Oddie es un jack rusell de cinco años de edad. Aunque pueda parecer un can normal, no lo es. En su lomo, un arnés ya indica que es un ‘perro de asistencia’, y es que está entrenado para detectar una crisis diabética unos 20 minutos antes de que el paciente la empiece a sufrir.
Su dueño es Pablo Serrano, un conquense que acaba de cumplir la mayoría de edad y que, con tan solo 12 años, fue diagnosticado con una diabetes tipo 1. Fue en enero de 2019, cuando sus padres, Ana y Julián, le llevaron al médico porque Pablo tenía diferentes problemas de salud. Tras hacerle la prueba de la glucemia, vieron que tenía más de 500mg de glucosa en sangre, motivo por el que le ingresaron dos semanas.
“Me cambió la vida totalmente porque dejas todo aparte y te tienes que centrar en ti mismo”, recuerda Pablo sobre aquellos años, quien dedicó muchos meses a ese proceso de adaptación para convivir con la diabetes.
Desde entonces, tiene conectado un sensor de glucosa y una bomba de insulina que, si bien ha mejorado con los años, no es preciso al 100% y tampoco ofrece los datos en tiempo real. Un día, mientras su madre buscaba información, encontró la Asociación CANEM que, ubicada en Zaragoza, adiestra a perros de alerta médica para detectar y avisar con antelación de las subidas y bajadas de glucosa.
De esta forma llegó el pequeño Oddie a su vida porque, después de unos seis meses de adiestramiento, el can pasó a ser uno más de la familia a finales del año 2019. Fue entregado con una muestra de sudor de Pablo, ya que los perros detectan esas subidas o bajadas de glucosa por el olor.
Gracias a su olfato, el can salva a Pablo unas seis o siete veces por semana de sufrir episodios de hiper o hipoglucemia con 20 minutos de antelación
Adaptaron a Oddie al sudor de Pablo y desde entonces, con unos 20 minutos de antelación, el can detecta la crisis diabética que se está produciendo, puesto que el joven conquense es asintomático hasta que no desarrolla la subida o bajada de glucosa. Esto es así porque los humanos desprenden una sustancia que los perros están adiestrados para detectar mediante el olfato.
“Al principio era un poco escéptico, porque cuando me ladraba de forma diferente a cuando quiere jugar, yo me encontraba bien y no le hacía mucho caso, pero a los 20 minutos tenía la hipoglucemia encima y empezaba a tener mareos, irritabilidad, temblores, etcétera. Ahora, cuando nota en su mascota ese ladrido diferente, evita esa hipoglucemia consumiendo, por ejemplo, hidratos de carbono. “He ganado muchísima calidad de vida y bienestar gracias a Oddie”, relata Pablo Serrano, quien gracias a su inseparable Oddie puede prevenir unas seis o siete crisis diabéticas cada semana.
Desde 2019 Oddie y Pablo son inseparables, dándole su mascota una seguridad y una confianza “tremenda”. Al ser un animal de alerta médica, en Castilla-La Mancha, por ley, tiene permitido el acceso a todos los recintos. “Viene conmigo al supermercado, al centro comercial, etcétera”, relata Serrano, que no se lo lleva a la universidad porque, al estar tanta gente en un aula pequeña, no quiere que el animal se estrese. Además, cuando va de viaje tampoco tiene ningún problema, ya que dispone de un certificado de la propia asociación junto al arnés y el chaleco identificativo en los que se deja claro que Oddie es un perro salvador.