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MUSEO DE LAS CIENCIAS

“Los menores beben alcohol para identificarse con su grupo, su autoestima depende de ello”

La psicóloga propone ofrecer a los adolescentes alternativas de ocio como, por ejemplo, la práctica de un hobby para prevenir el consumo a edades tempranas
Foto: M. Valverde
08/10/2023 - María Valverde

Rocío Ramos-Pául no necesita carta de presentación. Conocida como `Supernnany´, conciencia sobre la prevención del consumo de alcohol en menores.  La psicóloga y educadora ha visitado de nuevo Cuenca para tratar de sensibilizar a las familias sobre esta cuestión a través de una charla dentro del proyecto “Menores ni una Gota”. 

No es la primera vez que la sevillana viaja a la ciudad con este propósito. Actualmente trabaja en su consulta en Madrid, participa en ponencias, colabora con medios de comunicación y ofrece servicios de asesoramiento.

No es la primera vez que estás en Cuenca dando estas charlas. ¿Cómo ha sido tu experiencia en la ciudad? 

Siempre es muy buena porque creo que, el que viene, lo hace con un interés importante, que son sus hijos y el consumo de alcohol en menores. Habría que preguntarle a ellos qué tal les ha ido; si aprendieron algo. Lo que sí es cierto es que desde la pandemia hay que animar muchísimo a la participación. Está costando salir de casa. Parece que nos hemos acostumbrado a que es lo mismo escucharlo vía Instagram a hacerlo de forma presencial y para mí no es lo mismo. Estoy feliz por volver a tener las conferencias presenciales. Hay que quitarse un poquito ya el miedo y hay que echar ganas para venir a hablar un ratito de tus hijos, que es estupendo,

¿Qué es lo que más le suele preocupar a estos padres cuando acuden a estos encuentros?

Pues que son muy pequeños para iniciarse en el consumo de alcohol y que es ilegal; está prohibido.  Consumir una sustancia que no les corresponde con tanta frecuencua es un problemón. El ocio de sus hijos está muy asociado al consumo de alcohol. 

La edad de inicio, según el Ministerio de Sanidad, está en los  13,7 años. ¿Qué supone este dato? 

Se puede leer de muchas maneras. Lo importante es que es un momento donde no tienen ningún control de los impulsos; lo tienen que desarrollar. La lectura que se podría hacer es que si el menor sale y hay alcohol, no es capaz de parar de beber, pro ejemplo. No es capaz de dar una respuesta distinta, como, por ejemplo, ofrecer ver una serie o dar una vuelta. Está ahí y el adolescente quiere igualar al grupo; ser igual que ellos y no ser distinto. Buscan ser incluidos porque de ello depende su autoestima. El alcohol está, lo beben y no son capaces de decir `hasta aquí´. No saben parar. 

“Intento que los padres trabajen una comunicación distinta porque hay que hablar de alcohol; una comunicación que se base en una negociación”

¿Los adolescentes son fundamentalmente bebedores sociales?

Sí, en general sí. Se inician y experimentan con el consumo  en grupo. Siempre hay alguno de ellos al que le aparece bien porque ha cogido el alcohol de su casa o por cualquier cosa. Entonces, propone llevarlo. A partir de ahí se bebe en grupo. 

 

Según los últimos datos hay un 74% de menores en España que ya ha bebido alguna vez. Un 2% lo ha hecho diariamente en el último mes. ¿Qué significa esto? 

Este 70% es la cantidad de ocio que están asociando al consumo durante el fin de semana. La inmensa mayoría bebe el fin de semana. El 2% sería más complicado de traducir porque a diario... Me parece muy preocupante. A diario no es lo general; no es lo normal. Ahí quizá habría que hablar de algún tipo de trastorno o de problema con el tema del alcohol. A diario no suelen beber. Lo que suele ocurrir, lo común, es que hay un 70% de chavales que están consumiendo alcohol en grupo los fines de semana como forma de ocio o dentro de él. 

 

El alcohol está presente en el ocio. ¿Dirías que este es el principal problema, que exista esa asociación? 

Creo que una de las cosas que hay que hacer es dar alternativas de ocio como el deporte, cualquier afición, hobby o  interés nuevo, que, además, une a largo plazo con los intereses de adulto del padre, como ir al cine o ir a correr por la mañana. El problema es que beben porque les gusta estar identificados con el grupo, el grupo bebe y contra este no hay fuerza posible porque su autoestima depende de eso. La ruptura de eso es muy complicada. Solo se rompe si el adolescente tiene unas reglas o unos límites como, por ejemplo,  tener un partido el sábado. Ello también se rompe cuando van creciendo y van evolucionando. El menor de 13 o de 14 al quedar, piensa, ‘vengo y me lo bebo todo’, por desgracia. El de 17 ya empieza a pensar ‘no, que no me controlo, que no sé volver o no sé decir que no y tengo un examen’. Empieza a aparecer eso que no tienen con 14 años y que da tantos problemas que es el control del impulso. Es decir, posponen lo que les apetece para hacer frente a su responsabilidad. 

“Hay un porcentaje más alto de chicos y chicas que no beben. Este va en aumento año tras año”

¿Hay señales para saber que un hijo está consumiendo alcohol? 

Sí. Para saber si está consumiendo, sí. Creo que hay un perfil que a veces se da que dice mucho sobre esto. Abandona a sus amigos, empieza a pensar desde el lunes ya a qué fiesta va a ir, qué se va a poner, tiene amigos nuevos que a lo mejor desconoces, deja intereses que tenía antes como el deporte, etcétera. Para mí ese es un perfil muy complicado porque es un cambio que hace y que habla de que es más que probable que haya mucho consumo de alcohol en la actividad de ocio que tiene. En el día a día creo que hay pautas que se deberían tener en cuenta. Una es que, cuando vuelva a casa  pase por el dormitorio del padre o la madre a darle un beso para que pueda hablar con él o que envíe una nota de voz por WhatsApp cuando vaya a volver a casa, es decir,  fijar pequeñas pautas que permitan averiguar si se está produciendo un consumo de alcohol. Habría que establecer algunas consecuencias si se ha producido.  

¿Qué herramientas se les da a los padres en estas charlas para afrontar este tipo de situaciones? 

Principalmente darle responsabilidades para que nada sea gratuito. Es decir, si los padres quieren hacer responsable a su hijo y quieren pedirle que no beba alcohol, no deberían darle gratuitamente cosas, como, por ejemplo, la hora de llegada, la paga o el tiempo para jugar a las videoconsolas. Intento que los padres trabajen una comunicación distinta porque hay que hablar de alcohol, lógicamente.  Una comunicación que se base en una negociación, un contrato, donde si el hijo  cumple con sus responsabilidades, obtiene beneficios. Es decir, si tú quieres llegar de una fiesta a las dos de la madrugada excepcionalmente, a cambio va a tener que cumplir, por ejemplo, con el horario de estudio planteado y ordenar la habitación. Ellos se enfadan, se revuelven, pero en realidad lo que les transmite es que  el padre o la madre lo hace responsable para que pueda obtener los beneficios que quiere. Tiene que saber qué ocurre si consume y si no consume.

“Hay un 70% de chavales que están consumiendo alcohol en grupo los fines de semana como forma de ocio o dentro de él”

Los códigos de los adolescentes son distintos a los de los padres; hay una diferencia generacional. ¿Cómo pueden acercarse a sus hijos?

Desde tiempos inmemoriales ha sido así, de hecho, los padres no tienen que hablar como hablan sus hijos. No es necesario. Lo que sí lo es, y también viene de tiempos inmemoriales, es que sean una autoridad para ellos y mantengan límites y normas en casa. ¿Qué hay que estar al día? Sí, sobre todo a nivel de tecnología, lo estamos escuchando todo el tiempo, pero eso sería otro tema. Lo que quieren principalmente no es ser su colega, ni ser su amigo, ni hablar como ellos. Lo que hay que hacer es enfrentar una etapa que es la adolescencia, que para eso se habla durante la conferencia de cómo son, de ponerse en su lugar. Las cosas no han cambiado tanto. Lo ha hecho el medio, pero ellos sienten lo mismo que sus padres con 15, intentan hacer las mismas cosas  como llegar más tarde o decir que se quedan en casa de un amigo para ver si se van de fiesta. Esto es lo de siempre, más complicado porque hay más factores. ¿Cómo tienen que actuar? Pues convirtiéndose en una autoridad. No se puede ser un fiscal e interrogar a los hijos o dar lecciones de vida cada vez que se habla con ellos porque eso les aburre soberanamente. No se puede interrogar porque se van y pegan un portazo. Hay  que encontrar huecos durante la semana como la la cena y charlar con ellos de lo que nos ha gustado del día porque los padres necesitan iniciar una conversación con él sin que sea un conflicto estar con él y que ese hueco sirva para hablarle de alcohol. 

Desde tu experiencia personal en los últimos años, ¿Han aumentado los casos? Cómo lo percibes como profesional? 

Hay que ver el estudio  llevado a cabo sobre este tema en retrospectiva. Cuando empecé con la campaña  de concienciación, se hablaba de 13 años y ahora de 13,7, que son casi 14. Parece que no, pero es algo. Hay un porcentaje más alto de chicos y chicas que no beben y este va en aumento año tras año.  Educativamente hay que seguir luchando, contando y mandando deberes para que los padres sepan qué hacer en esta etapa que, sobre todo, en torno a los 14-16 es tan difícil de manejar. Las cifras trasladan que, cuando se trabaja la prevención del consumo de alcohol en menores, poco a poco se conciencia a los padres sobre la dificultad que supone y cómo trabajarla y se sensibiliza a los menores de que no se puede consumir.