El regreso a las aulas para una veintena de estudiantes ciegos en Cuenca
Una veintena de estudiantes ciegos y con discapacidad visual grave afrontan estos días en Cuenca su 'vuelta al cole' en una realidad marcada todavía por las restricciones sanitarias a causa de la pandemia de la Covid-19.
Son parte de los 7.366 alumnos y alumnas ciegos y con discapacidad visual en toda España - 327 en la comunidad autónoma de Castilla-La Manch-, de los que más del 99% se incorporan a las aulas en centros ordinarios, siguiendo el currículo oficial, en un modelo de educación inclusiva con apoyo de los servicios de atención educativa de la ONCE.
Esto quiere decir que, con respecto a la pandemia y la presencialidad en las aulas, este alumnado sigue las mismas pautas y directrices que el resto de compañeros sin discapacidad visual, respetando las mismas medidas de seguridad que se han establecido para este curso 2021/2022 (mascarillas desde los 6 años en interiores, distancia de seguridad, ventilación de los espacios, grupos burbuja, etc.) con el fin de mantener la máxima presencialidad posible en todos los niveles y etapas, objetivo prioritario para las administraciones educativas.
Según explica Ana María Llauradó, jefa de Atención Educativa de la ONCE, si la presencialidad es de por sí beneficiosa para todos los alumnos porque mejora la socialización y muchos aspectos de la vida escolar, en el caso del alumnado con discapacidad visual resulta fundamental para responder de forma más eficaz a sus necesidades educativas específicas, especialmente en cuanto a materiales de acceso o cuando son necesarias adaptaciones.
La accesibilidad, clave
Por ello, desde los diferentes grupos ACCEDO (Accesibilidad a Contenidos Educativos Digitales de la ONCE) se está en comunicación con las administraciones educativas del Gobierno central y de las Comunidades Autónomas así como con las diferentes editoriales de material escolar para lograr que tanto las plataformas como los contenidos sean accesibles a todo el alumnado. Solo así se estará cumpliendo la legislación vigente en cuanto a equidad, igualdad de oportunidades e inclusión educativa.
Asimismo, las máquinas del Servicio Bibliográfico de la ONCE no han dejado de funcionar en las últimas semanas preparando libros de texto en braille y en sonido y materiales en relieve. Así, los chicos y chicas se incorporan a las aulas con la mochilas llenas de tecnología accesible y de puntos en braille.
El reto de la tecnología
La experiencia del curso pasado, con las restricciones impuestas por la pandemia de la Covid 19, ha supuesto un gran reto para el profesorado, las familias y el alumnado que se atiende desde los Equipos Específicos de Antención Educativa a la discapacidad visual, que prestan un apoyo personalizado a los alumnos en sus centros educativos ordinarios, en base a los convenios de colaboración entre la ONCE y las diferentes administraciones educativas.
Estos equipos están formados por maestros y maestras itinerantes de los que 253 pertenecen a la ONCE, que desde el inicio de la pandemia han tenido que poner al día sus conocimientos tecnológicos y tiflotecnológicos y adaptarse a un gran cambio metodológico. En este sentido, la ONCE ha intensificado su esfuerzo en formación en competencias digitales para este profesorado, a quienes además ha dotado de ordenadores y dispositivos informáticos.
Ana María Llauradó señala que hasta hace poco había voces desde el ámbito educativo que dudaban del beneficio de la tecnología para el alumnado con discapacidad visual, pero "la pandemia ha demostrado nuevamente que su manejo es absolutamente beneficioso y necesario para los niños y niñas que atendemos desde los equipos, que requieren de un aprendizaje y apoyo inicial superior al de los niños con visión".
"La introducción precoz de la tecnología es imprescindible para ellos de cara a alcanzar su autonomía en el manejo de la misma”, añade.
Equipos de atención educativa
La tarea de los maestros y maestras que integran los Equipos Específicos de Atención Educativa consiste en valorar al alumnado y elaborar una propuesta de intervención aplicada de forma individual. Esto requiere la coordinación con otros profesionales, tanto pertenecientes a la ONCE (técnicos de rehabilitación, instructores en tiflotecnología y braille, psicólogos, pedagogos, monitores de ocio y tiempo libre o especialistas en áreas de especial dificultad), como adscritos a las administraciones (orientadores, maestros en pedagogía terapéutica, tutores de aula, etc.).
En función de las necesidades del alumnado, la atención prestada puede variar desde el seguimiento, asesoramiento y orientación al centro donde se escolarice el estudiante hasta una intervención directa con el alumnado para garantizar su inclusión dentro y fuera del aula, tanto en aspectos académicos como en los relacionados con la inclusión social de estos alumnos y alumnas.