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"El MIR ha sido mucho más duro de lo que yo esperaba"

El conquense Víctor Muñoz ha obtenido una meritoria plaza 437 entre más de 13.000 en este duro examen para médicos
"El MIR ha sido mucho más duro de lo que yo esperaba"
Víctor Muñoz en el Hospital Gregorio Marañón
03/07/2018 - Nuria Lozano

El MIR. El examen para acceder a una plaza de médico especialista en formación al que temen todos los que se enfrentan a él. La única oposición que no tiene un temario oficial y abarca, ni más ni menos, que cualquier aspecto relacionado con la medicina.

Sobrevivir al MIR no es fácil, pero hacerlo obteniendo una meritoria plaza entre miles y miles de aspirantes es toda una hazaña. El conquense Víctor Muñoz hizo la prueba el pasado mes de febrero. Por delante, cinco horas para resolver 235 preguntas. El resultado: la plaza número 437 entre más de 13.000, lo que le ha permitido cumplir su sueño y poder elegir la especialidad que quería donde quería: Anestesia y Reanimación en el Hospital ‘Gregorio Marañón’ de Madrid.

Muñoz estudió Medicina en la Facultad de Albacete de la Universidad de Castilla-La Mancha. “A lo largo de tu vida académica te anticipan cosas que van a ser complicadas, como la selectividad, la carrera... pero el MIR ha sido mucho más duro de lo que yo esperaba”. Han sido meses de estudio intensivo y de una rutina y una planificación muy marcadas.

“Para mí la Navidad supuso un punto de inflexión, porque ni siquiera pude celebrarla con mi familia. Otras veces notas que estás estancado, que otros avanzan más rápido que tú. El esfuerzo es enorme”. Al menos, Víctor compartía piso con dos compañeros médicos, también conquenses y preparando el examen, “y eso ayuda mucho”.

Este joven, que comenzó su residencia hace apenas dos meses, ya ha experimentado el síndrome de la ‘amnesia selectiva’ que sigue a esta prueba. “Cuando lo preparas lo odias con todas tus fuerzas, pero si no te ha ido mal, a las pocas semanas borras las connotaciones negativas”.

Por eso ya está en condiciones de dar algunos consejos a los que vienen detrás. En primer lugar, seguir a rajatabla el planning de la academia “tanto cuando hay que hacer mucho como cuando te recomiendan que te tomes unos días de descanso”. Otro aspecto fundamental es dosificar las fuerzas. Como lo define Víctor, el MIR es una auténtica “carrera de fondo”. “Si conviertes estudiar en el todo de tu vida es imposible aguantar hasta el final y se puede hacer muy difícil. Hay que intentar mantener en la medida de lo posible tu tiempo de ocio”.

Asimismo, hay que entrenar. No solo almacenar conocimientos, sino dominar la técnica de los test, a ser posible practicando con simulacros casi reales. Y, sobre todo, no perder la perspectiva después de haberlo hecho. “La realidad es que ninguno hemos salido para ejercer la medicina, es después cuando podemos demostrar lo que valemos. No hay que obsesionarse con los números porque eso no determina si eres mejor o peor médico, eso lo determinarán tus pacientes. En la residencia todos partimos de cero, da igual la plaza que hayas obtenido en el MIR. Se trata solo de un sistema para ordenarnos que funciona, pero que es mejorable”, explica Muñoz.

Los primeros días en el Marañón le están permitiendo entrar en contacto con terrenos, como un quirófano, que aún le resultan “muy nuevos”. A sus 24 años, no descarta trabajar en un futuro en Cuenca si sale un buen contrato, “pero creo que, a día de hoy, Madrid ofrece más oportunidades para la gente joven”.


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