DIPUTACIÓN TU COMIDA EN CASA
Es noticia en Cuenca: Juzgados
MUSEO DE LAS CIENCIAS
Día de los Santos

Profesionales que cuidan la imagen post mortem

Luis Miguel López trabaja desde hace 30 años arreglando cadáveres para que estén presentables
Profesionales que cuidan la imagen post mortem
Luis Miguel trabaja en el tanatorio Alameda. Foto: N.L.
01/11/2017 - Nuria Lozano

Luis Miguel López trabaja desde 1987 en una funeraria conquense donde se encarga de acondicionar cadáveres para que estén presentables. Su trabajo es hoy una profesión con título homologado, que es incluso una carrera con título oficial en países como Francia y Canadá. Su nombre: tanatopraxia.

En España existen en la actualidad multitud de cursos especializados tanto en tanatoestética, más enfocada en embellecer al fallecido con ropa o maquillaje; como en tanatopraxia, que abarca lo referente a la higienización y preservación del cadáver. Pero hace 30 años estos estudios no existían, ni mucho menos en una ciudad pequeña como Cuenca.

Por ello, López ha ido aprendiendo el oficio con la experiencia que dan los años y la práctica. “Cuando yo empecé los velatorios se montaban en los domicilios y eran las familias las que preparaban los cadáveres y nosotros ayudábamos en lo que nos pedían. Cuando las funerarias comenzaron a ofrecer servicio de tanatorio nuestro trabajo era presentar al fallecido en las mejores condiciones”.

Ni siquiera recuerda si la primera vez que vistió y maquilló un muerto le dio impresión. “Imagino que sí y seguro que fui asustado, pero hace tanto tiempo que ni me acuerdo”.

Poco a poco y de forma autodidacta se fue empapando sobre esta profesión tan peculiar. Su cometido: vestir al fallecido, sellar la boca y otros orificios y darle algo de color si lo precisa, pero siempre lo más natural posible. “Trabajamos al criterio de la familia y según lo que nos pidan”, afirma. Un proceso que puede llevar mínimo 25 minutos o alargarse más, dependiendo del estado del cuerpo. Asegura que no ha tenido nunca miedo y eso que es de los que le asustan las películas de terror. “Lo que nos importa es que la familia quede contenta dentro del trance y el dolor que está pasando, por eso estamos pendientes de hacerlo bien. Una vez que te acostumbras es cómodo”. Y estable, “porque aquí el trabajo nunca falla”.

No obstante, requiere de una gran delicadeza y pericia cuando se trata de difuntos que proceden de un accidente o muerte violenta, ya que hay que tapar las heridas, para lo que emplean productos especiales que mitigan estas marcas.

Mis amigas me dicen bromeando que cuando llegue el día las deje guapas

PARA UN LIBRO

Luis Miguel López dice que podría escribir un libro con todas las anécdotas que le han pasado. “Como dice el refrán, no hay entierro sin risas ni boda sin lloros”, bromea.

Así, ya no se sorprende cuando el cuerpo inerte suelta gases. Cuenta cómo cuando reciben el aviso de un fallecimiento y llaman a la familia para preguntar si tiene compañía (de seguros), muchos contestan: “sí, está aquí su suegro, su cuñado y unas vecinas…”; o cómo hay gente que guarda el traje del familiar para estrenarlo ese día; o en el caso de Cuenca, cómo muchos optan por vestirse con el atuendo de su hermandad de Semana Santa.

Pero también tiene una parte muy dura como son las recogidas judiciales cuando hay un accidente, o se trata de niños. “La muerte tiene que llegar a la vejez, en su momento, pero no truncada así. A eso no te acostumbras nunca”, recalca.

Luis Miguel asegura que desde la crisis hay cientos de currículums en la funeraria cuando antes no llegaban a 50. A su entender, las cualidades necesarias para este trabajo son el sentido de servicio público, saber tratar a los familiares y calmarles, tener la cabeza muy fría “y no dejarte llevar por las emociones”.

Es consciente de que su profesión no es una profesión cualquiera y aunque su entorno ya lo ha asimilado no faltan nunca las ironías. “Mis amigos me dicen que no me quieren ver en mucho tiempo y mis amigas me dicen que cuando llegue el día que las deje guapas”.

Con todo, no cambiaría su trabajo. “Es un servicio que hay que dar y, sin duda, tratar con muertos es mucho más fácil que con los vivos”.