Es siempre uno de los momentos más esperados en Cuenca pero esta edición llevaba además la emoción contenida tras dos años de ausencia debido a la pandemia. El periodista y sacerdote Antonio Pelayo (Valladolid, 1944) ha sido el encargado de abrir este Viernes de Dolores en un abarrotado Teatro Auditorio José Luis Perales la Pasión 2022 con un sentido y aplaudido pregón en el que ha pedido a los conquenses que mantengan la esencia de la que es su celebración más emblemática: "No os dejéis arrebatar el tesoro de vuestra Semana Santa. Que nadie se atreva a manipularla, que nadie caiga en la tentación de convertirla en una mera atracción turística”.
“Salvadla del escaparate de vanidades v superficialidad que caracteriza nuestra sociedad moderna. Os lo pido de todo corazón. Es un tesoro que está en vuestras manos, una preciosa herencia de vuestros antepasados que tenéis que transmitir íntegra y sin fisuras a las generaciones venideras, a vuestros nietos y a vuestros hijos”, ha añadido Pelayo, el décimo religioso en pregonar la Semana Santa de Cuenca, declarada de Interés Turístico Internacional.
El acto de la Junta de Cofradías de Cuenca –que ha sido conducido por el periodista Leo Cortijo, quien comenzaba su también sentida intervención con un "por fin, por fin"– ha contado con una primera parte musical en la que han actuado el Coro del Conservatorio de Música de Cuenca 'Pedro Aranaz', dirigido por Pedro J. García Hidalgo, que se ha estrenado como director del Coro en actos de Semana Santa, y la Banda Municipal de Música de Cuenca, dirigida por Juan Carlos Aguilar, que ha emocionado con diversas marchas procesionales.
Especialmente sobrecogedor ha sido el momento en el que, ante un auditorio en pie, el Coro ha entonado por primera vez en público desde la pandemia el icónico Miserere, que se ha dedicado a los nazarenos fallecidos durante este tiempo.
Tras la parte musical y ante la imagen del Calvario de Marco Pérez que ha presidido el escenario del Teatro Auditorio, Pelayo se ha referido a las “muy intensas emociones” con las que ha vivido esta jornada al asumir una “responsabilidad” que se le encomendó hace tres años aunque ha tenido que aguardar hasta ahora debido a la Covid-19 para protagonizar este especial momento que abre la Semana Santa de Cuenca, que vuelve a revivir “su incomparable historia” recuperando la ciudad “su entusiasmo, su fervor, su religiosidad”.
Echando la vista atrás, el actual corresponsal en Roma ha relatado durante este pregón que allá por la década de los sesenta conoció con "pasmo" la Semana de Música Religiosa de Cuenca, a la que ha calificado como “gloriosa tradición” que todavía se mantiene. Años después presenció algunas de las procesiones conquenses, entre ellas las Turbas, asegurando que ya entonces admiró la identificación absoluta de la ciudad con esas “manifestaciones de la piedad popular” y se sorprendió por la “natural simbiosis entre un glorioso pasado histórico y un presente tan vanguardista”.
También ha recordado a algunos de los que le han antecedido en esta responsabilidad de abrir la Pasión de Cuenca, rescatando unas palabras del pregón de la conquense Pilar Ruipérez, también periodista: “Si alguien quiere conocer el alma de Cuenca tendrá que venir en Semana Santa. No se termina de conocer esta ciudad y a sus gentes si no se conoce la Semana Santa”
Pelayo ha ido hilando a lo largo del pregón sus referencias religiosas con reflexiones sobre problemas sociales actualesUn pregón con un marcado carácter social dado que Pelayo ha ido hilando sus referencias religiosas a algunos de los personajes más significativos de los pasajes de la Pasión y Muerte de Jesús con reflexiones sobre la sociedad actual. Así, se ha referido a las desigualdades, a los niños que mueren de hambre, a los emigrantes que pierden la vida en el Mediterráneo o en el Atlántico y a la “catástrofe climática” mientras “nos lavamos las manos” como Poncio Pilatos. Asimismo, también ha afeado la “traición” de “los religiosos que abusan de los menores disfrazando de cariño lo que no es más que patética lujuria” y la de los "políticos que se llevan la boca con promesas que saben que no van a cumplir", relacionándolos en este caso con Judas.
Las víctimas de la Covid-19 –con especial mención al fallecimiento del taranconero Gonzalo Pelayo, primo del pregonero– y de la invasión rusa a Ucrania también han tenido su hueco en este pregón que con tanta devoción y sentimiento esperaba la comunidad nazarena conquense, aprovechando igualmente Pelayo para denunciar a quienes pervierten las religiones y las transforman en “máquinas de guerra”.
La parte final, dedicada a María, la ha relacionado con el sufrimiento de esas "madres angustiadas por el incierto porvenir que nuestra injusta sociedad reserva a sus hijos", el de "esos padres que se han quedado sin trabajo o saben que su salario precario o cada vez más mezquino no les va a permitir llegar a fin de mes", el de muchos ancianos "abandonados" y el de enfermos o discapacitados.
Como colofón de un acto en el que no han faltado las alusiones al Papa Francisco, el presidente de la Junta de Cofradías de Cuenca, Jorge Sánchez Albendea, ha obsequiado a Pelayo con una escultura nazarena, al igual que ha hecho el vicepresidente de la entidad, Antonio Abarca, con el autor del cartel de la Semana Santa conquense de 2022, Enrique Martínez Gil.
Al acto han asistido numerosas personalidades, entre ellas el obispo de Cuenca, José María Yanguas; el alcalde de la capital, Darío Dolz; el presidente de la Diputación, Álvaro Martínez Chana; y la subdelegada del Gobierno en Cuenca, Mari Luz Fernández, entre otras autoridades.