Un mosaico protagonizado por un paisaje urbano que se asemeja al Casco Antiguo de Cuenca, el espacio plagado de estrellas, una cremallera que se abre para dejar al descubierto al dinosaurio Pepito, líneas de colores que abrazan su imponente cuerpo o erupciones volcánicas que recuerdan a la época de su desaparición.
Estas son solo algunas de las propuestas seleccionadas para decorar las ocho réplicas del Concavenator Corcovatus que, dentro de poco, marcarán al visitante el camino hacia el Museo de Paleontología de Castilla-La Mancha, a la vez que lo promocionan.
Elaborados por alumnos de la Escuela de Arte José María Cruz Novillo y de otros centros de la provincia, en todos los casos los bocetos son “muy gráficos, versátiles, diversos y originales” y su ejecución dará como resultado una réplica del Concavenator Corcovatus “un poco diferente y original”, a juicio del director de la Cruz Novillo, Carlos Hernández.
Cada uno de los ocho ‘Pepitos’, cuyas dimensiones alcanzan los 3,5 metros de longitud por 1,5 metros de altura, ha sido fabricado en fibra de vidrio y serán decorados a instancias de la Dirección General de Turismo de Castilla-La Mancha y la delegación de la Junta en Cuenca. Siete, en la propia escuela y el octavo, en el Museo de Paleontología.
“La idea es emular el proyecto de intervención de varios artistas sobre varias vacas que visitaron distintas ciudades”, sostiene Hernández.
Trabajo colectivo
Desde el principio, la intención era no encomendarle la tarea exclusivamente a alumnos de este centro, sino implicar a toda la ciudad y a los diferentes centros educativos de la provincia así como a colectivos sociales de diverso tipo “para que fuese un proyecto colectivo y no interno del centro”, aunque será este el que coordine todo el trabajo, al que han concurrido más de doscientos bocetos.
De entre todos ellos, una comisión integrada por personal del Museo Regional de Paleontología (MUPA) y los departamentos de Dibujo y Diseño de la propia escuela ha sido la encargada de elegir los ocho modelos finales en base a la facilidad para llevarlos a la realidad, porque algunos “eran muy bonitos, pero difíciles de materializar”.
Esta es una de las principales razones por las que se descartaron aquellos modelos “más elaborados y fotográficos, pero que requerían un trabajo y unas técnicas un tanto especiales”, señala.
"La idea inicial era implicar a toda la ciudad, centros educativos de la provincia y colectivos sociales "Para transfigurar cada uno de estos ocho ‘Pepitos’, cuya imagen ha sido ideada en su mayor parte por alumnos de la Escuela de Arte José María Cruz Novillo, aunque integrarán también algunos motivos de propuestas ajenas al centro, se están utilizando esmaltes al agua y, en el caso del modelo que traslada a Pepito al espacio, se trabajará con salpicado, según ha detallado el profesor de Dibujo José Fernando Villar, coordinador, a su vez, de todo el proyecto.
En él se han involucrado ocho profesores del centro más y prácticamente los 260 alumnos, que han aplicado “perfectamente los conocimientos adquiridos en tema de composición y colores complementarios”, utilizando el dinosaurio “como soporte, no como forma”.
A todos se les aplicará un barniz para unificar colores y brillos y una capa protectora que se usa sobre la superficie de los barcos, dado que la idea es que los dinosaurios se exhiban a la intemperie.
Fechas de Entrega
En relación a la fecha de entrega, en la Escuela de Arte José María Cruz Novillo quieren decorar los siete dinosaurios “con cierta celeridad”, puesto que nos encontramos prácticamente a final de curso, por lo que su “compromiso” es entregar el trabajo antes de principios de junio.
El que ya está prácticamente concluido es el Pepito adornado en el propio Museo de Paleontología por más de un centenar de visitantes, en su mayoría familias con niños incluso menores a los tres años “que no sabían ni coger el pincel”, según el director de este espacio, Santiago Langreo.
Utilizando acrílicos resistentes al agua que secan bien, no huelen y son fáciles de limpiar, con un posterior retoque a base de rotulador permanente negro, todos ellos han tenido la ocasión de dar forma a un diseño protagonizado por una “especie de mandala” obra de la estudiante Andrea Bustamante que, según aventura Langreo, “gustará mucho por su colorido y porque ha permitido la participación de los visitantes de una forma más dirigida”.
En cuanto al resultado, según Langreo, “si no es el más bonito, será de los más bonitos”. “Parece de porcelana, recuerda mucho a esas cerámicas de porcelana con muchísimo colorido”, espeta, convencido de que la elección del diseño “ha sido un acierto, porque ha facilitado muchísimo la participación”.
Y es que esta experiencia ha sido, según él, “muy divertida y participativa”, tanto que el último día “fue imposible controlarlo”, dada la demanda de los visitantes para formar parte en esta iniciativa que se ha desarrollado en la sala del restaurante.
Una vez hermoseadas, las ocho llamativas réplicas de Pepito serán exhibidas en conjunto en una ‘dinopared’ del propio museo.
De cara al futuro, a Langreo le “encantaría” que los ocho vivieran para siempre en el MUPA, “una vez recorran el mundo y lleguen a la jubilación”, dado que, asegura, “les íbamos a dar un lugar preferente”.
A su entender, la idea de unir arte y dinosaurios “ha sido un total acierto, porque llamarán muchísimo la atención y es lo que hace falta”, por lo que ha agradecido la iniciativa a la Dirección General de Turismo.
El director del Museo de Paleontología de Castilla-La Mancha se muestra “seguro” de que estos ocho copias de Pepito “mejorarían aún más el paisaje como un complemento más” del museo y ya imagina a los ocho dinosaurios “en procesión por el jardín, con el skyline del Casco Antiguo de fondo”.
“Se van a juntar los dinosaurios con el arte abstracto de Cuenca y la belleza de la propia ciudad”, circunstancia que define como el “triángulo perfecto”.
Una vez concluya la decoración del octavo Pepito, será reubicado en el hall del museo, desde donde “esperará” la llegada de los otros siete y podrá ser admirado por todos los visitantes, incluidos los que han participado en su decoración, que verán el resultado de su obra y, con ello, “aumentará su cariño por el museo”, concluye.