Ilusionados, así deberían sentirse los nuevos estudiantes universitarios ante el inminente inicio del curso. Sin embargo, la Covid-19 ha cambiado hasta las emociones y son muchos los que combinan la preocupación y el miedo con el deseo de emprender tan esperada etapa universitaria.
Elegidas las asignaturas y completada la matrícula solo falta encontrar alojamiento para los próximos nueve meses y las residencias universitarias conquenses han colgado el cartel de completo e incluso cuentan con lista de espera.
Alonso de Ojeda, Bartolomé de Cossío y Juan Giménez de Aguilar suman en total más de 500 plazas, aunque este año tres habitaciones por residencia quedarán vacías con el fin de guardar espacios donde poder confinar a cualquier residente que, en el peor de los escenarios, fuera positivo por infección de coronavirus, una de las primeras medidas adoptadas según indica Ricardo Cuevas, director general de Universidades, Investigación e Innovación de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha.
Precepto recogido dentro una guía viva de recomendaciones y protocolos que variará según las medidas que adopte el Gobierno de Castilla-La Mancha y en última instacia el Gobierno central, donde se detalla el reglamento que seguirán estos centros. En este sentido, las medidas generales actuales incluyen el uso obligatorio de la mascarilla en todas las zonas comunes salvo en las habitaciones, y establecen como imprescindible la distancia de seguridad, así como diferentes restricciones de entrada y normas de limpieza y orden en, por ejemplo, el comedor o las salas de estudio.
“Es necesario que los residentes se acostumbren a nuevos hábitos para mantener una buena convivencia”, recalca Cuevas. Una reordenación que conlleva ampliaciones en las plantillas y que lleva implícito el suministro de equipos de protección para todos los trabajadores por parte del Gobierno regional.
Además, las residencias universitarias también estan dotadas de termómetros infrarrojos y se encuentran en contínua adaptación y formación. “Estamos preparados”, asegura Ricardo Cuevas, quien lanza un mensaje de tranquilidad a los usuarios y sus familias, porque “el objetivo es preservar la salud de todos y apostar por la presencialidad de la Universidad de Castilla-La Mancha, fortaleza indiscutible de nuestra enseñanza e indispensable sobretodo para los nuevos alumnos”, explica.
EN CUENCA
Las residencias llegada de estudiantes comenzaba este domingo 6 de septiembre las puertas volverán a abrirse y la llegada de estudiantes será escalonada.
Este año el registro se hará a través de correo electrónico para evitar la manipulación de papeles entre los estudiantes y el personal de consejería y entre los documentos que entregarán, encontrarán con un anexo en el que los residentes tendrán que notificar no tener constancia de ser positivo por Covid-19 o haber estado en contacto con un contagiado.
Tras completar todo el proceso de admisión podrán instalarse en sus habitaciones, aunque solo podrán estar acompañados por un familiar para evitar grandes concentraciones de personas en los dormitorios y zonas comunes.
En este sentido, continúa habiendo habitaciones dobles y simples, por lo que los estudiantes compartirán este espacio que suele repartirse siguiendo criterios de antigüedad y nota, aunque este año también intentarán agrupar a personas de la misma comunidad autonóma o provincia así como de la misma carrera.
NORMAS
Los residentes tendrán que cumplir unas normas excepcionales adaptadas a la situación inusual que vive el planeta.
Por ello, los itinerarios estarán marcados, los ascensores solo podrán ser usados por una persona o por los convivientes de la habitación, evitando las concentraciones de personas en este espacio tan reducido; también deberán hacer uso de la mascarilla en todas las zonas comunes, incluido el comedor hasta que se proceda a la ingesta.
Además, se establecerán varios turnos en la cantina con el fin de evitar largas colas y aglomeraciones. En años anteriores, la prestación de comedor era autoservicio mientras que este año será asistido por el personal de cocina, quien se encargará de servir los platos. Incluso todos los elementos de uso común como aceiteras, bandejas, vasos o servilleteros han sido eliminados y se presentarán en formato indiviual.
En relación a las cenas de fines de semana, seguirán ofreciendo picnic, es decir elaboraciones frías que se entregarán en bolsas individuales para garantizar que solo serán manipuladas por el personal de cocina y por el conserje, quien la entregará a los estudiantes.
Normas y recomendaciones recogidas en el reglamento de régimen interior de cada residencia, donde se indican sanciones como la expulsión o amonestaciones en el caso de que no llevar a cabo su cumplimiento. “Los residentes deben ser conscientes del gran reto que tenemos por delante, por ello deben ser respetuosos con las normas, con sus compañeros y con el personal”, destaca Cristina Castillo, directora de Residencias Universitarias en Cuenca.
En cuanto a las visitas, durante este curso quedarán reducidas a la máxima expresión, por lo que amigos y conocidos no podrán subir a las habitaciones y solo podrán reunirse en las salas de uso común. “Este año no podrá entrar nadie a la habitación salvo los propios convivientes”, destaca Castillo.
A falta de dos días para que las puertas de Alonso de Ojeda, Bartolomé de Cossío y Juan Giménez de Aguilar vuelvan a abrirse todo está listo para recibir a los estudiantes.
Con los nervios propios de un nuevo curso pero con la certeza de tener bajo control la situación, así arranca el curso 2020/2021. “Es inevitable la preocupación, pero desde la dirección tenemos las cosas claras y los protocolos afianzados. Es imposible tenerlo todo controlado porque ni siquiera los expertos lo tienen”, transmite Castillo.
Antiguos y nuevos alumnos llenarán de vida la ciudad de Cuenca siendo conscientes de la responsibilidad que tienen encima.
A DISPOSICIÓN DE LOS SANITARIOS
En los momentos más convulsos de la pandemia, la Residencia Universitaria Bartolomé de Cossío transformó sus instalaciones para acoger al personal sanitario que luchó contra el virus y acompañó a los enfermos conquenses.De la noche a la mañana se decretó el estado de alarma, los residentes volvieron a casa sin poder llevar consigo sus pertenencias y fueron muchos los que apenas con una maleta pequeña, en previsión de volver en apenas una semana, dejaron todo.
La Covid-19 azotó fuerte y los trabajadores de Bartolomé Cossío tuvieron que desmantelar las habitaciones para ponerlas a disposición del personal sanitario. “Fueron momentos complicados, de mucha incertidumbre”, asegura Cristina Castillo, directora de Residencias Universitarias en Cuenca.
En total fueron 55 las personas que estuvieron alojadas, gracias a “las que hemos aprendido mucho”, destaca Castillo.
Ahora, siete meses más tarde, Cossío ha recuperado su espíritu universitario y tras una desinfección extrema espera recibir a cientos de estudiantes en los próximos días.