Pandemia Covid
Las mascarillas se resisten a desaparecer pese a dejar de ser obligatorias en el interior
Basta con darse una vuelta por calles y locales de la capital conquense para percatarse de que el fin de las mascarillas aún no ha llegado de facto, a pesar de que este miércoles, 20 de abril, entraba en vigor el real decreto del Gobierno por el que se eliminaba la obligatoriedad de su utilización en interiores, salvo en el transporte público, centros sanitarios, residencias de mayores y farmacias.
La gran mayoría de los ciudadanos han celebrado esta medida y han dicho adiós a este elemento que ha venido acompañándoles diariamente durante más de dos años, si bien no todos han abrazado la idea con entusiasmo y, en consecuencia, han decidido, al menos por el momento, continuar llevando la mascarilla en interiores y en aquellos lugares que estén más concurridos, aunque sea en exteriores.
No en vano, desde el ámbito sanitario, médicos y enfermeras lanzan un mensaje de prudencia e invitan a que se mantenga durante un tiempo más el uso de la mascarilla en interiores. Postura que también defienden sindicatos de enseñanza para prolongar el uso de las mascarillas en las aulas. Sin embargo, el real decreto es claro y considera que la evolución de la epidemia de la Covid-19, favorecida por los altos índices de vacunación, que se sitúan en el 92% de la población, respaldan la medida del Ministerio de Sanidad.
No obstante, se establecen una serie de salvedades. Así, en el ámbito laboral se elimina su uso de manera generalizada, aunque se deja en manos de los responsables de riesgos laborales de las empresas la decisión final tras evaluar la situación en cada centro de trabajo.
Asimismo, deberán llevar mascarilla los visitantes y trabajadores de hospitales, centros de salud o de transfusión de sangre y farmacias, y se elimina para las personas ingresadas o en residencias de mayores.
La obligatoriedad se mantiene en el transporte aéreo, por ferrocarril o por cable; en el transporte público de viajeros y en los espacios cerrados de buques y embarcaciones, cuando no se pueda mantener la distancia de seguridad. No será necesario en los andenes y en las estaciones.
No tendrán que llevarla las personas que presenten algún tipo de enfermedad o dificultad respiratoria que pueda verse agravada por su uso, así como aquellos que, por su situación de discapacidad o dependencia, no dispongan de autonomía para quitarse la mascarilla o bien presenten alteraciones de conducta que hagan inviable su utilización.
Sanidad, sin embargo, aconseja su uso responsable en eventos multitudinarios, así como en el entorno familiar y en celebraciones privadas en función de la vulnerabilidad de los asistentes.
Isis Torres, psicóloga: “Recomendaría que la llevasen mientras se sientan cómodos”La eliminación de la obligatoriedad del uso de la mascarilla en interiores no tiene por qué llevar aparejado para todo el mundo la retirada inmediata de este elemento que ha formado parte del día a día durante más de dos años. Al menos, así lo considera la psicóloga conquense, Isis Torres, quien cree que, después de tanto tiempo con la mascarilla, cada uno debe gestionar el momento de quitársela.
Es por ello que no dude en afirmar que “recomendaría que la llevasen mientras se sientan cómodos”, porque es de la opinión de que “llegará el momento en el que ya no la necesiten, pero, mientras tanto, no se debería forzar la decisión”.
Y es que Torres piensa que es probable que el uso de la mascarilla se normalice en nuestra sociedad y se llegue a utilizar, en caso de tener algún síntoma, sin que llame la atención del resto; algo, por cierto, casi impensable antes de la llegada de la Covid-19 a nuestro país.
MASCARILLA Y PANDEMIA
De hecho, la mascarilla ha tenido un protagonismo destacado en estos algo más de dos años de pandemia. Un elemento que, según subraya, entraba en nuestras vidas a la fuerza y dejando claro que lo del coronavirus, por increíble que pareciera, era una realidad palpable; eso sí, cada uno lo ha asumido de manera diferente, dependiendo, sobre todo, de la edad.
Así, entre los adultos, la mascarilla se ha convertido en un elemento que proporciona seguridad sanitaria frente a una situación adversa, hasta el punto de que “hoy en día haya personas que sean reticentes a quitársela de manera generalizada y, en especial, en lugares concurridos”, explica la psicóloga.
Entre muchos adolescentes, sin embargo, la mascarilla ha supuesto toda una herramienta para combatir las inseguridades propias de la edad. No en vano, “hay casos de chicas y chicos que siguen llevándola, incluso en casa. Se han acostumbrado y sin ella se sienten desnudos”, apunta. Y para los más pequeños, más bien, todo un problema. La mascarilla ha dificultado la comunicación no verbal, tan importante para estas edades, hasta el punto de ocasionar en algunos casos dificultades en el desarrollo del lenguaje y, sobre todo, en la comunicación emocional.Por eso, “para este grupo de edad no ha supuesto un problema el fin de la mascarilla, todo lo contrario, seguro que lo celebrarán, porque era toda una molestia”, finaliza.
Carlos Molina, presidente Colegio de Médicos de Cuenca: “Probablemente sea un poco precipitado el retirar la mascarilla en estos momentos”El Colegio Oficial de Médicos de Cuenca ve con ciertas reservas la eliminación de la obligatoriedad del uso de las mascarillas en interiores, que entraba en vigor este miércoles. Aunque reconoce que los contagios están disminuyendo, especialmente los graves, y no hay colapso en el sistema sanitario, el presidente de los médicos conquenses, Carlos Molina, apunta que “probablemente sea un poco precipitado el retirar la mascarilla en estos momentos y hubiese sido más adecuado esperar un poco”.
Y es que, en su opinión, hay que tener en cuenta que acabamos de salir de una Semana Santa, sin prácticamente restricciones y con grandes aglomeraciones de personas, lo que dibuja un escenario inmediato un tanto incierto. Y no hay que olvidar, según Molina, que “si algo nos ha enseñado este virus es que no sabemos cuál va a ser la evolución de la pandemia”.
Llama igualmente la atención sobre el riesgo que puede generar esta medida en la población, puesto que se genera la idea de que la pandemia se ha acabado y, ni mucho menos, “sigue ahí, entre nosotros, solamente está un poco más controlada”.
Por ello, llama a la cautela y apunta que siempre es mejor prevenir que curar y volver a situaciones similares a las vividas en lo peor de la pandemia.