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Carrera del Pavo

“Nadie va a expulsarme de ningún sitio, soy yo el que he decidido darme de baja de la Hermandad”

El afectado por la polémica del disfraz de San Juan en la Carrera del Pavo ha enviado una carta a la Cofradía en la que deja claro que no fue un acto de mofa ni burla y su respeto hacia la Semana Santa conquense. "No va a juzgarme ningún sanedrín", dice
“Nadie va a expulsarme de ningún sitio, soy yo el que he decidido darme de baja de la Hermandad”
Foto: Saúl García
18/01/2018 - Las Noticias

El joven al que la Hermandad de San Juan Evangelista pretendía abrir expediente disciplinario por disfrazarse en la Carrera del Pavo ha remitido a los medios un comunicado dirigido a la que es todavía su Cofradía dejando clara su postura. Desde el respeto a la Semana Santa y como nazareno activo desde muy pequeño afirma que “no voy a participar en todo este teatro pseudoinquisitorial; no va a juzgarme ningún sanedrín, no voy a dar ese gusto a nadie” y ha decidido darse de baja de la Hermandad.

Son cientos los conquenses los que han mostrado su apoyo a este grupo de chavales en la redes sociales.

Este es el texto íntegro del comunicado:

Nunca creí que escribiría un texto de estas características, y me apena hacerlo, pero viendo el cariz que en los últimos días han tomado las cosas, y teniendo en cuenta la cantidad de infamias que se han vertido y se siguen vertiendo contra mí y contra mis compañeros a raíz de nuestro disfraz en la última Carrera del Pavo, me veo en la obligación moral de hacerlo. Y es que uno puede aguantar determinadas actitudes un día, pero no de forma reiterada y machacona.

Lo primero que me gustaría dejar claro es que lo que nosotros hicimos fue disfrazarnos, simple y llanamente. Se ha tachado a nuestro acto de “mofa”, “burla”, “parodia”, y algún otro calificativo más que me guardo. Nos disfrazamos de un paso de Semana Santa en un contexto lúdico, en una carrera popular donde disfrazarse es la norma, y lo hicimos sin ningún ánimo de ofender, ningún ánimo de chanza, burla o escarnio, como queda de sobra demostrado en las numerosas imágenes y vídeos que se han podido ver estos días por las redes sociales y los medios digitales. Señores de la Junta directiva de San Juan Evangelista, ¿dónde ven ustedes la mofa? ¿Dónde ven una actitud reprobable de cara al prestigio u honor de la Hermandad? Estaría bien una respuesta en este sentido, dejando ambigüedades y conceptos abstractos. Si lo encuentran, háganmelo saber.

Otra cosa que me gustaría recalcar es que la Semana Santa, en cuanto a celebración y sentimiento, no es patrimonio de una hermandad, ni de todas las hermandades, ni siquiera de la Junta de Cofradías, sino que pertenece a todos los conquenses y a todo aquél que la sienta como propia. Adueñarse de sus símbolos para crear una polémica que no existe y azuzarla tras la máscara de la salvaguarda de su honor es precisamente lo que más daño puede hacer a algo que todos queremos. Quienes hemos participado de dicho disfraz lo hemos hecho porque somos “semanasanteros”, desfilamos en nuestras hermandades desde que tenemos uso de razón y participamos de su celebración de una manera cercana. Por ello, y porque es una de las cosas más representativas de nuestra ciudad, es por lo que decidimos dicho disfraz y por lo que, una vez en la carrera, en ningún momento faltamos el respeto de ningún modo.

Ustedes apelan a los estatutos de la Hermandad para justificar una decisión que ya de antemano está tomada. Ustedes, mucho antes de ponerse en contacto conmigo, han decidido filtrar a la prensa amenazas encubiertas de posibles medidas disciplinarias, desde una apertura de expediente hasta la expulsión de la Hermandad de la que he formado parte desde que mi abuelo me inscribió siendo un crío. Recibo una citación para “declarar” hace escasos dos días, como si de un reo se tratase, cuando las declaraciones por su parte ya han sido hechas públicas en todos los medios, ya han circulado por todos sitios y el juicio al que tanto yo como mis compañeros nos hemos visto sometidos ya se ha realizado. Se apoyan en unos estatutos, y es curioso que lo hagan en este caso, cuando de forma reiterada en el contexto procesional se ven año tras año actitudes muchísimo más reprobables y que dañan más a la imagen del San Juan que unos chavales disfrazados.

En este apartado no hace falta extenderse, todos sabemos de lo que hablamos, ¿verdad? Esto me hace preguntarme qué sentido tiene esta polémica, y qué intención tendrá llevar estas acusaciones a tal grado. Yo prefiero apoyarme y actuar acorde al sentido común, ese que me viene a la cabeza cuando recuerdo las caras de la gente que participaba en la carrera y que nos veía desde las aceras: las caras de la gente sonriendo, familias pasándoselo bien con algo que no tenía ninguna maldad. Porque en este caso, como en tantos otros, la maldad está en los ojos del que mira, y yo no la vi en aquella gente, a diferencia de ustedes.

Ahora me entero, de nuevo por la prensa (¿es esta la forma de actuar de una Hermandad “seria”?), de que se insta a la Junta de Cofradías a participar de este dislate y emitir un comunicado conjunto, promoviendo aún más la caza de brujas, honrando más aún la estulticia y el surrealismo, honrando más aún la imagen de la Hermandad y su madurez.

Para acabar, ni qué decir tiene que no voy a comparecer ante nadie, no voy a participar en todo este teatro pseudoinquisitorial; no va a juzgarme ningún sanedrín, no voy a dar ese gusto a nadie. Escribo esto porque espero que se zanje de una vez el tema, espero que no sigan saliendo cada tres o cuatro días noticias de este tipo que no hacen más que generar crispación y malestar tanto en mí como en el resto del grupo. También escribo estas líneas para dejar claro que nadie va a abrirme ningún expediente ni a expulsarme de ningún sitio, pues soy yo el que he decidido darme voluntariamente de baja de la Hermandad de San Juan Evangelista.

Llegados a este punto, y siendo consecuente con lo que se piensa, hay determinados lugares en los que uno prefiere no estar (quede claro que me estoy refiriendo a los dirigentes, no al conjunto de los hermanos, que me merecen el mayor de los respetos), determinadas actuaciones que uno no puede ni debe consentir. Ni yo ni mis compañeros nos arrepentimos de nada, pues no hay nada de lo que arrepentirse, excepto de pensar, con cierta ingenuidad, que hacíamos algo bonito y festivo.

En unos días recibiréis mi baja mediante correo certificado, a tiempo, y no con una triste carta dejada en un buzón. Tras esto, no estaría de más una pequeña reflexión: La fe es algo que debe servir para construir y para unir, no para dividir y enfrentar.

Sin más, me despido de ustedes.

Un cordial saludo.