La Posada de San José se adapta a los nuevos tiempos
Sus muros han sido testigos del devenir de la ciudad de Cuenca a lo largo de más de 400 años. Para seguir al pie del cañón por más tiempo, la emblemática Posada de San José, una joya del siglo XVII asomada a la hoz del Huécar que fue declarada Bien de Interés Cultural en 2005, está acometiendo en la actualidad una ambiciosa reforma con el fin de ofrecer un mejor servicio a su clientela al tiempo que se garantiza la conservación patrimonial.
“Hemos cuidado mucho de La Posada. Siempre decimos que hemos hecho lo que el edificio nos ha pedido. Mi madre dice que la casa habla: por aquí sí, por aquí no, haz esto, ahora toca renovar lo otro…”, bromea Pablo Cortinas, gerente del emblemático establecimiento, cuyas riendas cogieron hace justo cuatro décadas sus padres, Antonio Cortinas y Jennifer Morter, después de unos años cerrado.
HISTORIA
La historia del inmueble se remonta a 1621, cuando fue construido como casa palaciega bajo las órdenes del abuelo materno de Juan Bautista Martínez del Mazo, discípulo y luego yerno de Velázquez. Años después, se convirtió en el Colegio de San José para los niños cantores de la Catedral de Cuenca, función que mantuvo hasta los años treinta del siglo pasado, abandonándose posteriormente el edificio hasta que en la década de los cincuenta reabrió sus puertas como negocio hostelero. Tras años cerrada, el 28 marzo de 1983, La Posada de San José comenzaba una nueva andadura de la mano de la familia Cortinas-Morter que se mantiene hasta ahora.
“Hemos cuidado mucho de La Posada. Hemos hecho lo que el edificio nos ha pedido. Mi madre dice que la casa habla"La última gran actuación en el inmueble, que es hotel y restaurante, se llevó a cabo en 1992. Para seguir mejorando, en 2019 se plantearon acometer una gran reforma aunque llegó la pandemia y el proyecto, que se encargó al estudio Mota & Vignolo Arquitectos –integrado por Ignacio Vignolo, Carmen Mota y Jaime Gómez Maroto–, se paralizó.
Para realizar una remodelación de esta envergadura, el proyecto se ha dividido en tres fases: una primera centrada en la adecuación de las fachadas exteriores, una segunda orientada a la remodelación de la cubierta y una tercera que mejorará la accesibilidad e intervendrá en los espacios interiores, explica Ignacio Vignolo.
Los trabajos de la primera fase se iniciaron en diciembre y se calcula que se prolonguen hasta mayo, estando previsto que se acometan sucesivamente a continuación la segunda y tercera etapas del proyecto.
Las obras que se están desarrollando en las fachadas exteriores –que cuentan con la ayuda del Consorcio Ciudad de Cuenca al tratarse de un edificio de gran valor patrimonial– están condicionadas por dos hándicaps, según apunta este profesional: que el establecimiento continúa abierto y hay que compatilizar los trabajos con el servicio a la clientela; y la propia ubicación del inmueble, con un desnivel de 28 metros respecto de la hoz del Huécar, lo que dificulta el acarreamiento de material y la salida de escombros.
“La gente se sorprende del gran andamio que se ha puesto en la parte de atrás”, añade en este sentido Cortinas, quien precisa que aunque por la entrada principal del establecimiento por la ronda Julián Romero solo se ven dos plantas, a lo sumo tres si nos alejamos, por la parte de la hoz del Huécar, el inmueble cuenta con siete pisos aunque las dependencias de las distintas plantas se entrelazan entre sí como “si fueran cuñas”, en una suerte del popular videojuego Tetris. “El edificio creció hacia abajo y hacia los laterales”, señala
REMODELACIÓN FIEL
Intervenir en un edificio que cuenta con la máxima protección patrimonial, la de BIC, requiere elaborar previamente un estudio con detalle del inmueble, el cual, no obstante, “ha estado muy bien cuidado”, reconoce Vignolo. En el caso de las fachadas, el arquitecto cuenta que se observan varias zonas diferenciadas en los exteriores del edificio, que son el resultado de las diferentes reformas que se han ido acometiendo desde que el edificio fuera construido allá por el siglo XVII hasta nuestros días.
“La remodelación de las fachadas está siendo fiel al estilo preexistente”, recalca el arquitecto. “Hemos encontrado materiales heterogéneos, desde revestimientos de mortero para reparaciones a morteros de cal, de yeso puro... Con esa base, se ha ido adaptando el revoco exterior, usando la misma técnica para que sea lo más sincero posible al espíritu de La Posada”, explica.
Tras analizar los estucos y revocos de todas las fachadas, se detectó que la mayoría de estucos son de yeso y cal tradicionales, procedentes de canteras de la zona y con moliendas clásicas.
“Las técnicas con las que se trabajaba históricamente se han ido perdiendo y se han sustituido por revocos más o menos industriales, fundamentalmente de cal hidráulica cuando lo que se utilizaba tradicionalmente en Cuenca eran revocos de trabadillo, una mezcla de yeso y cal tradicional”, puntualiza.
Por esto y para respetar al máximo los materiales originales, contactaron con la Red de Maestros Artesanos de España para buscar profesionales que continuasen trabajando con esta técnica, contándose así en esta remodelación con Alejandro Ciudad, de los pocos que siguen trabajando en el país con esta fórmula y que tiene localizadas varias canteras en las que se suministra material con estas características de molienda tradicional, algo fundamental para que perdure a la intemperie.
Asimismo, también se ha contactado con Luis Prieto, “el que más experiencia tiene con este tipo de revestimientos”, habiendo participado en la rehabilitación de fachadas históricas de todo el país, detalla Vignolo, quien también relata que compañeros de profesión han contactado con su estudio al conocer que están trabajando con estas técnicas tradicionales en desuso.
Sobre este aspecto, Vignolo se cuestiona la durabilidad que pueden tener los materiales elaborados con sistemas industriales preguntándose si aguantarán otros 400 años como los revocos de yeso que habían pervivido desde el siglo XVII.
La primera fase de la reforma se está centrando en la adecuación de las fachadas, respetándose los materiales originales utilizados en el inmueble con el fin de conservar el espíritu de La Posada de San José
SIGUIENTES FASES
En relación con la portada de piedra de la fachada principal, se ha redactado un proyecto ex profeso para actuar en este elemento cuya remodelación se acometerá en la segunda fase de los trabajos, que también contemplan la intervención en la cubierta.
Y en una tercera fase se tiene previsto mejorar la accesibilidad del inmueble con la instalación de un ascensor, así como remodelar espacios interiores. Por un lado, se actuará en las nueve habitaciones de la primera planta, las llamadas “celdas” –donde dormían los residentes del Colegio de San José–, que no tienen baño propio. Tras la reforma, pasarán a ser cinco pero todas contarán con aseo individual.
Otra de las actuaciones previstas se centrará en la parte superior del inmueble –que ahora no cuenta con habitaciones–con el fin de ampliar la oferta de alojamiento construyendo varias dependencias tipo suite y con unas magníficas vistas hacia la hoz del Huécar y tejados de la Catedral.
Esta parte de arriba del inmueble fue en su día la propia vivienda de la familia Cortinas-Morter. “El edificio ha sido nuestra casa y es nuestra vida. Desde el restaurante hemos visto crecer a muchos conquenses y también tenemos clientes que repiten cada año en el hotel. Es muy bonito el cariño que recibimos. La Posada no deja de ser un poco de todos los conquenses”, dice con emoción el gerente.
La finalización de todos estos trabajos está prevista para 2024. Y partir de ahí, esperar hasta que el edificio vuelva a ‘pedir’ otra intervención.