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Migraciones

“La pandemia no te da derecho a tratar a los migrantes como peones de ajedrez”

El conquense Óscar Fernández, de la ONG Salvamento Marítimo Humanitario, relata el rescate de una patera procedente de Libia con 44 personas
22/04/2020 - Dolo Cambronero

Mientras Europa lucha para controlar la pandemia, hay gente que todavía sigue intentando llegar al viejo continente huyendo de la guerra y de la pobreza. El marinero conquense Óscar Fernández y otros ocho compañeros de la tripulación del barco de rescate Aita Mari, de la ONG Salvamento Marítimo Humanitario (SMH), regresaban a España desde la costa italiana cuando recibieron una alerta por el avistamiento de varias pateras, por lo que se volvieron, “como marca la ley del mar”, y se trasladaron hasta la zona en la que estaba la más próxima a ellos, rescatando el lunes 13 de abril a 44 personas, entre ellas tres menores y una embarazada. Pero la odisea se ha prolongado y pasó una semana hasta que el domingo pudieron por fin evacuarlos en un ferry, en el puerto de Palermo, el que deberán pasar la cuarentena antes de pisar tierra firme.

La historia de estos migrantes comenzó el 10 de abril, cuando partieron de Libia en una embarcación de goma. “Malta se desentendió de rescatarlos”, asegura Fernández, segundo oficial de puente del Aita Mari. Cuando este barco de rescate los localizó el pasado lunes 13, llevaban ya dos días a la deriva, sin agua y sin apenas comida. “Estaban críticos cuando llegamos porque estaban deshidratados, con frío”, relata.

Diez de estas personas fueron evacuadas a Lampedusa debido a su estado de salud, entre ellas la embarazada, de 19 años, junto a su hermana, de siete, y su pareja, además de los otros dos menores. El Aita Mari recibió después la orden de navegar hasta Sicilia.

Después de nueve días en el mar, el Ministerio de Infraestructuras y Transporte italiano dio la autorización el sábado para que las 34 personas que todavía permanecían a bordo del Aita Mari pudieran desembarcar en el ferry Raffaele Rubattino, donde aguardan también otros 145 migrantes rescatados por el barco Alan Kurdi. Allí deberán pasar todos la cuarentena establecida por el Gobierno de Italia por si alguno estuviera contagiado por la Covid-19.

A pesar de la situación, Fernández reconoce que la semana que estuvieron a bordo del barco de la ONG vasca fue "tranquila" salvo por un par de días en los que hubo mala mar y comenzaron los mareos en los migrantes, que "ya venían tocados" de su dura travesía. Pero “no hubo ninguna tensión”, sostiene este conquense, explicando que el número de personas rescatadas no era muy elevado y la situación no se desbordó en ningún momento. “Hay que explicarles que esto no deja de ser una negociación. Es complicado que ellos lo entiendan, bueno, ellos y cualquier persona... Pero te agradecen que los hayas salvado”, subraya.

“La pandemia no te da derecho a tratar a los migrantes como peones de ajedrez”

“Como íbamos de regreso a pasajes, no llevábamos ni socorristas ni enfermeros ni médicos”, cuenta Fernández, que se ocupa diariamente de la guardia de navegación de cuatro de la madrugada a ocho de la mañana y de 16 a 20 horas. Durante los días que estuvieron los migrantes en el buque, la tripulación se encargó también de prepararles la comida, básicamente, té, galletas, barritas energéticas, arroz, cuscús y sopas. Por las mañanas, se hacía la revisión a aquellos que aquejaban "alguna dolencia y se administraban los medicamentos prescritos por la autoridad médica de Roma".

Ahora, los nueve miembros de la tripulación (entre ellos, una voluntaria) deben aguardar también en la costa de Palermo una cuarentena antes de regresar a España, algo que este marinero no acaba de entender dado que están en el barco y considera que ya van a respetar el aislamiento durante la vuelta a nuestro país, una travesía para la que harían faltan entre nueve y diez días. A su juicio, esto es de alguna manera "un castigo" por rescatar.

Aunque recalca que es consciente de que “la situación es complicada en Europa”, lamenta que la acogida de migrantes se haya paralizado en estos momentos. “Van a seguir llegando pateras aunque seguramente vengan menos. En Libia hay una guerra civil y seguirán jugándose la vida por alcanzar Europa”, advierte. “Abril ha sido duro, muy trágico, con varios naufragios”, indica.

“Piensan que están mejor en Europa con el coronavirus que allí en guerra”, añade. El miembro de Aita Mari también apunta que el tráfico marítimo ha bajado debido a la pandemia, lo que hace que estas precarias embarcaciones en las que se echan a la mar no se encuentren a casi ningún barco durante la travesía. “Estaban en la absoluta nada cuando llegamos. Si no los ve nadie, no tienen posibilidades de sobrevivir”, reflexiona.

Este conquense también advierte de la dura situación de las mujeres migrantes. “Me atrevo a decir que el 100% vienen violadas”, denuncia. “La niña, con siete años, tenía una sonrisa de inocencia total y absoluta pero una mirada de haber sufrido”, asegura.

“ Y la hermana embarazada tenía también la mirada perdida, abrazándose a la niña y a su marido, que igual no lo era. Traen unos rostros... pero esto no es solo por la guerra sino por las humillaciones que sufren y la esclavitud”, puntualiza.

El marinero asume que la ONG tendrá ahora que ayudar de otra forma dado que salvar personas en el mar está complicado en estas circunstancias. “Habrá que esperar a que Europa nos devuelva nuestro derecho a rescatar”, reclama, al tiempo que denuncia que no es justo que los migrantes hayan pasado tantos días en el mar, tanto a bordo del Aita Mari como del Alan Kurdi, a la espera de que pudiesen desembarcar.

“La pandemia no te da derecho a tratar a los migrantes como peones de ajedrez”

“Ni la pandemia ni nada te da derecho a tratar a estas personas como peones en un tablero de ajedrez”, dice indignado, hablando del reparto de migrantes que hacen los países europeos. “Es una política vergonzosa”, afirma.

A juicio de Salvamento Marítimo Humanitario, “la UE tiene que establecer un protocolo seguro y previsible para que las personas náufragas no pasen a bordo de los buques más tiempo del estrictamente necesario, puesto que esto solo agrava su salud”, al tiempo que denuncia, una vez más, la posición de Malta.

Para Óscar Fernández, se debe buscar una solución porque estas personas seguirán persiguiendo la Europa soñada: “Ni la pandemia ni los puertos cerrados los detienen, quieren salir del infierno. Se echan a la mar en busca de un futuro”.