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Navidad 1921: El aguinaldo para los soldados conquenses en África

Las Damas de la Cruz Roja se encargaban de enviar los paquetes de ropa y regalos a los quintos y reclutas de la provincia desplazados
Navidad 1921: El aguinaldo para los soldados conquenses en África
Monumento a los conquenses muertos en África, inaugurado en 1926. Foto: Ramón Herráiz
25/12/2021 - José Vicente Ávila

¿Cómo se celebraba la Navidad en Cuenca hace un siglo? Ese año de 1921 estaba marcado aún por las secuelas de la  pandemia de la gripe y de manera especial por la guerra del Rif que duró nada menos que 16 años, siendo uno de los peores episodios el desastre de Annual de hace cien años, aunque entre septiembre de 1921 y enero de 1922 los soldados españoles recuperaron algunas líneas, contemplando horrorizados los cadáveres sin sepultar del referido desastre. Muchos eran los soldados conquenses movilizados en distintos puntos, de ahí que en las vísperas de Navidad, y a través de la Cruz Roja de Cuenca y del Gobierno Civil, se establecieran líneas de apoyo y ayuda para que a los reclutas y quintos de nuestra provincia les llegasen los paquetes y regalos navideños, a modo de aguinaldo, o “aguilando” como decían en muchos pueblos en la “nochegüena”

La Cruz Roja facilitaba a la prensa, en este caso publicada por “El Día de Cuenca”, la lista de donativos (“el aguinaldo del soldado”) que se dieron a los soldados que regresaron enfermos de África:

Soldado Dionisio Fuentes, natural de Cuenca, 25 pesetas. Con 10 pesetas:  Juan Domínguez Cardenete, de Zafrilla; Pedro Morillas, de Ribatajada; Sandalio Hervás, de Fresneda de Altarejos; Nicolás Barberán, de Enguídanos; Valentín Olmo, de Cañete; Abdón Torralba, de Arcos de la Cantera; Crescencio Sánchez, de Henarejos; Higinio Briz, de Almodóvar del Pinar; José Cámara Briz, de Piqueras del Castillo; Dionisio Auñón, de Cañada del Hoyo; Plácido Hernández, de Pineda; Manuel Algarra, de Monteagudo; Isidro Martínez, de Motilla del Palancar; Mariano Miranzo, de Cuenca, 25 pesetas. Sargento Rosendo Castellano de Fez, de Cardenete, 15 pesetas. (Este sargento llegó a Cardenete en los días navideños, ya licenciado, sin estar curado. Había sido un heroico defensor de Monte Arruit, huyendo de los sitiadores entre las llamas, aunque sufrió un penoso cautiverio en una cabila de Frajana de la cual pudo huir y llegar a Melilla, donde quedó hospitalizado).

Últimos donativos recibidos en la Cruz Roja para el aguinaldo del soldado: Ramón Torres, 25 pesetas; Jesús Merchante, paquete de puros; señora de Manglano, 10 pesetas; una señora: una lata de leche condensada, una cajita de turrón, una docena de imperdibles y una pastilla de jabón; Aurea López, 28 docenas de imperdibles; Federico Viejobueno, diez cajetillas de tabaco; monjas Petras, 18 escapularios; Francisco Meler, un paquete de puros; Monjas Concepcionistas, 20 escapularios; Luisa Meler, 22 pastillas de jabón; señora viuda de Sánchez Vera, docena y media de pares de calcetines; F. S., 22 pastillas de jabón; D. José Cobo, 1peseta; viuda de Parra, 5 pesetas; señora de Maeso, un tapabocas…

Navidad 1921: El aguinaldo para los soldados conquenses en África

Paquetes de aguinaldos enviados por la Cruz Roja a los soldados conquenses desplazados a África con el siguiente contenido: Un par de calzoncillos, camisa, camiseta, calcetines, pañuelo, un escapulario, dos medallas, media docena de imperdibles, una pastilla de jabón, un trozo de salchichón, una ración de mazapán, un paquete de galletas, tabaco y una botella de sidra. (La Junta Provincial de Socorros pagaba 125 pesetas a los soldados heridos o muertos del Ejército expedicionario). Esta es la relación de soldados conquenses que en esos meses seguían desplazados, a los que rendimos homenaje recordando sus nombres:

Zona de Ceuta: Apolonio Solera Pinedo, Nicolás Nielfa Gabaldón, Jesús Lozano Saiz, Isidoro de la Cruz Ayala, Nicasio Muñoz Romero, Miguel Cañas Alcalde, Vicente Moreno Ramírez, Eduardo Álvaro Navalón, José Martínez de Raga, Agustín Alcalde Muñoz, Norberto Tornero González, Pedro Adillo, Ramón Martínez Sevilla, Froilán Aguilar Briz, Julián Arias Mateo, J. José Ocaña García, Félix Requena Ruiz, Anastasio López Santoyo, Agustín Herraiz, Ángel Martínez Gutiérrez, Nicolás Lozano Arias, José de León Martínez, Pablo López Manrique, José Carrillo Gallén, Francisco Peralta Calvo, Agustín Gallén Casero, Casimiro Patón, Mariano Belinchón Moya, Gumersindo Moya Benito, José María García de la Rosa, Evaristo del Olmo Martínez, Modesto Amor García, Eleuterio Romero, Manuel Royuela García, Alberto Gómez Montero, Nicolás Barambio del Olmo, Lucio Nuño García y Francisco Calvo Recuenco.

Zona de Tetuán: Nicasio Guardia García, Cirilo Olmedo Coronado, Eugenio Álvarez Durango, Víctor Pérez Poves, Eusebio Sanchiz Verde, Aurelio López Malo, Teófilo Navarro, Higinio Abarca, Bonifacio Pérez Contreras, Esteban Moreno González, Eusebio Torres Pérez, Mariano Navarro Ramos, Manuel Sánchez Menéndez, Félix Morillas Arias y Marcelino Villalba.

Zona de Larache: José Cebrián Gómez, Victoriano Garrote, Melitón Martínez Olivares, Eusebio Lozano Reíllo, Policarpo de la Cruz López, Isidoro Sariñana Pérez, Jesús Castillo Marín, Julio Mazcuñán Valiente, Víctor Palomino López y Mariano Martínez García.

Zona de Melilla: Isidoro Rodríguez Gómez, César Martínez Serrano, Antonio Merchante Cócera, Eustaquio García, Julián Mena Saiz, Juan Adolfo García, Pablo Igualada Atienza, Antonio Pinós Vals, Gabriel Ramírez Ortiz, Domingo Leal Cava, Ramón Andrés Perona, Gonzalo Cruz Cebrián, Máximo Avarría Cantero, Daniel Muñoz Romero, Acisclo Álvaro Gallego, Domingo Gallego Fernández, Claudio Arias Lucas, Pascual Arias González, Joaquín Carrascosa Grueso, Fidel Agreda Valencia, Julián Romero Vicens, Ramón Zarzuela Utanea, Esteban Ortega Gómez, Ramón Olivares Atienza, Mónico Aguilar Briz, Basilio Lumbreras Lorca, Marcos de la Cruz Muñoz, Vicente Roger Martínez, José Picazo Giménez y Dionisio Beltrán de Marco.

(En la relación de soldados conquenses observamos nombres como los de Aurelio López Malo (que fue secretario del Ayuntamiento de Cuenca, diputado y líder del Partido Radical Socialista y de Izquierda Republicana); Eusebio Sanchiz Verde (secretario canciller del Ilustre Cabildo de Caballeros y Escuderos de Cuenca), Antonio Pinós Vals (conocido practicante-ATS), Víctor Pérez Poves (el albañil que descubrió las momias de Santa Cruz y falleció en 1931 tras el susto), Daniel Muñoz Romero (que fue director de la Banda de Música Provincial y maestro de música de la Casa de Beneficencia)… y otros apellidos muy conocidos tanto en la capital o la provincia de aquellos abuelos y tatarabuelos que sirvieron a la Patria en la contienda africana).

             

Carta de agradecimiento de 'los soldados de África'

En la edición de “El Día de Cuenca” del 3 de enero de 1922 se publica una carta al director de “los soldados de África”, Acisclo Álvaro y Gonzalo Cruz, del batallón expedicionario de Ferrocarriles, fechada en Nador el 23 de diciembre, en la que agradecen todo el interés de las Damas de la Cruz Roja “por el bienestar de los jóvenes conquenses que luchamos en África, que sacrificamos nuestra vida, libertad y juventud por cumplir el sagrado deber que la Madre Patria nos impone, como buenos españoles…”

Y añade el escrito: ¿Cómo manifestar nuestro agradecimiento?... En campaña, solos, sufriéndolo todo con resignación, nos acordamos de esos días, de esas Pascuas que el año anterior pasamos en casa con nuestros padres, nuestras hermanas, nuestras novias… Este año no puede ser: el cumplir el más sagrado de los deberes, el defender la Patria, no lo impide; pero a pesar de ello, no estamos faltos de cuanto en casa teníamos en estos días, pues sin preocuparnos lo más mínimo por pasar estos días bien, sin que nada no falte, las Damas de la Cruz Roja se han ocupado en ello, se han interesado por nosotros, dando prueba de la grandeza de su alma, de sus sentimientos, de su generosidad… (…) Ya no estamos solos; ya pasaremos buenas Pascuas: esa noble institución de la Cruz Roja se encargará de ello… y en esas crudas noches de invierno en que la luna vierta su pálida luz sobre el frío y silencioso campamento, en el recinto de la húmeda tienda de campaña, reconoceremos una vez más nuestra distinción por parte de las Damas de la Cruz Roja, desapareciendo todo el cansancio, todo el sufrimiento, amortiguando el sinsabor de la ausencia paterna, y de los malos ratos pasados sólo quedará en nosotros el recuerdo algo fatigoso como el de una pesadilla breve y angustiosa, recordando a un tiempo la generosidad tan grande y desinteresada como la que distingue a las damas de la noble institución de la Cruz Roja”.

Los días navideños transcurrían en Cuenca con más pena que gloria debido a esa “guerra de África” que segó tantas vida de soldados españoles, y entre ellos tantos conquenses a los que se recuerda con el Monumento que esculpió Luis Marco Pérez y que se inauguró en 1926 en la hoy llamada Plaza de la Hispanidad donde  se instala desde hace más de medio siglo el Belén. La placa reza: “A los soldados de la provincia de Cuenca que murieron en África. MCMXXVI”.

La Calenda Navideña y la Nochevieja teatral

En la Nochebuena de 1921, que cayó en sábado, se celebraron en la Catedral, cubierta su fachada de andamios, distintos cultos que comenzaron a las nueve y cuarto de la mañana con la “Calenda a toda orquesta” por parte de los canónigos. (Según publicaba el diario “Levante” en la Navidad de 2010, sobre “La Calenda de Navidad”, se trataba de una ceremonia que “consistía en que, al comienzo de la misa del día 25 de diciembre -siglos más tarde de la misa a media noche del 24-, un cantor de potente voz, frente a los fieles, interpretaba lo que en la música gregoriana de la iglesia se denomina lectio, y cuya letra desgranaba los motivos de la fiesta.

Este canto alcanzó su época más esplendorosa en el Medievo… y pasó a ser tema elegido de famosos músicos polifonistas para los conciertos navideños… A pesar de este gran éxito, las innovaciones litúrgicas introducidas por el concilio Vaticano II fueron causa de que se fuera perdiendo esta tradicional costumbre del canto de la calenda navideña”). A las dos y media de la tarde se celebraron vísperas solemnes y a las diez de la noche los maitines, para dar paso a las doce a la Misa del Gallo… soportando el frío catedralicio de diciembre.

Navidad 1921: El aguinaldo para los soldados conquenses en África

Los ciudadanos de Cuenca también podían ver el cine mudo con música de piano en el Ideal Artístico o ir al Teatro Principal, situado en la calle Alonso de Ojeda.

Allí se anunciaban para el día de Nochevieja dos grandes funciones, a las cinco y media de la tarde y nueve y media de la noche, con una sinfonía, una bonita cinta cómica en dos partes y el drama teatral “El último amor”, para concluir con la presentación del “coloso de la ventriloquía” Caballero Castillo, que repetiría el día de Reyes con otros muñecos, pues el artista nacido en la zaragozana Borja contaba con una “compañía autómata” de 25 muñecos mecánicos.

Todo un alarde de la época y de ese arte de cambiar la voz sin apenas mover los labios, que tantos éxitos dio a  nuestra “Mari Carmen y sus muñecos”, y la serrana Doña Rogelia como estrella principal.

Navidad 1921: El aguinaldo para los soldados conquenses en África

En aquellos días de diciembre nacía en Cuenca “un robusto niño, Alfonsito Merchante”,  el que fuera brillante médico Alfonso Merchante Iglesias, que fue nombrado Hijo Predilecto de la ciudad (1985), de quien se cumplirá el día 28 el centenario de su nacimiento, y en la Librería Escobar (luego Evangelio) se vendía para Año Nuevo y Reyes la “preciosa colección de cuentos en colores de las Editoriales Calleja y Sopena con más de mil títulos diferentes, entre ellos los célebres Pinochos”. Osea, los famosos cuentos de Calleja. Y esto que hemos contado no ha sido un cuento, sino la realidad de hace un siglo en Cuenca en las Navidades de 1921. Tempus fugit.

 

LA CARTA A LOS REYES MAGOS DEL 'TÍO CORUJO"

No faltaban los ripios de “El Tío Corujo”, pseudónimo de Julián de Velasco, en los que venía dando cuenta de la actualidad conquense con su humor y socarronería, en este caso con su carta a los Reyes Magos, con la temática local de Carretería, el eterno problema del tren, la ilusión de una nueva plaza de toros, la falta de músicos en la Banda o la asistencia al cine y el teatro, y el deseo de que vuelvan los soldados de Marruecos. Estos ripios son del 3 de enero, del entonces recién estrenado 1922.

Pongamos las botas

Ya vienen los Reyes Magos

por las faldas del Cambrón,

no olvides tú los zapatos,

y sácalos al balcón.

   Si yo fuese Rey de Oriente

nadie quejoso quedara,

que aquello que desease

al despertarse lo hallara.

   Al chico de doña Humberta

desbravador a hurtadillas

de barandas y pretiles…

un buen caballo de silla.

   A la beata incansable

de fríos y procesiones,

en su reja le pondría,

un cirio y tres estaciones.

   Pleitos a más de un bufete,

la alcaldía al gran Espejo,

a Cabañas, veinte músicos,

y a más de cuatro, un consejo.

   A Fanjul, seis concejales,

a los cines, aguacero

continuo de espectadores,

para la cuesta de enero.

   A la Constancia, un usía

algo más complacedor,

a Carretería, asfalto,

y al Parque un buen surtidor.

   A los serenos, más sueldo,

un secretario, en la Audiencia,

seis trenes más en la línea

en premio a vuestra paciencia.

   A cada madre su hijo,

de los que están en Marruecos,

y a un matrimonio sin nenes,

de carne un par de muñecos.

   En La Fuensanta una plaza

de toros, que ni en Madrid;

en los montes dos mil guardas,

y en cada pino, un civil.

   Y a muchas botas que nada

todavía les eché,

les echaremos… tacones

o tapas, según estén.


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