Los Reyes Magos han pasado ya por el barrio de Casablanca. En la plaza de Santa Ana, más de 50 niños y niñas han recibido en la mañana de este martes juguetes gracias a una iniciativa solidaria organizada por el Banco Obrero de Cuenca y destinada a las familias con menos recursos.
Con el objetivo de que ningún niño se quedara sin regalo estas Navidades, la entidad ha desarrollado a lo largo de diciembre una campaña de recogida, habiendo recopilado más de 400 juguetes como puzles, peluches, juegos, cuentos y bicicletas, entre otros.
Banco Obrero de Cuenca instaló un punto de recogida en Todojuguete para que todo aquel que quisiera ayudar en la iniciativa dejase tanto artículos nuevos como de segunda mano. Además, Toy Planet ha donado 60 juguetes nuevos, el taller social Recicleta ha colaborado con once bicicletas y el IES Lorenzo Hervás y Panduro ha hecho una colecta de juguetes (también de alimentos), a lo que hay que sumar las aportaciones hechas por particulares.
“Hemos hecho una selección de los juguetes de segunda mano para ver si servían pero la mayoría estaban muy bien”, detalla Coral Matas, voluntaria y responsable del Banco Obrero de Cuenca.
La entidad tenía previsto entregar regalos a al menos 52 niños cuyas familias se habían apuntado en esta campaña pero como el Banco había recopilado más de 400 juguetes, han hecho un reparto abierto a todos aquellos hogares que se encuentren en situación precaria y no pueden adquirir juegos para sus hijos. Asimismo, los asistentes han podido degustar dulces y chocolate caliente en esta mañana fría.
Darío, de nueve años, y su hermano Rodrigo, de siete, son dos de los niños que han recibido juguetes este martes: un coche el primero y un puzle el pequeño, además de un divertido peluche cada uno. “Estamos muy contentos”, decía el mayor.
Además de los juguetes que han repartido este martes, la organización desarrolló también una campaña de recogida de alimentos en diciembre, habiendo recopilado 700 kilos de comida.
El Banco Obrero de Cuenca trabaja actualmente con 35 familias, mientras que el año pasado lo hacía con apenas una veintena. “Ahora viene más gente por la situación. Personas que han perdido el trabajo, que no tienen ingresos o que reciben ayuda de otras asociaciones pero que esta se les queda corta, sobre todo cuando son familias grandes”, señala Coral Matas.
El colectivo cuenta con ocho voluntarios pero Matas hace especial hincapié en que las familias a las que se ayuda también se involucran con el proyecto, que busca fomentar “la solidaridad entre iguales y la ayuda mutua”, rompiendo “con la caridad”. Su lema es que “la solidaridad no para”.