Guerra en Ucrania
Refugiada ucraniana: “Vienes sin motivación para adaptarte a un nuevo país. Es muy duro”
Cuando hace dos años estalló el conflicto entre Rusia y Ucrania, Alina Burlaka estudiaba Administración y Dirección de Empresas en Kyiv, la capital del país invadido. Un mes antes del comienzo de la guerra, había sufrido un trastorno depresivo. Sin embargo y durante un periplo migratorio que le hizo pasar por Polonia y las ciudades españolas de Santa Cruz de Tenerife y Madrid antes de recalar en Cuenca, su salud mental estuvo relegada a un segundo plano dado que la prioridad entonces era cubrir las necesidades más básicas de subsistencia y porque no sabía castellano, y tuvo que pasar un año hasta que pudo comenzar a recibir atención psicológica.
La joven, ahora con 22 años, es una de las personas que está siendo atendida por el servicio de atención psicológica del programa de Asilo que desarrolla Cruz Roja Cuenca aunque antes de llegar a la ciudad ya había empezado a ser tratada por la organización humanitaria en Madrid si bien ha sido en la capital conquense donde está recibiendo una atención más continuada.
“Ha sido muy difícil para mí. En Cuenca ya he podido empezar realmente mi proceso de adaptación y recibir atención psicológica”, reconoce la ucraniana, que cuenta que, tras la irrupción de la guerra, se marchó a Polonia con su madre y su hermano (ahora con 14 años) aunque el trabajo de su progenitora sufragaba el coste del hotel de los dos primeros pero no el de ella porque ya era mayor de edad. Por ello y acompañada de una amiga que tenía familiares en Santa Cruz de Tenerife, decidió venir a España en marzo de 2022. Tras unos meses en la isla, llegó a Madrid en junio y en febrero de 2023 vino a la capital conquense, donde ya estaban su madre y su hermano porque conocían a un compatriota suyo.
Ya en Cuenca, la joven ha podido recibir un tratamiento psicológico adecuado, asistiendo a terapia normalmente cada semana. “Sufrió un cuadro de ansiedad bastante fuerte, con todos los síntomas asociados y muchos cambios en el estado de ánimo”, relata Victoria Bermejo del Rincón, una de las psicólogas que la ha atendido en este tiempo. Además, Alina también pasó por unos momentos difíciles hasta que su cuerpo se ajustó al tratamiento farmacológico que empezó y desde Cruz Roja tuvieron que acompañarle a Urgencias.
“Alina es el mayor ejemplo de capacidad de adaptación”, alaba por su parte Ana Belén Galarzo Martínez, otra de las psicólogas voluntarias que atiende este programa de Cruz Roja en Cuenca.
La ucraniana ha retomado ahora de forma online los estudios universitarios que había iniciado en Ucrania y está participando en Cuenca en un curso dual de operaciones básicas de bar y restaurante, en el que compagina formación teórica con un contrato de trabajo. Además, también es voluntaria en Cruz Roja como traductora.
Ahora ve la situación con más esperanza pero reconoce que ha sido difícil. “No tienes nada y vienes sin motivación para adaptarte a un nuevo país. No sabes el idioma, no tienes amigos... Es muy duro”, señala, aunque dice que a Ucrania no puede volver.