Los conquenses volvieron a ser fieles a la tradición y no dudaron en subir hasta la ermita de San Julián el Tranquilo para celebrar la festividad del Patrón de la ciudad. Eso sí, lo hicieron en menor número que otros años no solo por el mal tiempo reinante, sino también por la coincidencia con puente festivo, lo que ha hecho que muchos conquenses hayan optado por irse unos días a otros destinos del país o fuera de él.
A pesar de ello, desde primeras horas de la mañana la explanada y los alrededores de la ermita de San Julián el Tranquilo se han ido llenando de conquenses que no han querido dejar pasar la oportunidad de subir hasta este bello paraje para visitar al Patrón, asistir a alguno de los tres oficios que se han llevado a cabo a las 11, 12 y 13 horas este año en el interior de la ermita ante la amenaza de lluvia, y pasar la mañana junto a amigos y familiares compartiendo un buen almuerzo para reponer fuerzas tras la subida.
Y es que, aunque ha habido menos conquenses que otros años, se han vuelto a repetir las colas de espera para subir a la ermita por el “Escalerón”, así como para recibir la tradicional caridad del santo, de manos de los miembros de la Asociación de Devotos de San Julián el Tranquilo, que en esta ocasión, al igual que el año pasado, han elaborado en torno a 10.000 panecillos para su reparto.
A partir del mediodía, coincidiendo con la celebración de la segunda de las tres misas de la mañana, que han sido oficiadas por el capellán de San Julián el Tranquilo y Canónigo de la Catedral, Miguel Ángel Albares, ha sido cuando se ha registrado el mayor flujo de visitantes, entre otros motivos, porque muchos de ellos querían asistir en especial al oficio de las 13 horas y la posterior procesión con la imagen del Patrón, que, después de muchas dudas, finalmente se ha celebrado por los alrededores de la ermita.