“Las personas con TCA [trastorno de la conducta alimentaria] no queremos que sientan lástima por nosotras, queremos que nos comprendan y entiendan que se necesitan más medios y más información para que dejen de considerar una ‘tontería’ algo que es tan grave que puede incluso acabar con la vida de una persona”.
Son las palabras de una de las personas asociadas a la Asociación de Familiares y Enfermos de Bulimia y Anorexia de Cuenca (AFEBAC) por el Día Mundial de Acción por los TCA, que se celebra el 2 de junio.
Con motivo de esta jornada, desde AFEBAC hacen una campaña de información, sensibilización y reivindicación con el fin eliminar los tópicos asociados a estos trastornos.
“Aunque el pronóstico actual es mejor que hace décadas, los porcentajes que quedan fuera de la eficacia de los tratamientos son todavía excesivamente elevados”, señalan desde el colectivo.
Desde la asociación hacen hincapié en que, “lejos de los estereotipos sociales sobre la superficialidad de estos trastornos, la realidad es que son fenómenos complejos, multideterminados y cambiantes”, dado que detrás de su desarrollo hay factores psicológicos, fisiológicos, sociales y culturales.
“En ocasiones, se identifica el detonante con factores emocionales como la construcción de la identidad en la adolescencia y juventud temprana o la vivencia de experiencias traumáticas mal gestionadas en esta etapa o dificultades en la dinámica familiar. En otras, son los aspectos sociales y culturales como la visión idealizada del cuerpo y las ideas sobre la belleza que combinados con las exigencias sociales las desencadenan, apoyadas en gran medida por las redes sociales y los medios de comunicación. A veces, las altas capacidades también pueden facilitar la aparición de un trastorno alimentario”, señala la asociación.
Sin embargo, alertan de que la mala gestión del ejercicio físico y de la alimentación son solo un síntoma más sobre los que hace falta profundizar en su conocimiento para convertirlos en aliados del tratamiento mediante la supervisión por profesionales especializados.
El colectivo apunta que, a raíz de la pandemia por Covid-19, “los problemas de salud mental, ya infraatendidos por el sistema público de salud, se han hecho aún más patentes convirtiéndose en un grave problema”.
En Cuenca, actualmente se dispone de un recurso para la atención de los TCA formado por una psiquiatra y una psicóloga dos días en semana, que además comparten su jornada laboral con la unidad de referencia regional transgénero y dos cupos más de psiquiatría, así como otras patologías asignadas como la cirugía bariátrica. Además, hay otros profesionales asociados al tratamiento en las áreas de Nutrición y Endocrinología, pero no hay una unidad como tal para el tratamiento multidisciplinar de estos trastornos. Además, en Castilla La Mancha existen dos unidades, una en Ciudad Real y otra en Albacete, “completamente saturadas” y a las que solo se derivan casos “ya en condiciones de grave riesgo fisiológico”, según AFEBAC.
“Este déficit del recurso y la carencia de profesionales necesarios genera una lista de espera de un mes para acceder a la primera consulta de Psiquiatría y de casi dos meses para la primera consulta de Psicología. Como ya sabemos, el inicio temprano del tratamiento es fundamental para el buen pronóstico de estos pacientes y es por ello por lo que estas listas de espera resultan inaceptables”, denuncian.
Según el colectivo, esto está provocando un aumento de las familias que, en la mayoría de los casos, “de manera desesperada”, acuden a la asociación para ser orientados y tratados a pesar de sus “limitados e insuficientes recursos”.
Por todo ello, desde AFEBAC buscan dar visibilidad a este problema ante la opinión pública, eliminando estereotipos y mostrando cuál es la situación real de la atención al problema en Cuenca. Asimimo, reivindican una atención “adecuada” a la realidad de la provincia, ajustada en recursos humanos y materiales que den el tratamiento necesario porque los afectados “están pagando un precio demasiado alto por ello”.
“La mayoría de trastornos mentales son enfermedades silenciosas y eso no las hace menos graves”, añade la citada socia de AFEBAC que da su testimonio sobre esta dolencia que “tanto ha condicionado”su vida. “Los trastornos de la conducta alimentaria, como la anorexia en mi caso, son enfermedades que se llevan por dentro y aunque en muchas ocasiones se puedan observar desde fuera, otras muchas no son tan fáciles de identificar. Llevo tantos años conviviendo con ella que he terminado adaptándome a vivir así”, continúa diciendo, destacando la dureza de esta situación y recordando que multitud de personas conviven con ella incluso desde la niñez, sobre todo mujeres, soliendo ser diagnosticadas de forma tardía.
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“Me levanto y mi estado de ánimo lo marca un número en una báscula, al igual que lo que entrará por mi boca las próximas 24 horas. Mientras tengo un plato de comida delante mi mente solo es capaz de pensar cuántas calorías tendrá y qué repercusión tendrá esto en mi peso, siendo incapaz de disfrutar del momento, de la compañía, del sabor de la comida, de las conversaciones cruzadas que se dan en la mesa, porque aunque esté en multitud, me siento sola, me aislo incluso con gente, mi mente está ausente la mayor parte del día”, señala por su parte otra persona asociada a AFEBAC.
Este testimonio relata que, por ejemplo, cuando en Navidades la gente disfruta de los dulces típicos, en su caso no lo hace: “Si los como me castigo por ello, vomitando, con laxantes o autolesionándome, así que trato de no comerlos para evitar todo este calvario”.
Por ello, pide que no le digan que no tiene fuerza de voluntad. “¡Me estoy matando lentamente!”, exclama, añadiendo que “es triste” que su única manera de gestionar emociones y situaciones sea a través de la comida. “Empiezas para perder peso pero continúas porque sientes que es tu única forma (no sana) de canalizar cualquier cosa que te pasa en tu vida”, cuenta.
“No solo es perder peso, no somos niñas caprichosas ni hacemos el tonto”, subraya, alertando del sufrimiento tan grande que arrastran. La joven también explica que los abusos sexuales, el bullying, la baja autoestima y las familias desestructuradas pueden ser factores que desencadenen un TCA. “No lo elegimos, al igual que no se elige una enfermedad física”, recalca, destacando la gran resiliencia de los afectados.
Este testimonio recuerda que los TCA se pueden dar en cualquier peso y edad y hace hincapié en que requieren atención ya que se dan en chicas y chicos cada vez más jóvenes.
Por todo ello, a la sociedad le pide no opinar del físico de nadie o de si una persona come mucho o poco y no infravalorar el sufrimiento de alguien. “Un TCA puede ser mortal, tómatelo en serio”, advierte, aunque también recalca que de estos trastornos “se sale”.