Posiblemente les parecerá extraño el ver a una persona cruzando las arterias principales de la ciudad montado en un patinete a una velocidad considerable y sin escuchar ni un solo ruido de motor. Esta fotografía cada vez es más cotidiana debido al número creciente de usuarios que utilizan estos métodos eléctricos para moverse por los núcleos urbanos.
Este tipo de vehículos se están incorporando cada vez más a nuestros hábitos y, en otras ciudades, han ido desbancando a las alternativas tradicionales como medio de transporte.
Existen multitud de modelos, desde los ‘Hoverboard’, que tienen una estructura horizontal y con una rueda a cada lado, capaces de rodar 360º grados y que llegaron hace unos años como principal revolución de este sector; el ‘Segway’, de mayor tamaño y con un manillar central y que se puede ver por el Casco Histórico como método para hacer turismo; los monociclos, aparatos de una rueda central y con dos soportes a sus laterales donde va montado el usuario; hasta los últimos patinetes eléctricos que sustituyen a sus versiones anteriores, las más antiguas sin motor y luego los modelos que incluían un pequeño motor de gasolina.
Son aparatos no demasiado grandes, algunos de ellos plegables, luego no necesitan grandes necesidades de aparcamiento, pesan de 8 a 10 kilos según el modelo, alcanzan velocidades de entre 10 y 35 kilómetros por hora y no realizan emisiones contaminantes, ya que funcionan por electricidad. Además, los avances en tecnología hacen que cada vez disfruten de una mayor autonomía, llegando a más de 30 kilómetros de recorrido antes de tener que volver a recargarlos.
El ‘boom’ de estos vehículos ya es una realidad en grandes ciudades como Madrid, que ha instaurado este sistema como transporte público con un método de alquiler similar al que ya utilizan con el servicio de bicicletas.
En Cuenca, un número creciente de usuarios lo utilizan para moverse por la ciudad. Uno de ellos es Sergio López, conquense que juega en el equipo de balonmano del Liberbank Cuenca. “Lo tengo desde hace un par de meses, se lo vi a ‘Colo’ (Pablo Vainstein), me lo dejó un par de veces y a la tercera ya le dije que no hacía falta, porque me iba a comprar uno. Desde entonces, no he cogido el coche. Lo utilizo para ir por toda Cuenca, desde a la universidad hasta para los entrenamientos o recados, desde que lo tengo, le he hecho algo más de 300 kilómetros, ya que tiene una aplicación en el móvil que te informa de todo”, señala López.
"Lo utilizo para ir por toda Cuenca, desde la universidad hasta para los entrenamientos o recados. Desde que lo tengo, le he hecho algo más de 300 kilómetros"El deportista admite que el ir con este vehículo genera curiosidad por parte de los conquenses, incluso del público menos esperado.
“Me sorprende que los que más me preguntan por el son personas mayores. Que si cuanta velocidad coge, qué autonomía tiene... y a raíz de eso cada vez hay más gente que da el salto y se lo compra. Yo lo veo como una inversión, si le das uso, ahorras en gasolina, aparcamiento, y ahora mismo hace una buena temperatura para usarlo, luego, en el invierno conquense habrá que ser algo más valiente” señala entre risas el jugador del Liberbank Cuenca, que admite está bastante informado en cuanto al tema de legislación del patín.
“En Madrid se han puesto de acuerdo para que se pueda circular por el 80% de las calles y por carril bici, el problema es que Cuenca no cuenta con la misma estructura de carril bici, con lo cual a la gente sigue sorprendiéndole el hecho de verte circular tanto por la calzada como la acera”, subraya.
MEJOR QUE EL COCHE
José Manuel Jiménez es otro de los conquenses que ha optado por esta alternativa. “Me lo compré por un simple capricho, pero a raíz de empezar a utilizarlo, y debido a mi trabajo, me supone una ventaja muy considerable respecto al coche”.
Jiménez trabaja en un laboratorio de prótesis dentales y realiza con frecuencia viajes a distintas clínicas de la ciudad cada día. “Suelo evitar las calles principales por los coches, pero no tengo tampoco ningún problema en circular por ellas. El patinete tiene potencia suficiente y pese a que hay numerosas cuestas, puede conmigo. Además, la velocidad hace que sea tan rápido como una bicicleta, pero sin problemas de aparcamiento, no hay que ponerle candados o buscar un aparcamiento de bicis, simplemente lo pliegas o los puedes bloquear mediante una aplicación del móvil para evitar que arranque hasta que no lo desbloquees desde tu dispositivo”, señala este conquense.
“Te da movilidad para moverte por cualquier parte, cuando subo por la acera obviamente reduzco la velocidad para evitar cualquier percance. En cuanto a recargarlo, lo hago cada 2 o 3 días, es tan sencillo como llegar a casa y dejarlo unas horas para volver a tenerlo listo” declara.
Mientras seguimos preguntándole a nuestro entrevistado por el uso de su vehículo se acerca una tercera persona preguntando si el patinete que sostiene es un modelo eléctrico, al tiempo que su curiosidad lo lleva a preguntar cómo es llevarlo, durante cuánto tiempo lo usa o cuánto le ha costado, ya que está pensando en adquirir uno para moverse por Cuenca.
“Hay modelos en torno a los 300 o 400 euros, una bicicleta eléctrica que sea incluso plegable, cuesta casi el doble, con lo cual las diferencias son considerables”, sentencia Jiménez.
DIFERENTE CLASIFICACIÓN, MISMAS SANCIONES
Al igual que el hecho de conducir el coche ebrio conlleva un riesgo para la salud propia, la del resto de conductores y una sanción que, según el grado de alcohol en sangre, puede ser constitutiva hasta de delito, los usuarios de estos patinetes no están exentos de esta normativa.
El conducir estos vehículos bajo los efectos del alcohol puede tener las mismas sanciones que a los conductores de vehículos a motor. Si se supera el 0,25 mg/L de alcohol en sangre, el usuario tendrá sanción de hasta 500 euros y el doble si supera la tasa de 0,50mg/L.
Sí existe una diferencia en cuanto al tratamiento de estas sanciones, que en el caso de los patinetes no se trata de un delito, sino de sanciones administrativas y no conlleva pérdida de puntos del carné de conducir, puesto que no es necesaria licencia para su conducción.
El mundo del transporte cada vez se asemeja más a las películas del futuro y tanto la forma como el instrumento de moverse por la ciudad van cambiando con el paso de los años.
En el caso de Cuenca, supone un reto más de cara a su población de reducir la contaminación y el uso del coche como para su administración, con el fin de crear una normativa que permita convivir y circular por la ciudad de la forma más eficiente.
Cada Ayuntamiento es el que tiene potestad para regular el uso de los VMPConsultado por Las Noticias de Cuenca, el Ayuntamiento ha declarado que, por el momento, no existe regulación especial para la ciudad en cuanto al régimen de movilidad de estos vehículos, sino que siguen las reglas que establece la propia DGT.
A ojos del organismo de tráfico, estos patinetes eléctricos están considerados como VMP o ‘Vehículos de Movilidad Personal’, en el mismo grupo que el de bicicletas. Esta peculiar clasificación permite que puedan circular tanto por la acera como por la calzada, algo que para el usuario supone multitud de alternativas para moverse por la ciudad, pero son en última instancia las instituciones municipales las que tienen la potestad de legislar sobre la materia y uso de estos vehículos.
Su llegada ha pillado a la mayoría de consistorios sin regulación. Es a raíz de su uso cada vez más frecuente lo que les está llevando a crear ordenanzas que marquen las línea de circulación de los usuarios de estos vehículos.
En Barcelona, por ejemplo, la legislación permite transitar por el carril bici donde no podrán superar los 30 kilómetros por hora, mientras que si lo hacen por la acera, deberán reducir su velocidad máxima entre 10 y 20 km/h. En Valencia, su situación es similar, pero a diferencia de las bicicletas, no es obligatorio llevar el casco para los usuarios que utilicen estos patinetes. Pese a que el aparcamiento no es un problema, en Madrid, por ejemplo, los patinetes pueden aparcarse en la acera, siempre que dejen un espacio de más de tres metros disponible.
Como decimos, estas normas sólo se aplican al ámbito de actuación de cada municipio de manera específica, mientras que en el ámbito general, se les debe dar un trato similar al de las bicicletas, tanto si circulan por la acera, como por la calzada.
Esta ambigüedad en la que se engloban estos vehículos ya ha llegado a oídos de la Dirección General de Tráfico que pretende realizar un apartado específico para su clasificación en la futura reforma de la Ley de Seguridad Vial.