Tras días y días de agotamiento, estrés e incontables horas de trabajo, el equipo humano de FabLab Cuenca echa la vista atrás para contabilizar ese granito de arena que ha supuesto su aportación, como la de muchos 'makers' de Cuenca, a la ayuda que ha marcado una diferencia en la respuesta ante la pandemia por el COVID19.
Han sido más de 17.200 artículos o piezas producidas entre viseras, pantallas, salvaorejas, accesorios de O2 y otros elementos de protección y prevención ante el contagio de este virus los que han sido gestionados o creados por este laboratorio de fabricación residente en la capital o por alguno de los más de 140 creadores o makers que ha trabajado de forma conjunta con ellos para hacerlos llegar aquellos que más lo necesitaban en los momentos que, bien por el cierre de fronteras o por la escasez de material, suponía una actividad imposible el disponer del material de prevención suficiente.
Delia Millán es gerente de FabLab Cuenca. Ella nos cuenta lo que ha sido el pasar de una posición pasiva, dado que con la proclamación del estado de alarma tuvieron que cortar por completo su actividad, a tomar cartas en el asunto para poder ayudar: "teníamos conocimientos y herramientas para poder echar una mano y no nos lo pensamos".
Han sido más de siete semanas casi sin descanso en los que se pasó de producir de manera local viseras y pantallas a montar una red logística entre creadores para conducir esfuerzos para ser más efectivos. "Ahora que por fin hemos parado para descansar, te das cuenta que es asombroso el ver como unos ciudadanos que estaba en su casa se unieron por una buena causa", comenta Delia.
"Fue algo muy rápido, sin pensar en dónde nos estábamos metiendo ni la repercusión que tendríamos. Comenzamos a establecer una red de creadores por canales de Telegram en la provincia, algo más de 140 en Cuenca entre los que también había médicos y personal que podía facilitarnos información, o consejos, en definitiva, que pudiera aportar a la causa. A su vez, estábamos en contacto con la comunidad maker de Castilla-La Mancha y a nivel nacional. Viendo cómo se desarrollaban los acontecimientos, centramos nuestros esfuerzos en Cuenca y provincia, así, además de fabricar elementos de protección y piezas, también asesorábamos a makers, le dábamos servicio técnico y les explicábamos cómo producir viseras, pantallas, etc. Al tiempo que por otro lado, nos coordinamos con Cruz Roja Cuenca para que se encargase del aspecto de recoger los elementos una vez producidos y proporcionarlos a centros médicos y residencias".
Tras un primer paso de 70 viseras, Delia confiesa que hubo "toda una avalancha de emails y peticiones de multitud de sitios para que mandásemos viseras, pantallas y otros elementos. Fue algo tremendamente duro, te costaba dormir por las noches porque lo que estabas haciendo dependía que una persona pudiera protegerse contra el virus. La gente que estaba atendiendo a enfermos y demás te contaban lo que estaban pasando y eso lo llevé fatal, nos llamaban desesperados, eran historias de vida o muerte, por eso y pese al cansancio que acumulábamos día a día, seguíamos trabajando. ¿Cómo no ibas a estar un rato más si de ello dependía que salieran 5 o 10 viseras más para ellos? Era algo vital. La sensación que teníamos era de sentimientos encontrados, un agotamiento tremendo día tras día pero una satisfacción incalculable al ver como gracias a tus conocimientos y herramientas estabas ayudando en una situación tan horrorosa".
UN PASO MÁS
Esta labor dio un salto en cuanto llamaron a las puertas de FabLab Cuenca las administraciones. A las dos semanas de comenzar con su actividad altruista de fabricación por medio de impresoras 3D y cortadoras láser, el Ayuntamiento de Cuenca y la Diputación Provincial se pusieron en contacto con este laboratorio de fabricación para lograr aumentar esta ayuda a la primera línea de batalla al virus. "Realmente nos llena de orgullo el ser una de las pocas provincias a nivel nacional que ha logrado coordinar al movimiento de la ciudadanía, las administraciones y las empresas", explica Delia que detalla cómo fue ese momento en el que el consistorio les contactó: "Miguel Ángel Valero nos llamó a las dos semanas de empezar con los makers y puso mucho de su parte, lo primero que me preguntó fue cómo podían ayudar y le respondí que necesitábamos más materiales y una red mayor, porque hasta el momento nosotros estábamos todo el rato gestionando y produciendo y no podíamos circular libremente para ir recogiendo los artículos hechos por la red maker, la entrada del Ayuntamiento de Cuenca en esto fue un punto de inflexión. Ellos querían ayudar y se dejaron asesorar. A los pocos días ya habían conseguido lo necesario para adquirir materiales. Se repartieron a la comunidad y poco a poco se fue organizando y trabajando para poder transformar esa materia prima en productos de prevención que se repartían en centros sanitarios, residencias, etc.".
En este engranaje creciente, llama la atención lo ocurrido desde Minglanilla, pues la localidad adquirió específicamente máquinas de impresión 3D para poder fabricar viseras y otros elementos. "Nosotros simplemente les dimos los planos y les asesoramos en el aspecto técnico".
Transcurridos casi dos meses de lucha y dedicación altruista, Millán y su equipo de creadores recuperan el aliento "viendo cómo podemos reinventarnos, nuestra actividad como laboratorio tiene un soporte más que eficiente a través del canal online, pero basábamos mucho nuestra aprendizaje y esa transmisión de conocimiento en el 'aprender haciendo', tocando y manipulando los materiales. Está por ver cómo salimos de esta", explica.
Por otra parte, desde FabLab Cuenca no se olvidaron de transmitir un amplio mensaje de agradecimiento a todos los implicados en este intenso proceso. : "Damos las gracias que no es otra cosa que trasladar todos los mensajes de felicidad y agradecimiento que nos han llegado desde sanitarios, trabajadores, etc. Ha sido algo altruista, donde hemos puesto todo lo que teníamos para ayudar a los demás. A nivel económico ha supuesto un gasto muy grande, pero también a nivel de recursos, electricidad, materiales y, sobre todo, equipo humano. No obstante, sabemos que hemos hecho un bien a la sociedad, de acuerdo a nuestros valores, sólo espero que la gente haya entendido la función que cumplimos como espacio, esa idea de que somos una herramienta de la que la gente puede ayudarse".
Esta es una historia de las muchas que ha dejado tras de sí el brutal impacto de esta pandemia a nivel local y provincial. Importante de señalar pues, si bien refleja un gran ejemplo de lo que es capaz el ser humano con tal de poder ayudar a los demás. Un sentimiento que creíamos que florecería a raíz de todo lo negativo que nos trajo el virus, pero que puede quedar empañado por la actitud de despreocupación que conlleva el saltarse las normas de seguridad y distanciamiento cuando aún queda mucho para tumbar al enemigo, que no es otro que el COVID19.