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‘Maribel’ es también historia de la Semana Santa

La mítica repostería de la Plaza Mayor, dedicada desde sus comienzos a la venta de pan, resoli casero, pestiños y alajú, cumple 50 años
‘Maribel’ es también historia de la Semana Santa
Foto: Saúl García
14/04/2025 - Eduardo M. Crespo

Maribel nació en el pueblo de Tinajas y cuando decidió abrir su tienda en la Plaza Mayor de Cuenca corría el año 1975. Desde aquel momento “ilusionante” han sido muchas las Semanas Santas vividas y muchos cambios que se han producido en la sociedad conquense. “Antiguamente la Semana Santa era muy familiar porque todo el mundo compraba cosas en la tienda para después comérselas en casa, ahora ha cambiado todo y la gente prefiere ir a los bares antes que manchar las casas”, nos cuenta.

La Semana Santa, afirma, no ha cambiado, “ha cambiado la gente porque antes eran todos hermanos, aunque no fueran familia y ahora hay como más desapego”. Nuestra Semana de Pasión sigue siendo “lo más importante que tenemos” y para la que Maribel piensa seguir trabajando muchos años más a pesar de una desafortunada caída que le tiene “algo dolorida”.

En la tienda de Maribel se han llegado a despachar tres mil bocadillos al día en Semana Santa, se han vendido cientos de litros de resoli y más de dos mil pestiños. “Primero me ayudaban mis padres y mis hermanos y después mi marido y mis hijas, teníamos que trabajar todos porque no parábamos de vender mañana y noche”, nos cuenta.

Maribel se prepara a conciencia para la Semana Santa, aunque “unos años se venden más unas cosas y otros, otras”. “Antes se vendía mucho resoli y ahora la gente se decanta más por los botes de bebida. Los pestiños los tengo todo el año y no engordan tanto como la gente cree, engordan más otras cosas que sabe Dios lo que le meten”. Maribel es una de las personas más conocidas y queridas de Cuenca, y es que por su pequeña tienda de la calle Obispo Valero han pasado a comprar varias generaciones de conquenses. “Me conocen hasta en China. Recuerdo que vino un grupo de chinos con un libro de ciudades del mundo en el que aparecía mi tienda, había fotos de la puerta y de dentro de la tienda. Me quedé de piedra cuando los chinos me lo enseñaron y empezaron a abrazarme todos”, nos cuenta Maribel con nostalgia.

Maribel recuerda los tiempos del calimocho, “el champán de pobres” que tanto se ha consumido en la Plaza Mayor y el buen ambiente que había en las calles. También los platos, ceniceros o barcos que hacían los presos de la cárcel de Cuenca, “algunos con unas manos especiales”, y que ella vendía con tanto éxito entre los visitantes.

“Desde que estoy en la tienda he llevado la alegría a todo el mundo y no se me ha puesto nada por delante, igual he hecho de tendera que de enfermera si alguno se caía por aquí cerca. He tratado con cariño a la gente y he recibido mucho cariño”, concluye Maribel.