Morteruelo, ajo arriero, ensalada verde, cochifrito y postre con corazones de fruta

La sorpresa, incredulidad y orgullo fue el sentimiento común con el que se vivió en Cuenca aquella memorable fecha hace veinte años en la que los entonces Príncipes de Asturias eligieron Cuenca para inicar su luna de miel. Los primeros sorprendidos fueron los clientes y el personal del restaurante situado en las icónicas Casas Colgadas. Su entonces directora, Mercedes Torres, recuerda con cariño esa noche. “Fueron sencillos, encantadores y muy accesibles”.

Llegaron de incógnito. La reserva, lógicamente, no estaba a su nombre sino al de una persona totalmente anónima. “Fue impactante. Al principio creíamos que podría haber una cámara oculta, pero rápidamente nos dimos cuenta de que eran ellos de verdad. Para mí fue un privilegio que confiaran en nosotros y nos honraran con su visita”.

UN MENÚ CON SABOR TRADICIONAL 

Los recién casados eligieron platos de la gastronomía tradicional y vinos de la tierra. Morteruelo, ajo arriero, ensalada verde, cochifrito y un postre de queso y dulce de membrillo que la casa adornó con corazones de fruta. 

“No se trataba de la cantidad, sino de permitirles degustar los sabores típicos de Cuenca”. Mercedes Torres detalla que, aunque estos platos ya formaban parte del menú habitual del restaurante, la combinación exacta que se sirvió esa noche atrajo posteriormente a muchos clientes que querían vivir la misma experiencia.

“Fue un detalle maravilloso el que tuvieron don Felipe y Doña Letizia al venir a Cuenca al día siguiente de su boda. Creo que políticamente lo hicieron con una sensibilidad para nuestra tierra que significó un antes y un después en la promoción de Cuenca como destino turístico. No podíamos haber tenido mejores embajadores, por su relevancia, por lo que representan. Y también por la difusión que su visita tuvo en la prensa nacional e internacional”, reconoce Mercedes.