Sergio Morate, acusado de asesinar a su exnovia Marina Okarynska y una amiga de ésta, Laura del Hoyo, el 6 de agosto de 2015, contó al agente del grupo de Homicidios de la Comisaría General de Policía Judicial de Madrid que le acompañó en su traslado desde Torrejón de Ardoz a los juzgados de Cuenca y de ahí a la prisión de Estremera, tras su extradición desde Rumanía el 5 de septiembre, que, al percatarse de que Marina había acudido al domicilio de la calle Gritos acompañada de Laura para recoger sus enseres, intentó convencerla para que no subiera y fuesen los tres “a tomar un café” y fuese otro día.
A lo largo de una conversación “fluida” en la que “en ningún momento llegó a decir que las había matado”, sí les aseguró que su ex “no quiso prolongar esto más y cortar la historia”. “Ella insistió, les abrí, subieron y eché la llave”, ha agregado el agente, para, a continuación, confirmar que, “a partir de ahí, no cuenta nada de lo que pasó en el interior de la vivienda”.
Tanto a él como al jefe de la brigada de Policía Judicial de Cuenca, que también les acompañaba, les confesó que estaba “realmente jodido y que sabía que la había liado gorda” así como que en su huida “había pasado frío”.
Les dijo que había “tardado más tiempo, porque no era lo mismo su planteamiento en su cabeza que verlo realizado.
Asimismo, les confirmó que, después de sepultar los cadáveres, “tuvo agujetas una semana”.
“Hice un hoyo de mierda y, cuando acabé, supe que me tenía que ir”, le dijo a los investigadores, para, a continuación, confesarles que estuvo “con agujetas una semana”“Hice un hoyo de mierda y, cuando acabé, supe que me tenía que ir”, le dijo a los investigadores, para, a continuación, confesarles que estuvo “con agujetas una semana”, aunque el hoyo no quedó como él quería “y que los dos cuerpos quedaban al descubierto y al ver cómo había quedado el escenario decidió abandonar España”.
También le confirmó que, cuando estaba bajando uno de los cuerpos, escuchó “un ruido y se cagó, porque pensaba que le iban a ver”.
Prácticamente al inicio de la conversación les preguntó por su madre y, al conocer que estaba preocupada porque no sabía si podía haberse quitado la vida, “él contestó que él sí que lo había pasado mal, había tenido depresión pero que antes de matarse él, iban los dos para adelante”, en referencia a Marina.
Asimismo, a lo largo de toda la conversación contó diversos aspectos de su vida con Marina, a la que, según su testimonio, “había tratado bien, le había dado todo y había tenido buena disposición hacia ella” y, sin embargo, su exnovia, “le había rechazado en la última etapa y no quería saber nada de él” y que se había desplazado a Ucrania porque se negaba a hablar con él.
Su relación con Marina, según comentó a los agentes, “siempre había sido buena” así como que, tras tener conocimiento de que ella se habría casado en Ucrania meses antes, dijo que “eso era imposible porque en tan poco tiempo no puedes dejar una relación y enamorarte y casarte”.
A lo largo de las horas que este agente custodió a Morate, se produjo una conversación “fluida” y el acusado se refirió a su exnovia “de manera totalmente fría y sin remordimiento”, sin ningún signo “que delatara ningún tipo de sentimiento”, mientras que, en relación a Laura, “agachaba la cabeza y perdía la mirada”, y, al conocer el sufrimiento de su familia, exclamó un “pobre Laura”.
Tú crees que teniendo un coche que no es mío voy a usar el mío” para trasladar los cadáveres a Palomera, a los que condujo, presuntamente, uno entre los asientos y el otro en el maletero y metidos en bolsas de basura.También se interesó por dónde estaban sus vehíciulos “porque tendría que venderlos para conseguir dinero para pagar a un abogado” y les espetó un: “Tú crees que teniendo un coche que no es mío voy a usar el mío” para trasladar los cadáveres a Palomera, a los que condujo, presuntamente, uno entre los asientos y el otro en el maletero y metidos en bolsas de basura.
Paralelamente, siempre mostró mucho interés en conocer cómo se habían sucedido los hechos en España, “lo que había salido en los medios de comunicación y la boda de Marina”, aspecto, este último, que no le “dejó dormir en la noche en los calabozos de Cuenca”, por lo que le pidió que, si era verdad, “le enseñara las fotos”.
Al salir de la aeronave, en la propia base aérea de Torrejón, “en plan totalmente distendido”, se dirigió a un agente procedente de Cuenca diciéndole “ya ves la que he liado, la he liado más gorda que la lio Bretón”. “Me ha traído en el avión del os ministros y estoy donde el rey”, añadió.
En el traslado hasta Cuenca, acompañado también por los GEO, se atrevió incluso a preguntar aspectos de la investigación y se interesó por si “se la había liado mucho a Alexander”. “Hacer, no hizo nada”, afirmó a los agentes, para, a continuación, confesar que, para cuando él llegó, Morate “pensaba que iba a tenerlo todo solucionado pero llegó antes de lo previsto o a mí me llevó más tiempo y le dije que subiera y que la había cagado, que tenía aquí a Marina y se fue”, por lo que a lo largo de la tarde le escribió mensajes “diciendo que por favor no cuente nada”.