Por cuarto año consecutivo la capital acogerá este viernes una concentración con motivo del Día del Orgullo LGTBI+ convocada, a falta de un colectivo específico tras la escisión de la agrupación Frente Rainbow, por Izquierda Unida, Partido Comunista de España, Unión de Juventudes Comunistas de España (UJCE), Yesca y Comando Violeta, que abogan por normalizar la diversidad sexual en la sociedad conquense.
Será a las 20:00 horas de esta tarde, en el cruce entre Carretería y Sánchez Vera, cuando arranque una concentración que, aunque cada año tiende a aumentar en participantes, sus organizadores consideran que debería ser más numerosa.
Si no es así, entienden que se debe a que, en una ciudad tan pequeña como Cuenca, “donde todos nos conocemos”, a muchas personas no heterosexuales, sobre todo de treinta años para arriba, todavía les cuesta declararse homosexuales, lesbianas, transexuales, bisexuales.
“Hay una generación nueva y muy potente de chavales y chavalas que han recibido otra educación y han decidido liberarse y vivir su vida sin esconderse, porque además observan que hay una mayor aceptación social de su sexualidad, y también gente que tiene una posición de privilegio para manifestarse libremente, porque en casa nadie le dice nada, pero la mayoría sigue sin poder expresar su sexualidad: un hombre de 40 años, por ejemplo, es más difícil que participe porque ha sido educado en la religión católica, en tiempos en los que se decía que ser homosexual era ser un enfermo, y tiende a reprimirse por mucho que sepa que en una concentración del orgullo no va a sufrir ningún tipo de discriminación ni de homofobia porque va a estar entre su propia gente”, sostiene uno de los impulsores de la concentración, Mario Minaya.
El hecho de que, todavía, en algunas fachadas se sigan leyendo pintadas que rezan cosas del estilo “vete, marica” y en colegios e institutos haya quien se burle de ciertas personas por su ‘apariencia’ de no heterosexual, es algo que hace que a muchas personas les cueste declarar su orientación sexual por temor al que dirán. Y más en una ciudad como Cuenca.
“El conocernos todo el mundo te quita libertad para hacer lo que te da la gana, al contrario que en grandes ciudades como Madrid. Aquí te metes en una red social, y a la gente le cuesta muchísimo dar la cara: tienen miedo”.
Se avanza, porque es verdad que de cuatro años a esta parte Cuenca ha pasado de no acoger ni una sola concentración a celebrarlas anualmente, y este año además está previsto que la bandera arcoiris ondee del Ayuntamiento de la capital. Pero Minaya entiende que los avances van “despacito”, algo que podría cambiar de constituirse un colectivo específico más allá del que agrupa a padres y madres de niñas y niños transexuales.
Aunque, al mismo tiempo, con los pies sobre la tierra, entiende que Cuenca “no es ni Madrid ni Galicia, y el activismo es el que es. Una lástima porque Frente Rainbow reunió a gente que estábamos dispuestas a trabajar, pero el interés político acabó con él”.
Libertad sexual
Si en 2018 la concentración en Cuenca del Día del Orgullo LGTBI+ tuvo como lema principal la lucha contra la homofobia, este año servirá para recordar la revuelta de Stonewall, para muchos el inicio de la reivindicación de los derechos del colectivo.
Ocurrió un 28 de junio de 1969 cuando, el pub Sonewall Inn, en el barrio de Greenwich Village, en Nueva York, sufrió una redada policial respondida con manifestaciones espontáneas y violentas en defensa de la diversidad sexual.
Además, en el manifiesto se denunciará el aprovechamiento que el capitalismo hace en ocasiones de la denominada ‘cultura’ LGTBI+, convirtiéndola en un negocio asociado más “con la fiesta que con la reivindicación, lo que le quita su esencia”
“La lucha por la libertad sexual tiene que ser también la lucha por los derechos laborales, sindicales, democráticos. No podemos obviar que, aunque aquí podamos salir a la calle con plumas, en algunos países la homosexualidad se sigue considerando una enfermedad y se castiga con pena de muerte”.
Sobre el manifiesto planeará la sombra de Vox, partido que ha conseguido representación en las Cortes generales y otras administraciones y que “al considerar a las mujeres unas privilegiadas por la discriminación positiva hacia ellas, está generando un discurso del odio. Y lo mismo puede ocurrir con el colectivo LGTBI+: tenemos que estar alerta para evitarlo”.