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Paseo por el arte funerario del cementerio municipal de Cuenca

En el camposanto del Santísimo Cristo del Perdón de la capital conquense destacan obras del imaginero conquense Luis Marco Pérez y del escultor valenciano Mariano Benlliure
Fotos: Saúl García
01/11/2022 - Dolo Cambronero

Nada más entrar al cementerio municipal del Santísimo Cristo del Perdón, a mano izquierda, una bella escultura adorna un enterramiento. En ella aparece una mujer, vestida de novia y con un ramo de flores, junto a un ataúd. La leyenda cuenta que se quedó viuda el mismo día de su boda aunque la realidad es otra con una historia menos novelesca: simplemente, a la familia le gustó esta imagen para ornamentar la tumba de sus seres queridos.

Este conjunto escultórico es solo un ejemplo del arte funerario que se puede encontrar en este camposanto conquense, en el que destacan obras del imaginero conquense Luis Marco Pérez y del escultor valenciano Mariano Benlliure aunque también se pueden observar trabajos de autores con menos renombre pero igualmente con gran belleza. 

La primera parada en este recorrido artístico por la parte más antigua de esta necrópolis –en el que nos acompañan Antonio Ortiz, director comercial de Grupo Granero, empresa adjudicataria de este cementerio; y Alfredo Cavallaro, operario de mantenimiento en este enclave– nos detiene en el conjunto escultórico obra del gran imaginero de la Semana Santa conquense que aparece en el panteón de la familia Serrano Andrés. En bronce y piedra, se compone de las figuras de la Virgen, María Magdalena arrodillada y el Cristo Yacente.

El paseo nos lleva después hasta la tumba del pintor Manuel Domínguez (hay obras suyas en el Museo del Prado), en la que aparece una llamativa escultura aunque lo más interesante está en lo alto, donde se encuentra un busto en bronce del fallecido en 1906 que fue realizado por el maestro Mariano Benlliure, cuya firma puede leerse en la parte trasera.

TUMBA DE SÁNCHEZ VERA

También llama la atención en este recorrido por el cementerio la sepultura del periodista y escritor Emilio Sánchez Vera, fallecido en 1919. En la parte trasera de este conjunto, que está salpicado de un lecho de musgo que bien atestigua el paso del tiempo, se pueden leer varias inscripciones como, por ejemplo, La Tierra y El Huécar, que son los nombres de algunos de los periódicos que dirigió en su tiempo el también bibliotecario Sánchez Vera, que cuenta con una céntrica calle en la ciudad.

Otra tumba que también sobresale es la de Carlos Valentín Carretero y Serrano, perteneciente a la Asociacion de Magisterio. De las primeras décadas del siglo XX, la sepultura incluye una escultura en relieve de color blanco con el rostro del finado. Como curiosidad, Cavallaro, que lleva casi dos décadas trabajando en el cementerio y se conoce el espacio al detalle, cuenta que la imagen tiene un gesto que, según desde donde se mire, puede parecer que sonríe o que, por el contrario, estuviese enfadado. Una vez, un grupo de estudiantes de Taiwán pidió permiso para visitar al camposanto –algo que, por cierto, no es necesario ya que la entrada es libre en el horario de apertura– y este operario bromeó con ellos diciéndoles que dependía de lo que les dijese esta figura: si reía, podían acceder, si no, se les vetaba, lo que generó primero la confusión y después las carcajadas de los jóvenes ante el enigmático rostro.

Por el resto del cementerio pueden encontrarse otras bellas sepulturas con adornos tallados en piedra minuciosamente. “Antes, se tallaba a mano y las tumbas tenían más detalles. Hoy en día, con las máquinas, no es posible tanta precisión”, reflexiona Ortiz, que explica que a veces visitan el camposanto estudiantes de Bellas Artes.

Respecto a los panteones, en la parte más antigua del cementerio municipal destaca la gran estructura funeraria perteneciente a la Familia Lasso, que tiene un historial militar.

SEPULTURA DE LEONOR CULEBRAS

Aunque más reciente y situada en una zona más nueva del cementerio, otra sepultura que merece la pena visitar es la de la pintora y escritora conquense Leonor Culebras (murió en 2017), en la que destaca un dibujo de la ciudad de Cuenca realizado por ella que está grabado a láser en la lápida, de granito verde indio.

Por lo general, las sepulturas son ahora más sencillas y con menos adornos que antiguamente. El granito negro Sudáfrica es el más utilizado en la actualidad, cuenta Ortiz.  

NO TODO ES ARTE       

Pero no todo es arte en el cementerio, donde también hay esculturas de dudoso gusto y algunas mal ejecutadas, totalmente desproporcionadas. También sorprende un conjunto de tumbas cargado de simbología de ultraderecha: las sepulturas están colocadas de tal manera que conforman una esvástica, apareciendo también unas águilas en el enverjado.     

El recorrido por el cementerio también tiene un valor antropológico ya que da idea de los usos, costumbres y tendencias en relación con la muerte. Para Cavallaro, “para conocer bien cualquier población, hay que visitar la Plaza Mayor y su cementerio”.    

La lápida en vida de ‘Mary Carmen y sus muñecos’

Aunque es una práctica muy minoritaria, hay gente precavida que, en vida, deja todo preparado para que cuando llegue el día de su muerte esté ya listo su lugar para el descanso eterno. Es el caso de la ventrílocua María del Carmen Martínez-Villaseñor Barrasa (de Horcajo de Santiago, Cuenca), conocida como ‘Mary Carmen y sus muñecos’, que ya cuenta con su lápida en el cementerio municipal del Santísimo Cristo del Perdón de la capital conquense.

“Siempre Mary Carmen y vuestros muñecos reíremos desde el cielo”, reza el epitafio en su tumba, en granito gris y que incluye una escultura de un ángel.

EPITAFIOS CURIOSOS

Esta lápida “en vida” es una de las curiosidades que esconde este camposanto, en el que también se encuentran epitafios menos divertidos y que reparten culpas: “Has pasado de mis brazos a los de tu madre. Cuánto daño te han hecho esas personas tan cercanas a ti. Reciban el castigo que se merecen”. 

Familiares que llevan con frencuencia whisky a su ser querido fallecido y otros que celebran banquetes junto a la tumba del finado son otras de las anécdotas que deja este espacio.


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