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Desescalada en Cuenca

Reencuentros de amigos sin abrazos ni besos, pero, por fin, juntos

La Fase 1 ha traído consigo una pequeña relajación en el confinamiento, permitiendo volver a reunirse a familiares y amigos
Reencuentros de amigos sin abrazos ni besos, pero, por fin, juntos
Celia (1d) ha podido reunirse de nuevo con sus amigos David y María.
17/05/2020 - Miguel A. Ramón

Cenar en casa con amigos. Una sana costumbre muy arraigada en la sociedad actual, que, sin embargo, se tuvo que aparcar, como tantas otras cosas, con la llegada de la pandemia de la COVID-19 y el consiguiente confinamiento social. Casi dos meses de espera. Bueno, para ser más exactos, 57 días, 1.368 horas y 82.080 minutos han tenido que transcurrir para que el calor de estos encuentros vuelva a formar parte del día a día.

Eso sí, un regreso con cortapisas. Y es que en este pequeño paso hacia la recuperación de esa “ansiada normalidad”, el coronavirus sigue marcando algunas de las pautas que, sin lugar a dudas, están determinando la nueva manera de reencontrarse, con la esperanza, por supuesto, de que sea algo transitorio y no venga para quedarse.

Reencuentros en domicilios de no más de 10 personas condicionados por la incertidumbre de cómo interactuar de la manera más segura posible ante el miedo al virus, pero teniendo claro que la distancia social debe de seguir siendo respetada, por muy extraño que pueda resultar, y, en caso de ser imposible, utilizar la mascarilla.

Necesaria precaución que, ni por asomo, está suponiendo obstáculo alguno a que ciudades como Cuenca, en la Fase 1 desde el pasado día 11, vayan recuperando paulatinamente esos encuentros como parte intrínseca e indispensable de la manera de vivir de sus ciudadanos. Las ganas por reencontrarse son muchas y, sobre todo, más fuertes que las reticencias que pueda suponer el cumplimiento de esas exigencias de convivencia social.

Este viernes, de hecho, no ha sido un día cualquiera para Celia, una joven de 24 años, natural de Tomelloso (Ciudad Real), que está estudiando Periodismo en Cuenca. Y es que, después de más de 60 días de confinamiento en un piso que comparte en la calle Dalmacio García Izcara de la capital, ha podido ir a cenar a casa de unos amigos, como solía hacer “antes de esta pesadilla del coronavirus”.

Un reencuentro, como era de esperar, muy emotivo, aunque, eso sí, sin besos ni abrazos. “Después de dos meses lejos de mi familia, ha sido muy emocionante ver de nuevo a mis amigos David y María”, afirma Celia al tiempo que lamenta que no haya podido besarlos ni abrazarlos, aunque reconoce que “las circunstancias actuales están por encima de todo esto y ya podremos hacerlo más adelante”.

Limitaciones que, ni por asomo, han impedido que estos tres amigos hayan podido disfrutar de una noche muy especial, cargada de cariño y recuerdos, que, a buen seguro, no olvidarán fácilmente.

Entre música, bromas y recuerdos, han revivido momentos compartidos; momentos, antaño cotidianos, que, sin embargo, esta noche han cobrado una relevancia inusual, quizá por lo vivido en estas últimas semanas, que les ha hecho recordar la importancia de su amistad. “La verdad es que, aunque ha sido una sola noche, la hemos disfrutado como si lleváramos más de un año sin vernos. Una sensación muy rara, pero muy bonita”, recalca Celia.

No es de extrañar, por lo tanto, que ya hayan quedado para el próximo viernes, esta vez, en otra casa, “por cambiar”, dicen, puesto que lo de verse en un bar va a tener que esperar, “más bien por seguridad”, según señalan, ya que aseguran ser muy conscientes de la situación en la que estamos y “lo más prudente es esperar”.

Pendientes de que la desescalada vaya avanzando y se continúen relajando las medidas de confinamiento, los reencuentros con amigos y familiares se convierten, en consecuencia, en una auténtica válvula de escape para seguir soportando esta dura guerra contra el coronavirus, de la que aún quedan por ganar algunas batallas.


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