Darius Gabriel se asfixió al nacer por una negligencia médica que cometieron en un hospital de Rumanía. Desde entonces tiene parálisis cerebral y una discapacidad reconocida del 87%, por lo que necesita que su hogar sea lo más accesible posible. En su día a día, dentro de casa, tiene que ir con un andador especial llamado bipedestador, y cuando sale a la calle, tiene que hacerlo en silla de ruedas, que según va creciendo es más voluminosa.
Así las cosas, los hogares en los que ha vivido el joven junto a su familia han requerido de ciertos condicionantes, pero hace cuatro años, cuando se mudaron a un bajo del barrio de La Paz de la capital conquense, necesitaban bajar unos escalones para entrar al portal y luego subir otros peldaños para adentrarse en la vivienda. Además, la distribución que presentaba la casa hacía que moverse dentro con el bipedestador y la silla de ruedas no fuera muy cómodo y elementos como una bañera o habitaciones no muy amplias restaban movilidad al joven.
Por este motivo, hace ahora un año, Ancuta Margan, la madre del joven, solicitó en la Gerencia de Urbanismo del Ayuntamiento de Cuenca las licencias necesarias para poder ocupar un poco de vía pública y construir una rampa desde el balcón hasta la acera (que apenas tiene medio metro de altura) para así poder acceder directamente a la vivienda sorteando los escalones. También la solicitó para llevar a cabo una reforma interior y modificar las estancias para que todo el interior de la casa sea 100% accesible.
Respecto a la rampa en la calle, esta era la única medida posible dado que en el interior del bloque, debido a la forma en que fue construido, hacía inviable su instalación por dentro. Pero con el paso de las semanas, la Gerencia denegó dicha solicitud de licencia pero aún así se abría la puerta a subsanar deficiencias que había.
Con el cambio de la corporación municipal, el concejal de Barrios y Pedanías, Alberto Castellano, durante una visita a La Paz, conoció la historia de Ancuta y Darius Grabriel, e hizo de intermediario entre la Gerencia de Urbanismo y la familia para colaborar, agilizar los trámites y lograr subsanar dichas deficiencias para llevar a cabo tanto las obras del interior de la vivienda como la instalación de la rampa exterior.
“Ya sabemos todos que los trámites administrativos y burocráticos son largos, también ha habido alguna falta de comunicación entre los técnicos que estaban tramitando la licencia”, sostiene Castellano, quien asegura que la rampa, tal y como ha quedado justificado, se tenía que hacer por el exterior del hogar ya que dentro del edificio era imposible instalar algún elemento dada su inaccesibilidad.
Una cuestión de “sensibilidad y humanidad” que al final obtuvo luz verde por parte de la Gerencia de Urbanismo con la autorización a ocupar un pequeño trozo de vía pública.
“Era muy complicado entrar con el niño en casa, le teníamos que coger en brazos, montar la silla en la calle y claro, conforme ha ido creciendo se nos hacía más difícil esta tarea”, relata la madre del pequeño, quien veía muy necesario acometer las obras de accesibilidad.
Además, dentro de la casa se ha hecho más grande el salón para poder sacar la silla de ruedas al balcón y que pudiera salir por la rampa a la calle, se han hecho más grandes las puertas de las estancias para que pueda pasar el bipedestador, se ha eliminado la bañera para sustituirla por un plato de ducha y en la cocina se ha abierto una pequeña ventana al comedor para que la madre pueda tener visibilidad de su hijo mientras está cocinando.
Ahora estas obras se han convertido en un pequeño salvavidas para la familia, quienes han experimentado un giro de 360 grados en sus vidas desde que se les otorgó la licencia, pudieron instalar la rampa y reformar la vivienda.
“Menos mal que nos pusimos en comunicación con la familia y fuimos capaces de solventar los errores, porque si no, directamente habría sido la no autorización de la licencia por no aportar la documentación pertinente”, relata el concejal de Barrios y Pedanías.
Castellano cree que haberse involucrado en mejorar la vida de Darius Gabriel es una de las cosas “por las que merece la pena este carácter de servicio público, porque mejorar la vida de nuestros vecinos es muy gratificante”.
Ahora, Darius Gabriel ya no tendrá que mojarse los días de lluvia o quedarse solo en casa mientras su familia monta la silla de ruedas en la calle porque tanto las licencias municipales como las obras y la rampa posteriores le han supuesto ganar la batalla a la arquitectura de finales de la década de los años 60.