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Las personas con capacidades diferentes se abren paso en el mercado laboral

Irene Espejo Muñoz, que tiene síndrome de Down, y Mario Prieto Martínez, que sufre un trastorno del espectro autista, narran su experiencia en el mundo del trabajo
Las personas con capacidades diferentes se abren paso en el mercado laboral
Fotos: Saúl García
03/12/2023 - Dolo Cambronero

Irene Espejo Muñoz (45 años) es desde hace dos décadas ordenanza en la Delegación Provincial de la Junta en Cuenca, donde escanea documentos y hace fotocopias, entre otras tareas. Mientras, Mario Prieto Martínez (28 años) trabaja desde hace doce meses en el departamento de Formación de AMIAB Cuenca, subiendo material para los cursos, redactando informes y atendiendo dudas del alumnado. A pesar de los prejuicios y el estigma, ambos son un buen ejemplo de que las personas con discapacidad –la primera tiene síndrome de Down y el segundo, sufre un trastorno del espectro autista– se están abriendo paso en el mercado laboral. 

En el caso de Irene, la ordenanza es una de las once personas que trabajan a media jornada en Cuenca capital en distintas dependencias del Gobierno regional, Ayuntamiento, Diputación y Universidad de Castilla-La Mancha gracias a los convenios suscritos por la Asociación Síndrome de Down de Cuenca (ADOCU) con las administraciones públicas. 

“El empleo es muy importante para estas personas. Si queremos normalizar la discapacidad, tienen que ser tratados como ciudadanos y tener un trabajo es fundamental”, recalca Roberto Rodríguez, trabajador social de ADOCU que está pendiente de estos empleados  para asegurarse de que todo marcha bien en sus respectivos puestos de trabajo. “Los visito al menos una vez por semana y a demanda. Y si veo que hay alguno que, por lo que sea, está más intranquilo, también me paso”, cuenta. Además, también está en contacto con sus familias. 

Para acceder a estos puestos, se debe tener un mínimo de 21 años y pasar un examen de capacitación para comprobar que pueden desempeñar estos puestos de trabajo. La idea es que se puedan jubilar cuando cumplan los 50, detalla este profesional.

“Ellos están muy contentos. El trabajo les permite tener rutinas, que también es importante, y les ayuda a llevar una vida normal”, recalca.   

Además de estos once empleados, otros dos usuarios de ADOCU han conseguido un empleo público tras superar una oposición en el cupo reservado a personas con discapacidad.

“Se trabaja mucho pero se consiguen cosas y estamos muy contentos”, destaca el trabajador social, que añade que varios de estos trabajadores han sido formados para dar charlas sobre ciberacoso en centros educativos y otros van a empezar a arbitrar partidos de fútbol.

Pero ¿cómo reacciona la sociedad cuando ve a personas con síndrome de Down trabajando en una administración pública? Para  Roberto Rodríguez, el trato a estos trabajadores tanto por parte del resto de compañeros como del público general es muy bueno, si bien crítica que en general hay cierta “infantilización” hacia este colectivo.

Camino de la normalización, ADOCU ofrece una atención integral a estas personas, organizando también por las tardes diversas actividades más lucrativas para estas personas. De hecho, Irene tiene la agenda bien completa: hace teatro, practica natación y fútbol sala, va a bailes latinos y asiste a clases de refuerzo para trabajar la comprensión lectora, la memoria y las matemáticas, entre otras destrezas.

INSERCIÓN CON AMIAB   

Otro referente en el trabajo por la plena inclusión de las personas con discapacidad es AMIAB, que ofrece atención integral a este colectivo, priorizando el empleo y el deporte adaptado. El delegado territorial de la entidad en Cuenca, Óscar Sillas, explica que la integración laboral de este colectivo es la “bandera” de esta organización, que es la tercera entidad de economía social de nuestro país.   

En total, esta entidad que nació en Albacete tiene en Cuenca un centenar de asociados y 275 trabajadores (el 66% son mujeres), de los cuales más del 80% tienen algún tipo de discapacidad. 

La asociación cuenta con un programa de inserción laboral que contempla itinerarios individualizados para personas con distintas tipologías y grados de discapacidad, ofreciendo orientación, formación e intermediación, entre otros servicios.  

La empleabilidad puede venir de la mano de centros especiales de trabajo o en empresas ordinarias, explican las técnicas Rebeca Lorente, María Luisa Rubio y Lorena Moratalla.

El programa, financiado por la Diputación de Cuenca, pone especial énfasis en mejorar la empleabilidad de las personas con discapacidad en las zonas rurales, llegando hasta 40 municipios, entre los que se encuentran Tarancón, Motilla del Palancar, Quintanar del Rey, San Clemente y Uclés, entre otras localidades.

La entidad intenta ofrecer un “traje a medida” a cada persona con discapacidad que busca empleo. Por ello, en primer lugar pasan por una entrevista psicosocial, tras la cual reciben formación y/o entran a formar parte de una bolsa de empleo, de la que forman parte en la actualidad 600 usuarios. En lo que va de año, se ha logrado la inserción laboral de 80 personas, habiéndose gestionado 70 ofertas de trabajo.

Desde AMIAB reconocen que lograr la inserción de este colectivo en empresas ordinarias es una “odisea”, muchas veces por desconocimiento.

La otra opción son los centros especiales de empleo. AMIAB dispone en Cuenca de dos: una lavandería que da trabajo a 83 personas y otro que oferta servicios integrados (limpieza, mantenimiento y jardinería, entre otros ámbitos)y que emplea a 125 trabajadores. El resto de empleados se reparten por las áreas de formación, medio ambiente y deporte, entre otras.

La recualificación de trabajadores es otra de sus líneas de acción. El delegado territorial pone como ejemplo de ello a Mario –que practica deporte inclusivo y es graduado en Periodismo y Comunicación Audiovisual–, que, además de sus tareas en Formación, también desempeña funciones en el departamento de Comunicación con el fin de que se desarrolle personal y laboralmente lo máximo posible.