Ni las nubes ni la llovizna que de forma intermitente ha acompañado el inicio del Triduo Pascual ha podido evitar que este Jueves Santo de Paz y Caridad brillara más que el sol en una Cuenca que literalmente se ha echado a la calle, dentro y fuera de las filas nazarenas, en una procesión memorable y multitudinaria de principio a fin.
Tres años de ausencia pesan y en este Jueves de amor fraterno las siete hermandades que conforman la Archicofradía de Paz y Caridad han echado los restos para dejar en la memoria un desfile que ya es historia por su alta participación, coordinación y belleza.
Las filas interminables de nazarenos de todas las edades reafirman una vez más la ilusión y las ganas que tenía Cuenca de devolver las procesiones a la calle. Este Jueves Santo, en un perfecto orden y elegancia, el cortejo procesional de Paz y Caridad, el más antiguo, y también el más largo de todos, ha dejado alto el listón y ha dado fe del empeño, dedicación y pasión de Cuenca por hacer cada año más grande su Semana Santa.
Antes de que a las 16:30 horas se abrieran las puertas de la Iglesia de la Virgen de la Luz para dar salida a la procesión del Jueves Santo desde la Plaza de la Hispanidad hasta el puente de San Antón era ya un hervidero de gente.
A la salida de la Cruz guía ya no cabía un alma. Mucha gente, familias enteras y muchos turistas acudían a recibir a las imágenes que, cronológicamente, recrean en las calles de Cuenca los Misterios de la Pasión, mientras las filas de nazarenos se hacían más y más largas, con muchos niños en todas las Hermandades.
Al paso de la procesión, murmullos ahogados al silencio con el toque de campana que anuncia al Reo de muerte precediendo al titular de la Archicofradía de Paz y Caridad, el Santísimo Cristo de la Misericordia, el Cristillo, solemne a hombros de banceros de todas las hermandades.
Tras la hermosa talla de Marco Pérez, en el transcurso de una hora y media se incorporaba al Cortejo la Oración en el Huerto (de San Antón), Jesús Amarrado a la Columna, Nuestro Padre Jesús con la Caña, el Santísimo Ecce Homo (de San Gil), Jesús y la Verónica, Auxilio a Nuestro Señor Jesucristo, Nuestro Padre Jesús Nazareno del Puente y Nuestra Señora Soledad del Puente, bajo palio. Impecable el trabajo de los banceros en la salida de todas ellas.
La cabecera del desfile llegaba a la Hispanidad las seis de la tarde ya con todas las imágenes fuera de la iglesia de San Antón, y lo hacía caminando con fluidez, elegancia y una coordinación que habla por sí sola del trabajo de las Hermandades.
Tanto en Calderón como en Carretería una gran multitud recibía a las imágenes, arropadas por la música que más que nunca ha sonado como oración elevándose el cielo. Excelente el trabajo de las bandas. Qué buen modo de estrenarse en la Semana Santa de Cuenca han tenido las bandas de Iniesta y de La Alberca de Záncara, y qué lujo de compenetración a golpe de horquilla con los banceros que han tenido todas las agrupaciones participantes, la de Munera (Albacete) – que regresa de nuevo a los desfiles– y la de Cuenca que ponía el broche arropando a la Madre en una procesión de Paz y Caridad impecable que deja momentos de incomparable emoción y belleza.
Preciosa la subida a la Plaza Mayor, que se completaba sobre las 22:30 horas con la entrada de la Soledad del Puente arropada por una enorme fila de hermanos que ha ido engrosando en el camino hasta doblar.
A lo largo de todo el recorrido, el Cortejo ha trascurrido muy compacto y elegante, con filas interminables de nazarenos y una multitud impresionante flanqueando el paso de las imágenes que han dejado momentos de gran plasticidad con el contraste de luces del atardecer y la caída de la noche iluminada por largas filas de tulipas.
A destacar el magnífico paso del Cortejo por El Salvador y por la calle del Peso, con maniobras de giro impecables. Expléndida la subida por Alfonso VIII, la llegada a la Plaza Mayor y el baile de las imágenes al cruzar los arcos para encontrarse con el gentío que aguardaba su entrada. Tremenda la la música de este Jueves Santo bajo las batutas de las bandas de Iniesta, La Alberca de Záncara, Munera y Cuenca. No han podido sonar mejor ni transmitir más emoción.
Con la Soledad en el Obispado, el cortejo iniciaba su bajada sobre las 22:40 horas, mateniendo la unidad, elegancia, fluidez y coordinación con el que se ha desarrollado desde el principio. Espectacular la bajada por las curvas de la Audiencia. Cuenca no puede estar más hermosa un Jueves Santo.
Pasada la media noche, ocho horas después de su inicio, la cabecera de Paz y Caridad, hacía su entrada al Puente de San Antón, encarando ya el final de un Jueves Santo para soñar que encerraba pasadas ya las 01:30 horas de la madrugada con el Himno Nacional sonando para la solemne entrada de la Madre en su Soledad del Puente. Cuenca, ya es Camino del Calvario.