Cuando se habla del ámbito educativo, con frecuencia se tiende a pensar casi de forma exclusiva en alumnado y profesorado a pesar de que son muchos más los colectivos que dan vida a un centro escolar. Para distinguir esta labor más silenciosa, el Gobierno regional también reconoce en el Día de la Enseñanza al Personal de Administración y Servicios (PAS) de la comunidad. Por la provincia de Cuenca, la galardonada de este año en esta categoría es Esmeralda Martínez Puentes, que lleva dos décadas atendiendo con grandes dosis de empatía a los más pequeños como cuidadora en el comedor del CEIP Santa Ana de la capital conquense.
“Estoy muy satisfecha porque por fin se reconoce nuestra labor bien hecha”, celebra esta profesional. Aunque añade que para ella su “mejor recompensa es sentir el cariño de los niños y de sus familias”. “Yo me ocupo de los de tres añitos. Ellos no mienten y lo dicen todo. Te notan si estás triste, si estás contenta… Luego se lo cuentan a sus padres y ellos te lo dicen a ti y eso es muy gratificante”, subraya.
Prueba de ese afecto son los cientos de detalles que le han regalado a lo largo de estos años los niños, con quien comparte muchos momentos de juego: “Tengo cajas con cartas, dibujos... Una vez, una niña estaba ahorrando para comprarse un colgante de unicornio y al final me dijo que quería que lo tuviese yo. Me puse muy contenta. Y también me hace mucha ilusión cuando vienen a verme años después”.
"Llegan niños que no han probado el tomate, la ensalada... pero se animan a comer al verse los unos a los otros. Me quedo muy satisfecha cuando comen bien”La cuidadora, que se ocupa tanto del desayuno en el aula matinal como de la comida al mediodía, comenzó en este trabajo tras regresar a su Cuenca natal después de haber vivido en Madrid. Reconoce que aunque le gustaba el contacto con los niños, nunca se había planteado este oficio y le tiraba más el mundo de la estética pero vio una oferta de trabajo para un comedor y decidió probar suerte. Y dos décadas después, a sus 54 años, sigue dedicándose a una profesión que requiere de una gran paciencia para lograr que los más pequeños se alimenten bien.
Cuenta que “a veces llegan niños que no han probado el tomate, la ensalada... pero se animan a comer al verse los unos a los otros”. De hecho, cuenta que muchas familias dicen que los llevan al comedor por eso mismo. “Me quedo muy satisfecha cuando comen bien”, concluye.