Huevos, harina, leche, levadura natural, mantequilla, ralladura de limón o naranja, un pellizco de sal y, por supuesto, agua de azahar. Es la base del roscón de Reyes, que en su versión más tradicional se completa con azúcar glas, frutas escarchadas y almendras laminadas para adornarlo y llenar nuestras mesas de magia.
Un capricho con siglos de tradición que no deja de renovarse para deleitar a los paladares más exigentes. Lo saben bien en obradores como el de pastelería Casamayor, en la capital conquense, donde el límite en el relleno del roscón de Reyes “lo pone la imaginación de los clientes”, dice su responsable, Peter Guba.
Los más demandados son de nata, pero también triunfan los de trufa, crema e incluso los rellenos de cabello de ángel. Pero, como en todo, es cuestión de gustos y “siempre hay quien pide sabores más raros en un roscón como por ejemplo chocolate, fresa o praliné”.
Desde cien gramos hasta un kilo de peso, en Casamayor se encuentran roscones de tamaños y gustos a la altura de los más foodies. Máxima calidad en la materia prima, elaboración tradicional, originalidad e innovación es el secreto para que año tras año las ventas sigan creciendo.
Es difícil calcular pero aproximadamente a lo largo de la Navidad habrán salido más de 3.000 piezas del horno de Casamayor. "Hoy llevamos ya más de 150 y solo son las 12 de la mañana", apunta Guba.
Comenzaron a elaborarse a principios de diciembre pero el grueso de las ventas se dispara a partir de Nochevieja. “En cuestión de dulces la Navidad tiene tres fases, la primera arranca en la Inmaculada con los mantecados, que son la estrella de ventas. En Nochebuena son más turrones y polvorones, para Nochevieja también pero aquí ya el roscón empieza a cobrar protagonismo con los cotillones y reuniones entre amigos”.
Este domingo y el lunes será el día fuerte de ventas. Guba destaca que cada año son muchos los que esperan a última hora pero desde luego “nadie quiere quedarse sin roscón en la mesa de Reyes”, y por ello tanto en esta como en todas las pastelerías de la ciudad, el trabajo se refuerza para satisfacer la demanda de este delicioso dulce de infinitas posibilidades que año tras año llena de magia las mesas tanto en la espera como tras la llegada de los Reyes Magos.
Como cada año, la previsión es que las ventas se mantengan aún unos días después de las fiestas.