Le interesan las “periferias”. Adrián Cardo Miota, conquense de 29 años que estudió Medicina en Albacete, siempre ha tenido claro que quería ejercer su profesión en pequeñas poblaciones. Hasta Nochevieja, ha sido médico de familia en un centro de salud en La Alpujarra granadina, en un área considerada de extrema dispersión. Y ahora acaba de embarcarse como voluntario en el Aita Mari, el barco de rescate de la organización Salvamento Marítimo Humanitario (SMH). “Al final, trabajar en pequeños pueblos y el mundo de la cooperación están relacionados: son periferias de la sociedad”, explica el joven.
El conquense ya conoce el trabajo de la ONG puesto que en diciembre de 2019 ya estuvo en el proyecto sanitario que SMH tiene en la isla griega de Quíos para atender a las personas refugiadas, y a raíz de aquello pudo conocer la labor del Aita Mari. Antes de que estallase la pandemia, su pareja, también médica, habían previsto sumarse al barco el pasado noviembre pero llegó la crisis sanitaria y ya no fue posible.
A pesar de ese obstáculo, a finales del año pasado, los dos jóvenes decidieron que iban a intentar dedicarse durante un tiempo a la cooperación internacional. Y hace un par de semanas, el joven conquense recibió una llamada de la ONG en la que se le informó de que el médico que viaja con el Aita Mari estaba de baja y se le propuso si quería sumarse al proyecto.
Tuvo muy clara su respuesta y, este viernes, si todo va bien, se embarcará con SMH. Casualidades de la vida, entre la tripulación hay otro conquense, Óscar Fernández, patrón del barco de rescate, quien le acompaña en la entrevista. “Cuando me dijo que vivía en Granada pero que era de Cuenca pensé que estaba de broma”, recuerda este último entre risas.
El joven sostiene que está tranquilo frente a este gran reto: “Conozco la seriedad con la que trabaja la ONG y creo que gente como Óscar nos harán todo muy fácil a los voluntarios”. No obstante, es consciente de las difíciles situaciones a las que se puede enfrentar en el mar aunque el patrón del barco le asegura que, en realidad, lo que pudo vivir en Quíos es probablemente “más duro” que lo que, por lo general, se encontrará en el Aita Mari.
“Un rescate parece más heroico y llama más la atención pero, a menos que haya un colapso o haya muchos niños, lo verdaderamente duro es el campo de concentración infame, donde hay miles de personas abandonadas. Es el infierno”, apostilla Óscar Fernández.
PROBLEMAS SANITARIOS
Quemaduras, hipotermias y deshidratación son los principales problemas sanitarios que tendrá que tratar Adrián Cardo, además de atender a los más vulnerables, como son niños y embarazadas. “El 100% de las mujeres han sido violadas”, le advierte el patrón del barco. “Un paro cardíaco o una fractura son una excepción. También vienen con magulladuras porque les han torturado en Libia”, añade.
Aunque este médico sabe que lo realmente duro son “las heridas psicológicas” que arrastran los migrantes. “Hay que ir concienciado. Animo a los sanitarios a involucrarse en una experiencia como esta”, concluye.