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Las caras de la pandemia

“La primera ola de la Covid fue una experiencia devastadora”

Carmen del Palacio, enfermera del Virgen de la Luz de Cuenca, hace balance de un año de pandemia, destacando que “todo el hospital ha funcionado como un engranaje perfecto”
“La primera ola de la Covid fue una experiencia devastadora”
Carmen del Palacio Ballesteros es la supervisora de la planta 4ªB del hospital Virgen de la Luz.// Foto: Saúl García
15/03/2021 - Dolo Cambronero

Nunca pensaron que les tocaría vivir una pandemia en primera línea del horror. El personal sanitario se ha enfrentado a lo largo de este año a una situación sin precedentes en la historia reciente a consecuencia de la irrupción de la Covid-19. Curtida en la profesión, Carmen del Palacio Ballesteros, que lleva 31 años como enfermera en el hospital Virgen de la Luz de Cuenca, recuerda la primera ola como “una experiencia absolutamente devastadora”.

“Fue un horror. El hospital se llenó en una semana. Hubo una presión asistencial brutal. Nos enfrentamos a eso con desconocimiento, angustia, estrés y, sobre todo, miedo porque no sabíamos tampoco lo que nos íbamos a llevar a casa pero sí veíamos que los contagios crecían de una forma exponencial”, rememora un año después esta enfermera, supervisora de la planta 4ºB de la zona de hospitalización del Virgen de la Luz, planta en la que se creó en mayo una Unidad de Cuidados Respiratorios Intermedios (UCRI) para tratar la insuficiencia respiratoria grave con terapias no invasivas, con el fin de evitar que los pacientes no tan graves acabaran en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI).

La profesional, natural del municipio conquense de Tarancón, recuerda que en aquellos momentos todavía no se conocía “la magnitud de este desastre, de esta tragedia”. No obstante, asegura que se enfrentaron a aquella situación con “ingenio e iniciativas” para salir adelante aunque hace hincapié en que “el coste emocional y físico” de todo el personal ha sido muy importante.

A pesar de la gravedad de la situación que se vivió en la primera etapa, Del Palacio subraya que “nunca” se ha dejado de lado la “humanización” de los cuidados. “Le dimos mucha importancia a esta cuestión porque son pacientes que están solos durante todo el ingreso”, apunta, poniendo como ejemplo que se hacían videollamadas para que los enfermos pudieran hablar con sus familias, con las que se tenía un “contacto permanente”.

“Eso también nos ha dado mucha tranquilidad a nosotros porque imagínate el desasosiego, la pena y la tristeza de las familias de pacientes con esa gravedad. Todas las visitas estaban restringidas y en ese plano teníamos nosotros mucho trabajo que hacer. La profesión de enfermería lleva muy dentro cuidar al paciente de forma integral”, incide.

Todos estos instantes en los que se mejoraba la vida del paciente en el plano afectivo y los casos en los que se conseguía que un enfermo saliera adelante han sido los momentos “más gratificantes” para el personal en esta época negra.

"La preparación en esta última etapa ha sido espectacular...Todo el hospital ha funcionado con un engranaje perfecto"

Aunque desafortunadamente la realidad es que los momentos “duros” sobresalen, sobre todo en la primera ola. “Hay compañeras con trastornos de sueño, con crisis de ansiedad brutales... Creo que eso se nos va a quedar ahí durante mucho tiempo”, lamenta.

A su juicio, las sucesivas olas han pillado al hospital en mejor disposición para afrontar la situación. “La preparación en esta última etapa ha sido distinta, espectacular”, asegura, habiéndose contado con mayores recursos de personal, técnicos y materiales. “Se han formado unos equipos absolutamente profesionales en todos los sentidos. Todo el hospital ha funcionado con un engranaje perfecto”, subraya, destacando desde el papel del personal de limpieza al de suministros, pasando por los servicios de Farmacia o Electromedicina. “Se ha necesitado a todos y de forma rápida y la respuesta ha sido brutal”, recalca.

La profesional cree que el circuito por el que pasaban los pacientes -Urgencias, Medicina Interna, Neumología, UCRI y, en los peores casos, UCI- estaba “perfectamente diseñado”. Con la perspectiva que da el paso del tiempo, un año después del horror, dice sentirse “tranquila”: “Hemos dado lo mejor de nosotros. Nos hemos dejado literalmente la piel".