Vera Cruz, recordaba las palabras que con el último aliento Jesús dedicaba a su madre y al amado apóstol San Juan, en cuyas manos dejó no la suya sino a la Madre de todos, que “en estos momentos de desolación y dolor la sentimos más que nunca”.
“Mujer, ahí tienes a tu hijo. Hijo, ahí tienes a tu madre”, resuena en la noche del Lunes Santo de Cuenca mientras rozando la medianoche el cortejo, impecable y solemne, llegaba a El Peso con la caricia de las voces del Coro Alonso Lobo, dirigido por Luis Carlos Ortiz Izquierdo, autor de las Siete Palabras Musicales que han sonado en el desfile penitencial de este Lunes Santo.
La gente no ha dejado de arropar el desfile en su recorrido, sin duda ha sido uno de los más participativos, tanto en las iglesias de prédica como en el resto del trayecto procesional. Qué buena manera de celebrar, por fin, el 25 aniversario de la Muy Ilustre y Venerable Hermandad Penitencial del Santísimo Cristo de la Vera Cruz que en 2020 no pudo trasladar a la calle.
Espectacular la bajada por Alonso Ojeda, largas filas de hermanos y mucho público en una procesión que ha destacado en solemnidad, elegancia y respeto. “No estas solo Señor. Ahora contigo estamos, te abandonamos a menudo y de nuevo te buscamos, y en nuestro propio abandono te imploramos", predicaba en la antigua iglesia de San Andrés, el hermano de la Vera Cruz Santiago Martínez Palomo.
Camino de la quinta Palabra ("Tengo sed)", el silencio llenaba la emoción entrecortada con la que el hermano Mayor Presidente de la Vera Cruz en 2020, Julio Fernández Buenache, pronunciaba en El Salvador su prédica en la que hacía una reflexión sobre la sed de Cristo en la Cruz, no la humana causada por las heridas, sino la sed de amor, de justicia, libertad e igualdad que buscaba con su entrega al Padre. Acabar con guerras crueles e inútiles, ser más tolerantes con los emigrantes, o más comprensivos y solidarios con los mayores han sido algunas de las reflexiones que dejaba en esta noche penitencial de meditación.
Ya en la Puerta de Valencia, encarando el final, impresionante el silencio y la participación de Cuenca ¡Todo está consumado! exclamaba en las puertas del Convento de la Concepción Franciscana, el hermano fundador, José Manuel Vela Velasco.
Cumpliendo con el horario, y con mucha gente siguiendo a la Vera Cruz, el Cortejo llegaba sobre la 1:30 horas de la madrugada del martes a la iglesia de San Esteban, donde el vicario general del Obispado, Antonio Fernández Ferrero, predicaba la última palabra: “Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu”, que culminaba con el emocionado miserere del coro Alonso Lobo. Finalizaba así una de las procesiones más participativas y solemnes de los últimos tiempos en un Lunes Santo.