Pasar página después de haber sufrido el cruel asesinato de una hija parece algo imposible. “Llevaremos el drama bajo la piel mientras vivamos”. Pero a María Chamón, la madre de Laura del Hoyo, asesinada el 6 de agosto de 2015, le tranquiliza y alivia saber que el hombre que se llevó por delante “calculada y premeditadamente” la vida de su hija y la de Marina Okarynska, Sergio Morate Garcés, está “encerrado” y, según la sentencia de la Audiencia Provincial dada a conocer el pasado martes, tendrá que cumplir 48 años de cárcel “uno a uno”, un tiempo durante el que espera “que sufra cada minuto” y sea tratado “con la misma crueldad” con la que él trató a Laura y a Marina. “No se merece vivir”.
Para María Chamón empieza a partir de ahora “una nueva vida que no será nueva vida”, porque “a mi hija no la recuperaré nunca”, ha dicho en una rueda de prensa celebrada este viernes en el hotel Torremangana de la capital para valorar que, dos años y tres meses después del terrible doble crimen, “se ha hecho justicia” de una manera “justa y ejemplar”, y agradecer “el trabajo de cuantos servidores públicos, profesionales, jurado, etcétera, han participado en este laborioso sumario”, entre los que ha destacado al inspector jefe de la Brigada de Seguridad Ciudadana de la Comisaría de Cuenca, Francisco Sánchez. Y ha tenido también agradecimientos para “España entera y en particular los conquenses, que me consta han sentido y sienten dolor también, porque esta no es tierra de asesinos, sino de personas de buena voluntad”, el alcalde de la ciudad, Ángel Mariscal, que el miércoles depositó unos ramos de flores en las tumbas de Laura y Marina, y los medios de comunicación, que a su entender han hecho “prevalecer la verdad sobre la oportunidad”.
Después de más de dos años acudiendo a televisiones, periódicos y radios para dar testimonio de su rabia y de su dolor, de su deseo de que se hiciera justicia cuanto antes, considera que es el momento de ponerse a un lado porque entiende que el asesinato de su hija “ya no es noticia”. Pero tampoco le cierra a la puerta a aquellos programas en los que su presencia pueda servir “para animar a otras familias” en una situación similar “a que hay que seguir y luchar”.
“Que no gasten más dinero”
Y una vez celebrado un juicio cuyos costes “debe saberse que hemos tenido que soportar las familias de las víctimas” y conocerse tanto el pronunciamiento del jurado popular, “que lo tenía muy claro porque había pruebas claras desde el primer día que desaparecieron” como la sentencia, María espera que la familia de Sergio Morate Garcés acepte el veredicto “y no gasten más dinero en recursos de apelación protegiendo una vez más a quien ha callado y pudo hablar”, un dinero que les anima a “donarlo a cualquier organización benéfica conquense” . Aunque ella está convencida de que recurrirán. “Es lo único que hacen: poner problemas”.
A la madre de Morate Garcés le reprocha, en este sentido, no haber “dado la cara, sino la espalda” en el juicio al haberse negado a declarar. Y no haberle pedido perdón por lo que su hijo le hizo a Laura, cuyo cadáver apareció semienterrado en cal viva en un paraje de Palomera seis días después de su desaparición.
En cuanto a Sergio Morate Garcés, considera que “no se merece ni el perdón de Dios”. Lo ha definido, entre otras cosas, como una persona “despreciable, asquerosa, sinvergüenza”, que “cuando las mató no se puso capucha”, como después sí ha hecho en varios desplazamientos del coche policial a la Audiencia, y que tras cometer el doble crimen “se fue huyendo como un cobarde”. Y le recrimina que en el juicio, además de no declarar, lo que considera “una falta de respeto”, mostrara una gran “frialdad y jeta”, asistiendo a él “como si viera una película”, “pasándoselo por el forro de los zapatos”.
Lamenta, finalmente, que mientras Sergio Morate Garcés podrá seguir “comiendo, bebiendo, viendo la luz” y su madre podrá ir a verle a la cárcel, ella solo podrá visitar a su hija en el cementerio, aunque como creyente considera que durante todo este tiempo Laura le ha pedido, desde el cielo, “mama, sigue ahí”. Y ella ha seguido. Y seguirá, aun siendo consciente de que nada, tampoco la sentencia conocida esta semana, podrá nunca compensar su dolor.
Para María Chamón empieza a partir de ahora “una nueva vida que no será nueva vida”, porque “a mi hija no la recuperaré nunca”